Satrapi enfoca su historia desde una perspectiva templadamente original, presentándonos a un esquizofrénico llamado Jerry trabajando de manera modélica en una empresa de empaquetado (de color rosa, ni más ni menos). Tímido, retraído y un ejemplo en lo que a modales se refiere, Jerry parece que también responde bien a la terapia semanal con su terapeuta, a quien le confiesa que todo va fabulosamente bien.
Lo que no le confiesa es que mantiene conversaciones a diario con sus dos mascotas (su perro Bosco y su gato Whiskers), con los que discute sobre temas personales y ven juntos la TV, entre otros rituales.
La sugerente (e inevitable) presencia de su compañera Fiona en la empresa, sacudirá entonces la inestable "cordura" de Jerry, que se convertirá, sin apenas darse cuenta, en un asesino en serie poco convencional.
En un primer vistazo al film, uno tiene la sensación de que no es una obra libre, sino más bien una imposición industrial con el mínimo de personalidad autoral permitido (aunque ella lo verá como su oportunidad para triunfar en Hollywood, eso sí).
Reynolds, incapaz de darle demasiados matices al killer ocasional |
Empieza así el cóctel con la imposición de un actor no demasiado dotado para dicha función pero que funciona en taquilla y enamora a los estudios; añadámosle un tono azucarado al entuerto (pese a los asesinatos y demás casquería) que esconderá detrás la típica historia camuflada de un adorable perdedor al que le gusta la chica "cool".
Zanjemos el tema con un poco de contenido cómico (¡¡eso, que hablen las mascotas!!), y permitámosle a la nueva chica del turbante que ponga su granito de arena y lo pinte todo de color rosa si es lo que desea.
Las voces en la cabeza de Jerry son un cimiento algo endeble para sostener todo un largometraje |
¿La película funciona en su cometido?. Sí, pero acaba siendo un producto inofensivo más de tantos que tiene ese perecedero efecto kleenex. Se usa y se deshecha. Sin más.
(Redactado por Jesús A.)
La siguiente cita del Festival nos ha llevado a ver Stereo, del alemán Maximilian Erlenwein, quien presentó en persona en el Auditori el que es su segundo largometraje, comentando de paso que el film es ya toda una rareza por la poca tradición en sus país a entrar en el género propuesto. Más allá del posible atractivo que su premisa podía presagiar, teníamos el aliciente de la presencia en el plantel de actores de Jürgen Vogel -protagonista de la estupenda La ola "Die Welle" (2008)- o Moritz Bleibtreu, a quien vimos en otro éxito del cine alemán como es Corre, Lola, corre "Rent Lola" (1998).
Stereo nos cuenta la historia de Eric (Jürgen Vogel), quien vive una tranquila vida junto a su novia, cuidando a la hija de ésta y por supuesto disfrutando con una de sus pasiones como son las motos, en su propio taller. Idílica existencia que hasta ahora solo se ha visto "torpedeada" por el padre de la joven, un policía que recela de Eric y que siempre que puede se dedica a tocarle las narices.
Pero todo cambia con la llegada de un grupo de gitanos que se instala cerca de su taller, pues a partir de ese momento se le aparecerá un personaje misterioso que solo él puede ver, guiando sus pasos; y uno de los recién llegados vendrá a recordarle parte de su pasado y requerirle para un asesinato
¿Estoy loco doctor? Veo cosas que nadie más ve.... |
Una mezcla de cine negro thriller que se ve agradablemente gracias a su buen ritmo, a una historia que está bien construida, pero que cuando terminamos nos deja un tibio recuerdo. Ya que nada destaca en sobremanera y poco o nada nuevo nos aporta, lo hemos visto mil veces antes...
(Redactado por Marc Ventura)
Por fin llegó el momento más ansiado para un servidor dentro del Festival de Sitges 2014, la esperadísima y esquiva "Réalité" (hasta su irrupción casi por sorpresa en la cita veneciana, nada sabíamos de su fecha de estreno).
En más de una ocasión me he declarado fiel seguidor del señor Quentin Dupieux, al que cada vez sigo con mayor pasión. Su breve pero creciente filmografía está ya plagada de auténticas joyas cinematográficas (aún pendientes de ser verdaderamente reivindicadas), y siempre dentro del desolado terreno de la comedia surrealista, el de mayor complejidad en lo que al humor se refiere.
