lunes, 24 de diciembre de 2012

EL PLANETA DE LOS SIMIOS (1968)

Entrar a valorar la primera "El Planeta de los Simios" es, de entrada, una difícil tarea, ya que conlleva intrínseca a una generación de amantes de la ciencia ficción que la consideran ya un mito del séptimo arte, cegados por su recuerdo y sus emotivas imágenes.
Más allá de su valor cinematográfico, la película advierte una reflexión certera sobre la humanidad, su capacidad para avanzar al mismo ritmo que destruye, y que se acaba convirtiendo en una raza de doble filo. Su argumento es tan ficticio como queramos ver, ya que resulta una forma muy consciente de llegar a un debate humanístico en toda regla, tocando temas sociales, religiosos, culturales e incluso morales.
La historia arranca con el accidente que sufre una nave aterriza, aterrizando forzosamente en un planeta desconocido, a años luz de la Tierra según sus cálculos. Tras largas jornadas de sufrida andadura, descubren vida humana salvaje y primitiva, pero para su sorpresa ven aparecer una raza simiesca aparentemente avanzada, que acabará por capturarles.
Los tres tripulantes supervivientes de la nave terrestre son pasto de los simios, que únicamente retienen bajo estudio al que parece más inteligente, el coronel Taylor (Charlton Heston). Un fortuito disparo en la garganta durante la cacería de humanos, impide al astronauta expresarse para demostrar su inteligencia, pero encontrará la manera de ganarse a su "doctora y/o cuidadora" (Kim Hunter) y desenmascarar al manipulador Ministro de Ciencia y Religión (mal asunto mezclar ambos temas), el Dr. Zaius, que contradice sospechosamente sus declaraciones.
La película, revisionada hoy, destaca por su interesante hilo argumental, causando una rara adicción a su desenlace por parte del espectador, que atónito y asombrado, casi ni pestañea. Es lícito decir que eso únicamente lo logran los films tocados por alguna varita mágica, que casi inexplicablemente, la dotan de un magnetismo y atracción propia de un clásico.
Su primera media hora tiene un personaje clave, el paisaje rocoso y desolado que reina en el lugar, ofreciendo una fotografía del todo fascinante. Tras la aparición de los simios, uno se percata del espléndido trabajo de maquillaje y efectos especiales que aguantan estoicamente el paso de los años, y que tan sólo algún tratamiento digital es capaz de mejorar. El desenlace del encarcelamiento y sus intentos de fuga son parte de la memoria cinéfila de cualquier amante del cine, y no parecen envejecer en absoluto, manteniendo toda la energía y tensión que en su día se palpaba, por no hablar del último fotograma, enmarcado ya en la historia como uno de los momentos más "shocking" del celuloide. Rodada casi íntegramente en California (Malibú), el poblado simio que se construyó tiene la peculiaridad de estar inspirado en el trabajo del gran Antonio Gaudí. Comentan que incluso su rodaje no estuvo exento de anécdotas graciosas, como que Roddy McDowall (el simio Cornelius) no se quitaba la máscara mientras volvía a casa tras la filmación, y se divertía asustando a los pobres californianos, todos espantados por haber visto a un simio conduciendo.
Jerry Goldsmith, el conocido compositor, quiso ponerse la máscara simiesca mientras creaba las sintonías, concienciado de que surgiría más certera su composición musical. En este aspecto, destaca una banda sonora avanzada a su tiempo, una composición atípica, a base de música electrónica.
El actor principal, Charlton Heston, hace gala de un divismo sutil, creando un personaje entre odioso y carismático que no desmerece al conjunto pero que baila peligrosamente entre la grosería y el machismo (sólo hay que ver su relación con la agreste morenita). Tal vez se deba a que Heston estuvo casi todo el metraje con gripe, empeorando incluso mientras le sacudían a manguerazos con agua fría, todo un castigo a su egocentrismo e incluso diría que pura ironía, ya que era un claro defensor del rifle y de la caza en la vida real. Película pionera en trasladar su éxito comercial al mundo del márketing, creando un sinfín de merchandising alrededor del film que engrosó notablemente sus ingresos, generando varias secuelas y series de televisión (todas de calidad inferior, incluso la de Tim Burton).
Como aspectos negativos, por buscarle alguno, diría que algunos espectadores puedan advertir un principio de cinta demasiado lento y no consigan engancharse a la historia. Sin embargo es a lo largo de esos minutos, nos invade la sensación de inmensidad a la que se enfrentan los recién llegados, donde el silencio es uno más de los protagonistas y solo la banda sonora rompe ese largo mutismo.
En definitiva, y sin alargarme más, se trata de un clásico meritorio lleno de intención y perenne hasta el fin de la humanidad, que esperemos, no sufra nada parecido.
El relativamente reciente estreno en nuestras salas de El origen del planeta de los simios, la primera entrega de la precuela de ésta versión del 68, confirma el interés y vigencia de un film que continúa siendo insuperable. Digna de enmarcar.

1 comentario:

  1. Te olvidas de comentar el fantástico episodio de Los Simpson que era un claro homenaje a "El planeta de los simios", para partirse de risa al convertirlo en un musical, ¿quién no recuerda a los simios bailando y cantando "Oh, Doctor Zaius, Doctor Zaius...?".
    Un clasicazo con la lectura de la moralidad que implica ser el ente más inteligente de una sociedad y como aquí el ser humano no lo es por primera vez, la religión de por medio con los miedos de siempre, la moralidad de lo experimentos con animales, etc... una obra que se conserva a la perfección y que es necesaria. Todas las secuelas fueron claramente inferiores y ninguna logró la magia que tiene esta. Si quieres ver lo que comentas de Charlton Heston y su pasión por los rifes, mira "Bowling for Columbine", donde es iertido ver como Michael Moore le entrevista y lo deja claramente en evidencia...

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