Fahrenheit 451 nos
lleva a explorar un futuro de lo más demoledor e inquietante, imaginado por el recientemente
fallecido y fantástico escritor de ciencia ficción
Ray Bradbury. Autor clave con obras como
Crónicas marcianas o esta misma, entre muchas otras. Uno de los autores del género más reconocido y que a lo largo de su vida ha contribuido de formas bien distintas a la industria del cine. Con algunas adaptaciones para la gran pantalla de historias suyas como:
Vinieron del espacio (
It Came from Outer Space), ya comentada en el blog,
El hombre ilustrado,
The Picasso summer o
El monstruo de tiempos remotos. También en su faceta de guionista para otras películas o series; y mediante colaboraciones con referentes del nivel de
Alfred Hitchcock o
John Huston, por ejemplo.
Y es que uno no puede dejar de preguntarse al ver
la cantidad de films de ciencia ficción con guiones risibles que llenan
continuamente los cines, porque no
recurren más a obras sobradamente contrastadas para su adaptación
cinematográfica de autores como
Philip K. Dirk, el propio
Bradbury,
H. G. Wells,
Orson Scott Card,
Isaac Asimov y un largo etc... de verdad que es un misterio sobre el que cuesta encontrar respuesta.
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El equipo de bomberos saliendo para una nueva intervención... |
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La quema de libros según dicta la ley... |
Aunque
luego, cuando se confirma la existencia de un proyecto para trasladar
al cine una novela de cualquiera de estos autores, a uno le entren
sudores fríos ante la posibilidad de ver como muy probablemente, nos
encontremos que una vez más no han sabido captar el espíritu del
original. Para este 2013 nos aguarda la versión cinematográfica de
El juego de Ender, basado en la novela homónima de
Orson Scott Card, ya veremos, porque sin duda la obra original va a requerir de un buen guión para sabernos trasladar el imaginario que relata el libro.
Sin embargo, y volviendo atrás en el tiempo, para la adaptación a la gran pantalla de la obra de
Bradbury que comentamos hoy, se eligió a
François Truffaut,
uno de los cineastas más reconocidos del momento, y el máximo exponente del movimiento de la Nouvelle Vague que en Francia llevaba años rompiendo con los esquemas del cine clásico de entonces. Suya fue la responsabilidad de escribir el guión y dirigir la película, adentrándose en un género, la ciencia ficción, con el que no había trabajado anteriormente. Seguramente en manos de un director americano habría resultado muy distinta, más convencional sin duda. Pero aquí se nota su sello personal en la manera de rodar y trasladarnos en imágenes ese futuro imaginado por
Bradbury.
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Montag hablando con una inteligente Clarisse que sembrará la duda en su alma... |
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Enganchados delante de la pantalla... |
Desde el tono frío de sus imágenes, con un look general que nos recuerda a ciertas obras de ciencia ficción rusas o de Europa del Este (tipo
Solaris); pasando por el detalle de que para las dos mujeres protagonistas del film, Mildred (la mujer de Montag) y Clarisse, una de las líderes del
movimiento de la resistencia que intenta evitar la desaparición total de
los libros, eligió a la misma actriz: una excelente
Julie Christie, y las rodó en la mayoría de planos de forma bien distinta, abundando para
Mildred enfoques laterales, mientras que para la segunda planos frontales.
La historia nos plantea un futuro distópico en el que el acceso a la cultura por parte de la población mediante los libros, se considera un crimen y está penado incluso con la muerte, escudándose el Gobierno que lo hace para evitar los sufrimientos generados al acceder a sus contenidos a la gente. El cuerpo especial de bomberos es el encargado de lidiar con este problema, localizando tanto a los responsables como los libros escondidos para proceder a su inmediata incineración.
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Descubriendo que esconde un libro en su interior... |
Uno de estos bomberos es Montag (
Oskar Werner), quien se está labrando una prometedora carrera hasta el momento en que el casual encuentro con una joven llamada Clarisse, despertará en él la curiosidad por leer el contenido de alguno de los libros que se dedica a quemar. De esta forma, en su siguiente intervención y antes de rociar con queroseno todos los libros, se lleva uno para leer en su casa, sin saber que esto cambiará para siempre su percepción de la sociedad en la que vive y lo más importante todavía, a él mismo...
Fahrenheit 451, refleja de forma clara y certera algunos de los distintivos de las sociedades totalitarias como fueron la Alemania nazi o la Rusia comunista. El propio
Bradbury
reconoció que Fahrenheit se basaba en las quemas de libros propugnadas
durante el nazismo, así como en las purgas culturales de
Stalin, aunque podríamos extenderlo a las hechas por Mao en China o cualquier otra. Siendo
de esta forma una película que nos habla de las sociedades que quieren
prohibir la cultura, la educación, evitar el acceso al conocimiento como uno de los métodos para dominar más facilmente a una población, que de otra manera podría girarse en contra del gobierno. Asimismo, sorprende la clarividencia de la sociedad futura que tuvo, al mostrarnos una población mansa que consume ingentes horas de su vida plantados delante de
televisores planos como los actuales, viendo programas interactivos de pura telebasura.
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Beatty convenciendo a Montag del peligro de los libros... |
Una sociedad donde el consumo de drogas y tantas horas de contemplación delante de las pantallas, ha anulado casi completamente las emociones de la gente, dejándoles en la completa ignorancia de la realidad en la que viven.
La película tiene grandes momentos que nos van a hacer reflexionar mucho sobre la implicación de esta frialdad con la que queman los libros, control total de la sociedad, ver como son adoctrinados los niños en la escuela, la ironía de que se llame cuerpo de bomberos al equipo de incineración o el lirismo de su final... pero si tuviera que destacar un momento en concreto, me parece encomiable el discurso que le hace Beatty (
Cyril Cusack), el jefe de Montag, acerca de lo que dan de sí los libros, cuando empieza a atisbar una sombra de duda en su fiel ayudante. Excelente momento en el que descalifica a las novelas por tratar sobre gente que no existe, un libro sobre el cáncer porque solo haría cundir el pánico entre los fumadores o desprestigiando la filosofía y sus autores que solo saben decir "
yo tengo razón", mostrándose muy inteligente y astuto.
Otro aliciente del film es su buena banda sonora, a cargo de uno de los nombres más reconocidos: el gran
Bernard Herrmann, a quien hemos de agradecerle su gran trabajo en obras como
La guerra de los mundos,
Ciudadano Kane,
Taxi
driver, colaborador en muchas de las grandes obras de
Hitchcock como
El hombre que sabía demasiado,
Vértigo o la célebre
Psicosis.
Una película que quizás ha quedado algo olvidada por el público en general, pero que merece sobradamente que sea reivindicada, descubierta o revisionada nuevamente, pues tiene lo mejor que uno puede buscar dentro de la ciencia ficción.
En el año 2002 se estrenó una película que todavía permanece inédita en nuestro país y que respiraba un aire muy similar
al de Fahrenheit 451, se trata de
Equilibrium con
Christian Bale tomando
un papel muy similar al de Montag aquí. Y que también es una
interesante obra de corte más moderno, no tan buena, pero que merece ser rescatada para
completar una buena sesión de futuros distópicos.