DRIVE (2011)

Antes de empezar a leer la crítica, por favor dale a este link: Nightcall, es una de las pistas de la banda sonora que escuchamos mientras la cámara recorre de noche las calles de una gran ciudad, creo que la ambientación adecuada ayuda a situarnos dentro de la película y la música aquí toma un importante papel.
La historia gira alrededor de un experto conductor, "Driver" (Ryan Gosling), del que poco sabemos, ni su nombre, ni su pasado nos son revelados y él no nos deja entrever sus pensamientos con una actitud distante y fría. Lo que si tenemos claro es que es un portento al volante de un coche, girando su vida siempre alrededor del mundo de las cuatro ruedas. Shannon (Bryan Cranston) tiene un taller mecánico donde años atrás y al darse cuenta de los vastos conocimientos del chico con los coches, no dudó en ponerlo bajo su protección dándole trabajo allí, podríamos decir que es en cierta manera su mentor. Su cabeza no para de dar vueltas en la manera de conseguir dinero y por eso es quien se encarga de buscarle trabajos (siempre a cambio de un buen porcentaje de las ganancias) como especialista de cine durante el día o pasándole los contactos de delincuentes que buscan al mejor piloto para asegurarse su fuga durante atracos nocturnos. Las ambiciones de Shannon apuntan alto con él y el siguiente paso que tiene pensado es conseguirle un coche de carreras para participar dentro del circuito profesional. El alto coste de esta empresa obliga a Shannon a buscar un inversor que le posibilite hacer frente al enorme gasto, y la única persona que conoce con mucho dinero es un tal Bernie Rose (Albert Brooke), metido en asuntos turbios, pero su única opción para lograr arrancar el proyecto. Bernie tras ver una exhibición suya conduciendo no duda en meterse de lleno a esponsorizarlo, pero como condicionante pone que su amigo Nino (Ron Perlman) esté también en el negocio, otro que tampoco es agua clara. Driver por su parte no es amante de los métodos de su mentor pero su vida solitaria parece no darle muchos más alicientes para intentar cambiar de vida. Pero todo cambia en el momento que se cruza en su camino Irene (Carey Mulligan), una joven y atractiva vecina con la que coincide junto a su hijo Benicio (Kaden Leos) en el ascensor dejando en él una profunda impresión. Poco después coinciden en un supermercado y le echa una mano llevándola a casa al dejarla tirada su coche, y a partir de ese momento, y dado que la pareja de Irene se encuentra en prisión, Driver se convierte en una importante ayuda para ellos. Sin embargo cuando Standard (Oscar Isaac), el marido de Irene, sale de prisión arrastrando viejas deudas, se ven envueltos de lleno en un laberinto de robos, traiciones, venganzas con una violencia desmesurada en algunos momentos, creando esta situación la aparición de un atípico e inesperado héroe.

Para mí Drive ha sido una sorpresa de inicio a fin, una de esas películas del Festival de Sitges que no entran dentro del género fantástico pero que al acabar de verla uno entiende que tenga cabida en un evento de renombre como este (en el pasado Festival de Cannes se llevó, creo que merecidamente, el premio al mejor director). Puro cine, difícil de encuadrar en un género, que impacta desde la primera escena con uno de los robos nocturnos, regalandonos una serie de secuencias perfectamente planificadas y con una música de fondo que atrapa desde el arranque, para en 10 minutos dejarme claro que son de lo mejor que he visto en mucho tiempo.

Una película que aparentemente nos puede parecer pausada, pero que esconde una enorme tensión contenida que va aflorando poco a poco para regalarnos escenas impagables de venganza, violencia (ojo a la escena del martillo, muy al estilo coreano de Oldboy o The yellow sea) y traiciones de todo tipo, y en medio de todo el meollo un Ryan Gosling que hace un papel de anti héroe contenido y frío, que a algunos disgustará por su inexpresión, pero que por el contrario me ha parecido acertada por recordarme la figura de algunos duros del cine estilo Clint Eastwood en muchas de sus grandes películas, callados pero que a la vez lo dicen todo con una simple mirada o un gesto.

El resto del reparto tiene una actuación muy buena, destacando sobretodo Carey Mulligan como Irene, sabiendo dar credibilidad a todos los sentimientos y preocupaciones que la embargan o Albert Brooke como mafioso, dando vida a un inquietante personaje sin ningún escrúpulo. 

Mención especial para la música durante todo el film, una de esas bandas sonoras que van de la mano de las imágenes con ese toque de música de los 80 con sintetizador, algunas de las canciones son geniales (Nightcall, Under Your Spell, A real hero o Tick of the Clock que sirve para ponernos tensos mientras Drive espera en el coche escuchando la emisora de la policía durante un robo con ese sonido de las manecillas del reloj).

Ryan Gosling ya nos demostró que es un actor de registros interesantes con Lars y una chica de verdad (2007) o en la notable Blue Valentine (2010), aquí Ryan fue quien tomó la acertada decisión de elegir al director danés Nicolas Winding Refn para llevar a la pantalla esta interesante historia, pues la dirección es magnífica para construir un atípico thriller de acción. Para acabar una curiosidad relacionada con la película, y de surrealista que es, uno podría llegar a pensar que es una broma, pero no lo es. En los Estados Unidos la productora ha sido denunciada por publicidad engañosa por una espectadora que fue a ver la película, alegando que el tráiler que vio le hizo creer que podía ser del estilo de The fast and the furious y obviamente no va de eso... alucinante, esto solo puede pasar en América.
Para todos los demás, a excepción de esta mujer y los que penséis que esto va de persecuciones inverosímiles, os la recomiendo para pasar un buen rato