Sin demasiadas novedades en el frente, y de nuevo bajo la batuta del neozelandés Peter Jackson, El Hobbit acarrea tras de sí un halo de proyecto maldito desde su concepción, ya que fue de mano en mano (en un principio, Guillermo del Toro era el elegido para dirigirla), se paseó varios años por las mesas de productores indecisos y ahora parece estar recibiendo un inesperado aluvión de críticas adversas a su paso, como si su estreno navideño hubiese sido algo precipitado.
La historia, bien conocida, versa sobre la figura de Bilbo Bolsón (eclipsado Martin Freeman), un aldeano de talla mediana (o sea, un hobbit) que, de manera fortuita y a regañadientes, se ve inmerso en una aventura junto al mago Gandalf (un siempre elegante Ian McKellen) y 13 valientes enanos. El pueblo de éstos fue atacado hace tiempo por un enorme dragón, el temible Smaug, que descansa allí desde entonces, en la denominada Montaña Solitaria, antiguo hogar del pueblo enano.
Como nos muestran en el excelente prólogo del film, el corajudo Thorin, hijo del rey enano, presencia como su padre es decapitado por un orco salvaje (y caucásico, para diferenciarlo bien), que continúa atemorizando la Tierra Media gracias a su ejército de horribles criaturas. Es entonces cuando Thorin, acompañado de sus 12 fieles compañeros, el mago y el aparentemente temeroso Bilbo, emprenderán un viaje para recuperar el hogar perdido, atravesando la Tierra Media y todos sus peligros (véase, Trolls, gigantes de piedra, wargos, trasgos, el orco caucásico, algunos orcos más y....ah sí, más orcos!!).
Una reunión inesperada |
Es indudable que El Hobbit estira el fenómeno (por no decir la fórmula) de la exitosa trilogía previa, hábilmente, calcando su tratamiento de los personajes, ambientación, música, efectos e incluso recurriendo a aquella en algunos momentos del guión (ese -¡corred insensatos!- tan característico de Gandalf o algún que otro "esperado" cameo, aparte de la criatura Gollum). Lo que no se consigue esta vez, pese a su empeño, ha sido transmitir esa sensación de opresión atmosférica que ofrecía ESDLA (incluso por momentos, cercana al terror, o sino, recordemos aquella portentosa presencia de los Nazgul), cuya magnitud de los acontecimientos estaba fuera de toda duda (la lucha definitiva contra el Mal en sí mismo gracias a un alegórico Sauron incorpóreo).
Aquí, la aventura de Bilbo Bolsón con los enanos (los cuales, para un servidor, carecen de la simpatía pretendida), no tiene un significado, digamos, trascendental, y se termina plasmando sencillamente como una travesía anecdótica y tímidamente peligrosa en la vida del hobbit, que por otro lado, y le pese a quién le pese (en este caso a mí) fue como Tolkien estimó que fuera en su famosa novela infantil.
A diferencia del libro, aquí ese componente candoroso acaba perjudicando seriamente a toda su esencia cinematográfica, que se convierte así en un cúmulo de secuencias con montaje de alto ritmo y frenesí infográfico (salí decepcionado del diseño tanto de los torpes y enormes Trolls, como del insufrible gran Orco de la papada y sobre todo, del atrófico diseño de los gigantes de roca, protagonistas de la peor escena del film).
Obviando sus bromitas de parvulario tan fieles al libro, el tono cómico predomina en gran parte del film (como odio esa tontería del origen del golf) y suaviza desmesuradamente la profundidad de la película, o dicho en otras palabras, aquí sale con vida hasta el apuntador, da igual qué horribles monstruos les acechen o qué accidentes sufran.