Desde su adorable ópera prima "Steak" en 2007 hasta su obra más conseguida hasta la fecha, la excelente "Wrong Cops", Dupieux ha sabido impregnar su cine con una maravillosa identidad propia, un universo personalísimo donde las reglas cambian a su antojo y el mundo gira del revés al compás de sus propias sintonías de sintetizador. Un universo realmente fascinante, autoparódico, repleto de personajes carismáticos y situaciones delirantes que atrapará sin remedio al que consiga conectar con su raro sentido de lo cómico. No exagero cuando afirmo que, para mí, ya es el cineasta más en forma de la última década en lo que a comedias se refiere. Un autor incomparable e inaudito que acapara toda mi atención.
Su nueva obra, de nuevo inclasificable, plantea el discurso más enrevesado de toda su obra, entremezclando realidad con ficción, onirismo o simplemente, con la irrealidad en sí misma.
Una niña que encuentra una cinta VHS en el interior de un jabalí cazado por su padre; un director de cine con un guión ridículo en busca del grito perfecto, un rector escolar travestido o un pobre hombre con una ficticia crisis de prurito extremo arman la peculiar historia de Réalité, que a su vez, se permite ácidas críticas al propio mundo representado, el universo de lo audiovisual.
El productor de cine escuchando atentamente el proyecto del cineasta |
Al parecer, las terapias no son fructíferas con nuestro travestido rector |
Dupieux, bajo esa máscara de autor de lo absurdo, siempre nos lanza un dardo subversivo con su cine, ciertamente envenenado y de lenta asimilación. Un talento en alza que espero y deseo, tenga muchos años más de creatividad periódica, porque al menos en mi caso, mínimo, necesito una dosis anual de su cine.
(Redactado por Jesús A.)
La joven iraní Ana Lily Amirpour sorprendió a todos los presentes en el Auditori incluso antes de que se apagaran las luces y empezara la proyeccción de su ópera prima, merced a un discurso del todo desconcertante, donde expresó una desbordante alegría, una espontaneidad que dejó incluso sin habla a los presentadores del certamen. Niña prodigio por lo que se ve, pues con solo 12 años ya rodó su primer trabajo aunque fuera de forma amateur.
Y una vez hecha la oscuridad, la sorpresa continúa, con una propuesta si no rompedora, sí más que diferenciadora y con una gran personalidad. Una mezcla de géneros donde tiene cabida hasta el western, pues la acción pasa en la ciudad de Bad City con un paisaje que poco nos recuerda a la imagen que podemos tener mentalmente del país de oriente medio donde teóricamente se desarrolla la acción, de paisajes grises y semi industriales que nos transmiten una sensación de vacío y decadencia, por no hablar de la fosa común donde son lanzados los muertos a las afueras de la ciudad. Rodada en un blanco y negro que siempre juega a favor de crear una atmósfera retro -la fotografía es fantástica e hipnótica-, una planificación de escenas y diálogos que recuerda en parte al cine de la nouvelle vague. Y en medio de este escenario una "joven" vampiro deambula por sus calles buscando a una víctima con la que alimentarse, pero no cualquiera, pues es selectiva y solo los maleantes y personajes marginales corren el riesgo de formar parte de su menú.
De nuevo se plasma la idea del vampiro con cierta consciencia más allá de sus primitivos instintos, además de mostrar la desidia producida por el paso de incontables años, el aburrimiento de la eterna soledad, la melancolía o el amor por la música - un poco como Jarmusch y su coetánea Only lovers left alive-.
Una noche en una de sus salidas -montada en patinete y con su capa ondeando el viento, para crear una imagen más pintoresca-, conoce a Arash, un joven descolocado en esa urbe, con un padre toxicómano y múltiples problemas con un traficante al que debe dinero. Sus destinos se entremezclan y surge el amor imposible entre dos almas solitarias y perdidas.
A destacar algunas escenas como el encuentro de la chupasangres y el traficante, la peculiar secuencia de Arash disfrazado de Drácula atrayendo a la vampira como si de una niña curiosa se tratara o las imágenes con el fondo industrial dando un extrañísimo contrapunto al trasfondo de la historia.
El film de Amirpour no es plato para el consumo masivo, de hecho aquí en Sitges hay una clara división entre quienes en ella han encontrado una sugerente rara avis y quienes no entraron al juego propuesto por la joven cineasta, aun con el riesgo que ello supone, os recomendamos sumergiros en sus imágenes y dejaros llevar.
(Redactado por Marc Ventura)
No hay comentarios:
Publicar un comentario