domingo, 9 de octubre de 2016

FESTIVAL DE SITGES 2016 - DÍA 2

Ya sabemos que dentro de cualquier festival, y más en uno de estas características, un gran número de películas son trabajos de presentación de corte independiente o carnaza sin pretensiones para el gozo de un público en estado de júbilo.
Sin embargo, cada año tropezamos con determinados films sobresalientes que consiguen equilibrar la balanza del certamen, y que llegan a convencer no sólo al desprejuiciado público, sino también a la ceñuda (y cada vez menos inspirada) horda de críticos.
Es el caso de "Hell or High Water", un thriller tejano con reminiscencias de western protagonizado por un fantástico Jeff Bridges y arropado por un reparto excelente, en el que francamente, todo funciona como una máquina bien engrasada. Y hablo de absolutamente todo.
Hell or High Water (una expresión usada en clausulas contractuales que significaría algo así como "pase lo que pase") es una película sólida, sin fisura alguna, muy inteligente y mordaz, crítica a la par que sutil y filmada brillantemente en un entorno coherentemente árido.
La historia de los hermanos Howard, ex-convicto uno, padre divorciado y alcohólico el otro, atracando bancos para salvar la granja familiar y la consiguiente persecución del sheriff del condado, Marcus Hamilton (Bridges), es un ejemplo claro de que aún hay salvación en Hollywood...
Diálogos brillantes, con una extraordinaria banda sonora, buenas dosis de humor sin abandonar la magnitud dramática de la trama y una puesta en escena impecable, convierten a esta "Comanchería" (título original y quizás, lo único reprochable del proyecto), en la obra maestra del británico David Mackenzie. 



El film, rico en lecturas e ideas, propone una mirada punzante hacía los intereses de las entidades bancarias, los abogados corruptos, la doble moral o la desestructuración familiar, a la vez que dibuja personajes de gran carga humana, sinceros y sensatos, mostrando relaciones de toda índole sin esconder nada.
Un verdadero pulso a las relaciones personales plenamente desencorsetado, pues podría entenderse como un neo-western dramático, una buddy-movie de carretera o incluso como un árido ejercicio de comedia negra. En definitiva, una obra maestra que brilla con luz propia en el panorama actual.
(Redactado por Jesús Álvarez)

Siempre se agradece visionar un film de animación japonés, ligero y de carácter estudiantil.
"The anthem of the heart" se presenta como un film en donde se explora la superación por parte de la protagonista de un trauma infantil que le ha hecho perder las ganas de hablar, así que depende del e-mail y de la mensajería del móvil para comunicarse con los demás.
Las cosas empiezan a cambiar cuando su tutor la incluye en un grupo de trabajo para elaborar un musical.
Muy competente film que aúna algunos de los temas favoritos dentro de la cinematografía juvenil japonesa: angustias adolescentes, la necesidad de comunicación, el miedo a herir por las palabras que decimos, cómo encajar, padres ausentes y en medio de todo esto el instituto como bálsamo para superar el trauma.
Si bien adolece de un exceso de azúcar, amoríos y de un desarrollo algo lento, reiterativo y a trompicones donde si en lugar de las 2 horas de metraje se hubiera condensado toda la historia en 90 minutos, el producto habría salido mejor apañado. 


Pese a esto el resultado final es más que satisfactorio y terapéutico. Un film que deja un sabor de boca agradable.
(Redactado por Adrián Roldán)

Sin ser un gran amante del género zombie o de infectados, siempre lo he sido de las historias con futuros post apocalípticos o distópicos, por lo que no me pasó desapercibida la breve información que encontré acerca de "Melanie. The Girl With All the Gifts" cuando repasaba la programación del festival. La película, nos sitúa en un futuro en el que una infección causada por un hongo ha llevado a la humanidad al borde de la extinción. Pocos centros tutelados por militares a duras penas aguantan las ingentes oleadas de zombies agresivos y hambrientos de carne humana. En uno de ellos vive, junto a otros niños, Melanie, una niña amable y valiente de 10 años que pasa sus días encerrada en una celda y que solo sale de ella atada y amordazada a una silla de ruedas. Todas esas precauciones se deben a que como sus jóvenes compañeros, es uno de los niños nacidos de madres que estaban embarazadas cuando contrajeron la infección. Una nueva especie que bascula en un frágil equilibrio entre lo humano y los hambrientos seres que asolan el mundo; siendo una pieza clave en las investigaciones llevadas a cabo por el equipo de la Dra. Caroline Caldwell (la veterana Glenn Close) para crear una vacuna. La historia presenta muchos elementos comunes tantas veces vistos en los últimos años y reconocibles por cualquiera: una misteriosa infección, la conversión por mordedura en criaturas agresivas cachondas por la carne humana, militares queriendo poner orden en el mundo, el equipo de científicos buscando la vacuna contrarreloj, etc...

Sin embargo, uno de los puntos diferenciadores, destacables y acertados, es posicionar el eje de la historia desde el punto de vista de Melanie e ir conociendo ese mundo a través de sus ojos. Otro elemento que juega a favor de que nos sumerjamos en la película es la ambientación, una muy buena recreación de las calles y ciudades abandonadas, que por momentos logran que sintamos ese triste vacío y el peligro permanente por lo que puede aparecer al girar cualquier esquina.
Asimismo, alguna sorpresa acerca de la evolución de la infección a escala mundial o de los propios infectados, sirven para que la historia avance con interés hasta llegar a un tercio final en que por desgracia la cosa decae, quizás por una falta de ideas de como insertar nuevos elementos consistentes para cerrar la película de forma redonda y por culpa de una escena (por fortuna relativamente breve) vergonzosa con ese "duelo de líderes" que merecía quedarse fuera del montaje final.