El inicio del film (su primeros 45 minutos, más o menos), son muy esperanzadores, con una excelente presentación de personajes y una soberbia explicación narrativa del porqué de la historia (hay profundidad de campo, un ejemplarizante uso del plano-contraplano en la escena de la mesa donde se organiza la pitanza y un gran uso de la luz dentro de la diminuta casa del hobbit). Incluso su estimulante interludio musical -sorprendentemente- sirve como antesala a una gran aventura, mostrándonos costumbres propias del pueblo enano.
Lo más difícil de disfrutar son sus siguientes más de 2 horas de proyección. Demasiados minutos presenciando secuencias aceleradas, todos corriendo arriba y abajo, con momentos superficiales (casi todos los minutos con los Elfos) e incluso aburridos (sobredosis de orcos con sus odiosos graznidos y de ingenuas batallas, tan estruendosas como interminables).
Con total seguridad, eso fascinará a un gran número de espectadores (que no a la crítica), sedientos por obtener su esperada dosis de imágenes de última generación tan propias de los "laboratorios Weta" Jacksonianos. Con sinceridad, y muy a mi pesar, no me encuentro dentro de ese afortunado grupo de degustadores, y mi decepción no ha encontrado consolación esta vez.
Me considero un firme defensor de la trilogía del anillo (sobre todo de la "Comunidad..."), y tal vez por eso no haya sabido absorver las brusquedades de un cambio de registro en la historia, que ahora me parece en exceso inocentona, algo engañosa y casi tramposa (no me convencen esos anzuelos constantes para reengancharnos, como la presencia "estelar" del anillo, las citas a Sauron y demás artimañas).
Quizá cuando tenga la ocasión de revisionar domésticamente las más de 8 horas del global (se me antoja duro a día de hoy) pueda alterar mi, por el momento, dañada opinión sobre esta nueva trilogía.
Con todo, "El Hobbit" es sin lugar a dudas una espectacular recreación del libro original, tremendamente vistosa y perfilada hasta el delirio, pero en cierta medida esclava de su propia estela y sin demasiada frescura en la plasmación de su historia (por momentos, parece un encargo a disgusto). Esperaremos, sin prisa esta vez, a comprobar si sus elementos toman mayor entidad al sumarle minutos, porque mientras haya vida, habrá esperanza...
Pues una vez vista, no me ha parecido tan floja como explicas. Es verdad que tras muchos comentarios negativos que había oído de muchas fuentes diferentes, fui convencido al cine de que me iba a llevar una fuerte decepción y al final no ha sido así. Un poco como me pasó con Prometheus.
ResponderEliminarTampoco se me hizo nada larga, cuando se acabó, si alguien me hubiera dicho que llavaba dos horas me lo hubiera creído.
Me ha encantado estar en una gran sala con solo 7 personas, disfrutando a mis anchas sin nadie molestando como suele ser tan habitual.
En lineas generales entiendo tu crítica a la película, pero en ella pesa mucho la alargada sombra de la trilogía previa y que quizás no le tengas mucho apego a la historia en sí. Si esta hubiera sido creada antes de El señor de los Anillos, se habría valorado mucho más. Ya no sorprenden los efectos especiales, los juegos de cámara para hacernos creer las diferencias de tamaño entre hobbits, enanos y humanos o elfos, Gollum y un largo etc...
Me pareció excelente la primera hora y las escenas de Gollum, siempre el mejor con diferencia.
Por otro lado me decepcionó bastante Martin Freeman al no saberme trasmitir casi nada como Bilbo, y también eché en falta que se detuvieran a perfilar las personalidades de al menos algunos de los enanos para poderles coger cariño y distinguirlos unos de otros. La escena de las montañas peleando es innecesaria, pero al menos es mucho más corta de lo que me habia imaginado. Quedan los largas partes, y después seguramente las versiones extendidas de todas y cada una de ellas, por lo que tendremos que acabar valorándolas en su conjunto al finalizar la trilogía y saber si ha valido la pena.
Yo le pondría un 7,5 ya que me hizo pasar tres horas muy amenas en medio de un mundo lleno de fantasía.