viernes, 25 de mayo de 2012

ZONA SUR (2009)

Nos metemos con la última película que me quedaba por comentar del Atlantida Film Fest, una obra boliviana que ha supuesto un enorme contraste justo después de acabar de ver el desconcertante thriller psicológico danés Everything will be fine, siendo esta una obra de corte mucho más realista y costumbrista.
Normalmente siempre que oímos hablar de las zonas bajas de las ciudades las asociamos a la pobreza, a los barrios menos favorecidos, pero esto no es así en la ciudad de La Paz, Bolivia, donde la Zona Sur es donde se encuentran los hogares de las familias pudientes, de ahí el título. Este es un film que crítica el estilo de vida de esas clases adineradas, esa superficialidad que marca su actitud ante los demás, con una necesidad de aparentar más preocupados por el "que pensarán..." que no por vivir como realmente desearían o deberían. De esta forma el director Juan Carlos Valdivia decide presentarnos una familia poderosa y bien situada en tiempos no muy lejanos, pero que en la actualidad se encuentra en plena decadencia. Una situación que Carola (Ninón del Castillo), la madre de esta familia, se encarga de esconder a todo el mundo, tanto en casa a sus tres hijos y a sus sirvientes, como a todos sus conocidos. Más preocupada por seguir aparentando lo que ya no son que en resolver los acuciantes problemas financieros a los que se enfrentan y que amenazan seriamente su status quo. Carola, divorciada y a cargo de la casa, acostumbrada toda su vida a un alto nivel de vida, ahora ve como día a día le cuesta más hacerse cargo de los pagos, debiendo varios meses de sueldo a Wilson (Pascual Loayza), el sirviente que lleva toda la vida con ellos y que a veces parece ser el verdadero y más fuerte nexo de unión entre ellos.

El pequeño Andrés en la cocina junto a Wilson
Sus hijos viven ajenos a estos problemas, con la tranquilidad que en teoría les aporta su cómoda posición; aquí Carola demuestra un clasismo enfermizo, malcriando a su hijo mayor, Patricio (Nicolás Fernández), un niño rico inmaduro solo preocupado en pasárselo bien con su novia, montar fiestas con sus amigos y no mover un dedo para hacer nada. Más díscola se muestra Bernarda (Mariana Vargas), la mediana de la familia, quien se niega a ser lo que su madre desea, ganándose continuamente su reprobación al exigirle que haga el papel que le toca y guarde las apariencias que se esperan de una señorita. Siendo por el contrario totalmente crítica a este modo de vida y afín a movimientos sociales reivindicativos para lograr una mayor igualdad de clases. Mientras que el pequeño de la casa, Andrés, solo es un chiquillo soñador que todavía no sabe que papel le tocará jugar en esta familia.

Carola y su hijo Patricio...
La película no tiene ningún hilo conductor claro y definido, simplemente nos muestra unos cuantos días de la vida y convivencia de todos ellos en la gran mansión familiar; tiempo más que suficiente para que nos hagamos una clara idea de lo que les pasa por la cabeza a cada uno de ellos: la forma de pensar clasista de Carola quiere seguir imponiéndoles, incluso racista cuando hablamos de los sirvientes de etnia aymara que tiene a su servicio; la complacencia mezclada con el rencor de Wilson, por verse obligado a abandonar a su familia en las zonas rurales y trabajar para los ricos en la ciudad, y lo comentado antes de los respectivos hijos.
Uno de los puntos más destacables es lo cercana que llega a hacerse gracias a unos diálogos narrados con mucha naturalidad y una espontaneidad sin artificios.
Asimismo el uso de planos secuencia en las diferentes escenas, hacen que nos sintamos uno más en las diferentes estancias de la casa en la que tienen lugar estos diálogos, sin embargo, cierto abuso de este recurso en algunos momentos llega a cansar al espectador. 


El contraste de dos vidas, arriba Wilson en su pequeña habitación y aquí dos niños ricos rodeados de lujos

Las actuaciones son correctas en el elenco de actores que dan vida a los hijos de Carola, mientras que los más veteranos son los que dan el do de pecho aquí. Por un lado Ninón del Castillo ganó en el Festival de Lima 2010, el premio como mejor actriz, y por otro destacaría la labor de Pascual Loayza, encargado de personificar a Wilson y que sabe llegar a espectador transmitiendo esa mezcla de sentimientos tan encontrados que le inundan, por un lado un cariño hacia su patrona tras muchos años a su lado y por otro ese odio que siempre subyace en las clases menos favorecidas hacia los ricos (geniales las conversaciones que tiene con la cocinera en dialecto aymara donde no dejan títere con cabeza). Por ponerle algún pero, he echado en falta que se diera una cierta explicación a ese empobrecimiento de la familia, poder saber si se trata por algún cambio social dentro del país, los efectos de la crisis, o qué, quedándonos al final sin una idea clara de como se ha llegado a ese punto de decadencia. Esto, sin embargo no impide disfrutar de esta gran película, que con todo merecimiento ha acabado siendo la gran triunfadora del festival, ya que se ha llevado los premios a la Mejor Película y al Mejor Director. Premios que sirven para garantizar al film un estreno en las salas de cine Golem y el lanzamiento en DVD editado por Cameo.
Anteriormente ya había demostrado su calidad en el Festival de Sundance donde obtuvo los reconocimientos a la Mejor Dirección y el Mejor Guión.
Una pequeña joya de la que en breve podréis disfrutar, yo me la apuntaría como pendiente de ver, sin duda. 


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