
Hasta la fecha, el filón protagonizado por Bruce Willis ha sufrido altibajos de cierta consideración, pero ha conseguido mantener el tipo durante más de 2 décadas, tanto en taquilla como ante la crítica.
Ya en 2013, y en retrospectiva, vemos como sus entregas impares resultaron las más destacables (con un inicio que marcó época y una notable tercera parte a ritmo de videojuego), y no como sus pares, que sin duda fueron las más discretas....hasta ahora.
En este quinto (¿y último?) (re)encuentro, acompañaremos a John McClane/Bruce Willis (ya no sabemos la diferencia) hasta Rusia, donde su hijo, un agente encubierto de la CIA, lleva trabajando durante los últimos 3 años en un caso de alto secreto. Éste, anda liado con importantes personalidades del país soviético, pero se topará con su padre en mitad de una misión, a priori, sin fisuras. Así, John McClane Jr. (Jai Courtney, visto en "Spartacus: Sangre y Arena") deberá cambiar su plan y afrontar su peligrosa misión acompañado de su viejo padre, al cual no quiere ver ni en pintura.
Una vez degustado, digerido y centrifugado el filme como se merece, caeremos en la cuenta de que la fórmula, por mucho que la adornen con efectos actuales, definitivamente ha expirado. Ya nada es lo mismo.....¿o sí?
Pese a la unánime sensación de secuela-fracaso, "La Jungla: Un buen día para morir" continúa siendo una jugada industrial del todo rentable (ya se oye el frotar de manos en la 20th Century Fox), amenazándonos a todos con una posible (e indeseable) sexta aventura de tiros, explosiones y cosas destruidas.
Porque lo que ofrece esta nueva entrega es, simplemente, una sobredosis de acción directa por vena, algunos chistes propios del héroe (que funcionan con cuentagotas), los típicos chicos malos con metralletas y helicópteros vestidos de negro, todos desubicados, y moviéndose al son de una serenata propia de un telefilm a lo Mario Van Peebles una madrugada de sábado.
El supuesto "gancho" juvenil de situar a la estrella de la función junto a su hijo (como también sucedió con la 4ª de Indiana Jones) ni nos atrae, ni mucho menos se debería aplaudir. El pequeño de los McClane resulta aquí un personaje antipático, insustancial y muy mal actuado (Jai Courtney no construye bien su rol, dándole poco o nada dramatismo al entuerto cuando es necesario, y casi diría que estorbando la función en sí misma).

Pero si alguien tiene la culpa de todo, ese es el director de orquesta, el inefable John Moore. Con tan sólo un vistazo rápido a sus credenciales básicas (televisión de segunda fila, remakes, secuelas, encargos desechables, etc...) y dos dedos de frente, quedaba claro que esto le venía grande.
El supuesto cineasta hace un uso pésimo del ya olvidado "zoom rápido", mueve la cámara con nerviosismo amateur y denota un dudoso sentido del encuadre (¿pero cuantas veces se sale de campo?), lo que enfada, irrita y finalmente aturde a cualquiera que pretenda meterse en la película.
El archipresente filtro gris-frío del metraje (claro, estamos en Rusia...) es una mala decisión, pues le resta mucha personalidad al producto y frena su efecto visual (que sin duda, es su mejor baza).
Tampoco sirve desenpolvar el antiguo desastre de Chernóbyl, usar tópicos irresponsables (como reducir al ciudadano ruso a taxistas tontainas o a criminales de polipiel) o destrozar más coches que en cualquier otra película que yo recuerde (llega a ser agotador el ruido de los accidentes), ya que son todos claros síntomas de un film apabullado en su realización, mediocre en su composición e inmerecido para la saga.
Por contra, y recuperando el aliento siempre positivo que creo me caracteriza, diré a su favor que contiene un par de secuencias brillantes, ambas conseguidas gracias a las cámaras de super alta velocidad (esa caída de McClane soltándose del helicóptero y rompiendo la cristalera o algunas espectaculares tomas de carretera); incluso creo que el veterano Bruce Willis sigue a la altura de las circunstancias, conservando su mirada esquiva, su arrogancia gestual y llevando la camiseta blanca ensangrentada igual de bien que hace 25 años.
Resumiendo, la quinta entrega de "La Jungla" (sí, hoy es un buen día para que que la franquicia muera, como bien alerta su título) se parece mucho a cualquier artefacto millonario de una industria Hollywoodiense que copia y pega los mismos trucos sin descanso, pero que entretiene y satisface al insaciable espectador que paga gustosamente en taquilla por su dosis. En fin, como bien escribiría nuestro gran admirado Carlos Aguilar "...una secuela ramplona únicamente para los ya convencidos o completistas de la masculina saga".