sábado, 5 de mayo de 2012

DREAD (2009)

Siempre que rebusco entre los films más exitosos del AfterDark Festival estadounidense me llevo alguna sorpresa, ya sea por sus interesantes y osadas tramas (muchas veces, anticomerciales y nunca distribuidas en salas) o por su intencionabilidad argumental (aunque escasos de recursos, suelen ser sencillamente aplaudibles).
"Dread" (literalmente "temor") está basada libremente en un relato corto de terror firmado por Clive Barker (al que le debemos la notable Hellraiser) y que obtuvo excelentes críticas en su paso por el antes comentado certamen allá por 2010, lo que suscitó en mí la suficiente curiosidad como para sentarme a verla.
Un estudiante de cine llamado Stephen (un Jackson Rathbone que ni chicha ni "limoná") llega a un acuerdo con Quaid, un alumno de filosofía, para filmar la naturaleza del miedo ajeno como proyecto académico de final de carrera.
Para complicar la cosa, nos cuentan que Stephen perdió a su hermano mayor en un accidente de coche mientras éste iba ebrio, hecho que aún oculta y no ha llegado a superar. Quaid, por su lado, presenció de niño la matanza de sus padres a manos de un sádico que los asesinó a hachazos en sus narices, suceso que, evidentemente, tampoco superó (por cierto, la mejor escena del film). Les ayudará en su cometido una estudiante llamada Cheryl, que para no ser menos, nos relatará el sufrimiento que pasó al ser víctima de los abusos de su padre cuando era pequeña....y seguimos para Bingo....
Se unirá también a la fiesta dramática la cuarta en discordia, una chica acomplejada por una marca de nacimiento llamada Abby que, ajena a todo el proyecto, será la protagonista de la subtrama más interesante (trata de "limpiarse" sus marcas con lejía en una bañera...).
El documento fílmico se construye a base de entrevistas para conocer los miedos de las personas (previo anuncio universitario), pero sus narraciones no parecen ser suficientes y recurrirán a fórmulas más drásticas.
Será ahí, a partir de la hora de metraje, cuando la inestable personalidad de Quaid (un destacado Shaun Evans) tomará el mando de la situación y el asunto se le irá de las manos, llegando a las torturas más dañinas que os podáis imaginar.


La película en todo momento parece un ensayo académico "real" de unos estudiantes de cine, por lo que situar la acción en un contexto similar ha resultado todo un acierto, perdonando así las posibles carencias técnicas y sabiendo jugar sus cartas inteligentemente. Las actuaciones son todas verosímiles, y por momentos, espléndidas, como el último proceso psicótico de Quaid, propio de cintas de mayor calado.
Su apoyo musical no merece más atención pero se agradece que no estorbe, y sus efectos gore, en concreto, están bastante bien realizados (excepto la escena de la stripper, un horror sí, pero infográfico) lo que le da un equilibrio visual muy competente.
La secuencia de la stripper, una brillante idea desperdiciada por la infografía.
Su mejor baza es sin duda la idea general, pues pese a recordar por momentos a la estupenda "Tesis" de Amenábar, sabe desmarcarse con habilidad y narrar algo sustancioso, centrándose en los miedos más ocultos de cada uno, lo que sin lugar a dudas, resulta un argumento muy estimulante.
El caso del chico con sordera, la farsante suicida o la tortura final a Cheryl con la carne podrida son del todo remarcables, y han conseguido que mi sensación al finalizar el film sea más benevolente de lo que mi juicio podría permitir de buenas a primeras. La escena del crimen a los padres de Quaid aún la tengo grabada en la cabeza, de una crueldad y provocación importantes (ese asesino tocando los restos de sus víctimas que se han incrustado en su hacha..) y suficiente como para que compartamos de una u otra manera, el profundo temor que siente y sus repetidas pesadillas. Como aspectos menos acertados argumentaría su exceso de armas dramáticas en los personajes (no sale nadie normal), algunas tonterías de guión (¿comprar un mustang azul para superar los miedos de conducir ebrio?) y planos algo "pedantes", jugando con luces y recursos de cámara, que son, en mi opinión, innecesarios.
Su resolución final sorprende para bien y el feeling que consigue transmitir es en líneas generales, satisfactorio, pero de lejos se huele un tufo semi-profesional y una estructura que sobrepasa al autor, que se siente abrumado por las circunstancias del guión (la historia era difícil de gestionar).
Como conclusión, puedo decir que se trata de una cinta de terror trabajada, sin adornos y bien actuada que no consigue ahondar plenamente en el tema que expone, viéndose incapaz de construir algo más sólido con un material excelente en sus manos. De todas formas, un aplauso para el novato director, Anthony DiBlasi por su propuesta, seguiré sus movimientos porque promete.

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