Bajo una extremada (y consecuente) austeridad de medios, Daoud Sarhandi y su mujer Carolina Rivas ruedan su esperado primer largometraje de ficción, "La Ley de la Selva", concebido para su estreno en Festivales de 2013. Para ello, Carolina nos traslada a su México natal, un país de preocupante inestabilidad socio-económica, alarmante miopía gubernamental y alto grado de criminalidad, donde además, cada vez tiene menos valor la vida de sus ciudadanos, muchos de ellos en constante migración. Carolina encara con aplomo esa dolorosa situación actual para así asomarse de nuevo al que lleva siendo el leitmotiv de su carrera, las emociones del ser humano.
En "La ley de la Selva", lo importante es cubrir una necesidad humana, llegar a explicar un momento trágico en la vida de las personas de una manera respetuosa y cautelosa pero también directa, sincera, transparente y sin caer en frivolizaciones. Filmada plenamente en interiores de fondo negruzco, casi como una representación teatral y con cámaras estáticas, la película se desarrolla paralela a un acertado tono musical, irónicamente circense.
Un heterogéneo grupo de ciudadanos aferrados no sólo a un fingido vagón de metro, sino también a un mutismo absoluto |
Sin embargo, es loable que un film tan absolutamente parco de medios y con un sentido de la comedia tan amargo (lástima que no persiga más ese camino) logre incomodar al espectador adentrándolo en un mundo donde nadie querría estar, tan deshumanizado como egoísta y consiguiendo (casi en todo momento) inyectarnos esa dosis de verdad que pretende, enseñándonos de una manera elemental como se han perdido los valores más esenciales y/o primarios.
Su compromiso social es indiscutible, ya que aborda con valentía el difícil asunto de la corrupción política en México (con una notable interpretación del candidato al partido bicolor), la cruda realidad de los sin techo (vendiendo en las calles lo que se tercie, aunque sean armas), o recalcando el mutismo de la ciudadanía, que hace oídos sordos a los problemas más terrenales (la escena del bar donde nadie parece escuchar las súplicas de la niña hasta que ésta entra en cólera).
Se constata pues, que este film de acentuada conciencia autoral no está, en ningún caso, fabricado para una audiencia masiva, sino para paladares independientes con significativa capacidad para entender verdades dolorosas. Con total seguridad, "La Ley de la Selva" no tendrá cabida en las salas comerciales, aunque sí en Festivales independientes, donde muy probablemente, coseche impresiones favorables.
Así pues, el film de la mexicana Carolina Rivas en co-dirección con su marido, el británico Daoud Sarhandi, aunque no consiga cambiar el mundo, sí es consecuente consigo mismo y rema hacía la dirección correcta, y eso, en los tiempos que corren, es lo que verdaderamente importa.
Qué malas noticias sobre La ley de la selva. Llegué a tu blog de casualidad gracias al post sobre Chillerama. La vi hace una semana y me he reído a carcajadas, qué gran parodia / homenaje a las películas de serie B. Te invito a visitar mi blog:
ResponderEliminarwww.artbyarion.blogspot.com
He visitado tu blog (en inglés). Buen trabajo, queda patente tu cinefilia y aplaudo tu dedicación.
EliminarChillerama fue un sorpresón, a mi también me hizo reir mucho, es un chorro de aire fresco en el cine de terror-comedia.
Pues lo dicho, un saludazo desde "sospechosos".
PD: haznos el honor de ser "miembro" seguidor nuestro. Nos hace falta estar acompañados de amantes del cine de todas partes del mundo.