En 1993, los gemelos Albert y Allen Hugues, también conocidos como "The Hugues Brothers", sorprendían a crítica y público con su espléndida ópera prima "Infierno en Los Ángeles" (Menace II Society). El film, se reveló como un duro, directo y comprometido manifiesto a la comunidad negra de entonces. Fuimos muchos los que, atraídos por tamaño paso al frente, seguíamos de cerca sus nuevas propuestas (pese a las distancias culturales que nos separaban, muchos puntos eran fácilmente aplicables a la vida de cualquiera de nosotros). El cine de los Hugues, con la opresión de la sociedad afroamericana casi siempre como leitmotiv, siguieron realizando films de menor resonancia, como la fallida "Dinero para Quemar" (Dead Presidents, 1995), la tangencial "Desde el Infierno" (From Hell, 2001) o la más reciente, "El Libro de Eli" (The Book of Eli, 2010), ascendiendo tímidamente en los círculos del gran business.
Sin embargo, sería el altercado de Allen con el controvertido rapero/actor Tupac Shakur lo que propiciaría que su nombre poblara los periódicos y le empañara una carrera en proceso de solidificación (Shakur sostenía que Allen Hugues no cumplió su promesa de un papel protagonista, llegando incluso a las manos).
En 2012, y con su hermano Albert afincado en la lejana República Checa (donde vive con su mujer de siempre y está inmerso en sus proyectos personales), Allen realiza su segundo film en solitario, la cinta de intriga política "La Trama" (Broken City).
Aquí, el ex-agente de polícia Billy Taggart (el también productor del film Mark Wahlberg) trata de salir adelante como puede haciendo las veces de detective privado, pero las deudas lo ahogan sin remedio y su mundo se tambalea.
Será la inesperada llamada del candidato a la alcaldía, el Mayor Hostletler (Russell Crowe), lo que le dará una oportunidad al desencantado Billy de saldar sus deudas y así salir del pozo económico en el que se encuentra.
Para su sorpresa, el encargo será confirmar una supuesta infidelidad de la mujer del político, la intrigante Cathleen (encarnada sin novedad por una Catherine Zeta-Jones que parece recién salida de un catálogo de cosméticos). Tras aceptar, Billy se verá envuelto en un sucio asunto político de interés nacional, con peces gordos implicados; además de ver como su matrimonio se desmorona, sus conocidos se vuelven sospechosos, el alcohol vuelve a su rutina y se acumulan las intrigas alrededor del caso.
No temáis, ya que como premio de consolación para el espectador ante tan manida "trama", diré en su defensa que tras salir de su visionado, el film de Hugues supera las expectativas iniciales (el olor que puede desprender el producto a primera vista no es del todo justo) y que, aún siendo una película de corte "industrial", se sostiene como una discreta mixtura entre un thriller con tintes del cine negro más de vanguardia y un telefilm de infidelidades al uso.
Personalmente sostengo que su principal error es de cásting. La estática interpretación de Wahlberg al personaje (ese tic de las cejas debería frenarlo más) encaja más en términos contractuales que por motivos artísticos, y la degradación del Billy en pantalla (para mí, un aspecto muy interesante del guión, lamentablemente mal explotada), no responde a su saludable y pétrea forma física.
En cambio, el Alcalde Hostletler sí encaja en la (cada vez más) ancha percha de Crowe, que se ajusta a la perfección a su alter ego fílmico y nos regala un político muy creíble a la par que evoca (de forma muy profesional), una interesante visión de un hombre inseguro, frustrado y embriagado de poder.
Obviando razones interpretativas, la película se deja ver sin bostezos pero desemboca en un punto que la desmerece. Su visión pesimista y decadente del protagonista principal es loable, buscando que se redima con una pulsión final algo moralista pero efectiva, y obsequiando al espectador con algunas secuencias destacables dentro de su metraje (la reunión en la terraza de Billy y Cathleen, el momento de formalizar el caso...). Aunque justamente, por flaquear en su segunda mitad, equilibra negativamente la balanza con escenas mucho menos acertadas, como cuando Billy consigue esa caja con documentación valiosa (¡¡atención a esta escenita totalmente suprimible!!), la relación con su mujer (una subtrama obligada pero disfuncional), el alcohol o incluso determinados personajes secundarios que no los echaríamos de menos si no estuvieran, por ser sutil.
Con todo, Broken City satisface nuestra sed de cine y se aleja bastante del siempre presente asunto de razas en la filmografía de Allen (aunque no faltarán, por supuesto, los ritmos hip-hop en la B.S.O).
Para terminar, también decir a su favor que cuenta con un sentido del humor bastante acertado, sobre todo en la relación de Billy con su guapa y desaprovechada secretaria, arrancando al espectador una sonrisa en media docena de ocasiones. Lo dicho, un film decente que trata de un tema muy serio con cierta ambigüedad moral (la política es corrupta sí, pero todos los ciudadanos también).
He podido leer algo de esta cinta, y debo decir que no me atrae nada. Una película que no despertará gran entusiasmo, eso sí, con el reparto atractivo que tiene no fracasará en taquilla.
ResponderEliminarhttp://wwwopinasiteatreves.blogspot.com.es/
Estoy de acuerdo, tendrá un paso discretito por taquilla. Son esas películas que sin van directas a DVD tampoco se pierde nada, pero aún y así, guarda ciertos puntos de interés, eso te lo aseguro.
EliminarUn saludo.
Has obviado por completo comentar el tormentoso pasado del prota, otrora policía y detective privado años después tras tener que dejar el cuerpo policial por un "desafortunado" incidente. Walberg no llega a dar lo necesario para que el film (que gira a su alrededor en casi todo el metraje) tenga mayor empaque. Se me quedó algo corta y limitada su actuación. Sin embargo el papel más suprimible es el de su guapa secretaria, un toque optimista y bello en su día a día que habría eliminado por completo, para sumergirlo en un desordenado y lúgubre despacho, como en tantas ocasiones hemos visto en los clásicos de film noir. Típica exigencia de los productores o conveniencia de los guionistas para hacer aparecer en pantalla una bella rubita...
ResponderEliminarSu primera mitad es bastante loable a la vez que interesante, pero se deshincha por completo al desvelar quizás demasiado pronto el doble juego que propone el film. Es a partir de entonces cuando cae en los tópicos mil veces vistos antes y que no siempre acaban por funcionar cuando se mezclan tan descaradamente. Afortunadamente el personaje de Russell Crowe funciona para poder amortiguar al caida, todo lo contrario que el de una Catherine Z Jones muy, pero que muy limitada artísticamente.
Y sí, tienes razón, el encuentro de Walberg con la caja de pistas es digna del peor telefilm que uno pueda encontrar a las 4 de la mañana en cualquier cadena de televisión...
Pero en conjunto se deja ver y uno sale del cine con la sensación de al menos no haber malgastado su tiempo, pero sí con la seguridad de ser una película que va a olvidar antes de llegar a casa.