No obstante, el cierre es coherente con su inicio y el mensaje que deja acerca de quien merece heredar la Tierra, no puede ser más crítico con la sociedad actual. Definitivamente una película que sin ser brillante, si que encierra suficientes aciertos como para ser tenida en cuenta para los amantes de la ciencia ficción post apocalíptica y los que busquen emociones distintas dentro del género zombie.
(Redactado por Marc Ventura)


Safe Neighborhood nos sitúa en un tranquilo barrio residencial americano, uno de aquellos en los que nunca pasa nada malo y donde en Navidades los vecinos cantan villancicos en las puertas de los vecinos, lucen brillantes adornos en las casas y todo el mundo sonríe y se desea felices fiestas. Los Lerner van a pasar la Nochebuena fuera de casa, por lo que hacen venir a Ashley, la joven de 18 años que les ha hecho siempre de canguro para cuidar de Luke, cinco años menor que ella, pero coladito por sus huesos (y por otras cosas, no seamos hipócritas a estas alturas). Siendo la última noche que Ashley pasará allí antes de mudarse para asistir a la universidad, Luke fantasea con su amigo Garrett, con la remota posibilidad de enrollarse con ella. Sin embargo, la apacible noche de pizza y película que se prevé, se ve truncada con llamadas desconocidas y la posterior aparición de un intruso en la casa. La película juega en el siempre peligroso terreno del homenaje hacia clásicos del cine, en este caso bien reconocibles como son "Scream" de Wes Craven y "Solo en casa", con guiños incluidos por si quedaba alguna duda. Sus primeros compases, son lo peor de toda la película, precisamente por esas situaciones "homenajeadas" de "Scream" y del género de los acosadores/intrusos, ya que las situaciones son demasiado conocidas, monótonas y rodadas con el piloto automático.



Sin embargo, el guión depara ciertas sorpresas y la primera precisamente es desmarcarse de lo que el espectador está esperando que ocurra a continuación a raíz de ese arranque. Si a esto le sumamos una buena dosis de humor negro y violencia, la película empieza a entretener y a jugar con el espectador. Pero todo tiene un límite y las sucesivas vueltas de tuerca que fuerza la historia para así proseguir su escalada de locura y poder avanzar, resultan cada vez un poco más forzadas e inverosímiles, y faltas de un punto de mala ostia de verdad que dejara alguna imagen para el recuerdo. La típica película resultona más efectista que efectiva, que entretiene lo justo, pero que decepciona en parte por no saber dar con la tecla justa para llegar un poco más lejos. Con todo, puede extraerse una crítica subyacente hacia lo que realmente puede esconder la fachada de los barrios residenciales americanos y de la sociedad de buena clase.
(Redactado por Marc Ventura)


Y llegó la hora de "Shin Gojira". Como fan insaciable desde tiempos inmemoriables de Godzilla y el género del kaiju eiga (el cine de monstruos gigantes japoneses) no podía dejar la oportunidad de visionar la nueva encarnación japonesa del monstruo y más tras haber sido en Japón el taquillazo del verano. Un film el cual se demarca totalmente del reciente remake americano de Gareth Edwards.
El argumento es el habitual del género. Una misteriosa erupción submarina pone en alerta al gobierno japonés quien ve impotente como de la bahía de Tokio aparece una criatura grotesca que empieza a destruirlo todo.
Es de destacar y mucho varias cosas. La primera que éste es un Godzilla totalmente diferente a lo visto anteriormente y tras 30 películas se agradece. La criatura radiactiva va evolucionando a medida que avanza el metraje y sus dos primeras encarnaciones son llamativas por lo grotesco y orgánico de su diseño. La tercera encarnación ya es el Godzilla que todos conocemos con un nuevo diseño que si bien generó polémica al filtrares las primeras imágenes, a un servidor le fascina con un aspecto demoniaco, rezumando sangre y radiactividad por sus poros y mostrando nuevas habilidades destructivas. Respecto a los efectos especiales cumplen y con buena nota mezclando el CGI con las maquetas de toda la vida con un toque retro y quedan para el recuerdo varias secuencias que son una autentica orgía de destrucción, fuego y explosiones. Además es una autentica gozada que mezclen esa música celestial y de coros divinos con las clásicas piezas de Akira Ifukube que hicieron estremecer mi corazón de fan.


Presenta varios guiños a la original japonesa Japón bajo el terror del monstruo (1954), de hecho los primeros segundos del film son calcados. Además si la original Godzilla de 1954 resultaba un exorcismo para el público japonés al ser una parábola de la caída de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en ésta el desastre de Fukushima (con momentos calcados a lo vivido en 2011) y cómo se gestionó a nivel político es el núcleo por el que gira el film. El punto más conflictivo (o fascinante según cómo se gestione) es su excesivo punto de vista político, con el 80% del metraje transcurriendo entre despachos, reuniones y planes de gobierno vomitando información y diálogos a velocidad de vértigo. Para quien esté acostumbrado al estilo de Hideaki Anno (creador de Evangelion, serie que cambió para siempre el mundo del anime) con datos, números e intertítulos por doquier aceptará sin problemas esta propuesta de despacho, aunque posiblemente agobiará al público en general. Otro punto negativo es para el personaje de la representante de EEUU en Japón con un inglés macarrónico y aspiraciones políticas de ciencia ficción (aunque con evidentes y agradecidos atributos físicos).
En resumen, un film diferente dentro del género el cual lo regenera con un tono arriesgado. Parodia política, orgía monstruosa destructiva, rayos láseres saliendo por cualquier orificio... Un film sólido, denso e interesante tanto desde el punto de vista político como para el amante de los bichos gigantes aunque debería haber compensado más los momentos kaiju con la verborrea burocrática.
(Redactado por Adrián Roldán)

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