O aún peor cuando se ha tirado por la vía del lésbico buscando solo despertar el morbo del espectador; solo en contadas ocasiones se han molestado en recrear una historia donde las mujeres sean mujeres, delincuentes sin duda, pero mujeres con todo lo que ello llega a representar y trasladar a la gran pantalla su día a día y que este sea creíble. Sin remisión lo logra, explicando una historia cargada de dramatismo sin dejar por ello utilizar algunos de los clichés casi imprescindibles de toda cinta de cárceles que se precie, ya sea una celadora corrupta y violenta que haga la vida imposible a la reclusas, los trapicheos dentro de la cárcel, las celdas de aislamiento, las jerarquías creadas con una serie de privilegios de los que disfrutan unos pocos o las vistas para las concesiones de las ansiadas libertades condicionales.
Pero no adelantemos nada más y vayamos al principio de la historia, donde vemos el ingreso en prisión de una joven de tan solo 19 años llamada Marie Ellen (Eleanor Parker) tras ser declarada cómplice de un atraco, cuando en realidad estaba en el lugar equivocado por culpa de su ingenuidad al dejarse arrastrar por su joven marido de solo 15 años, muerto durante el atraco. En el reconocimiento médido se entera que está esperando un hijo y si bien esto la ilusiona, el no poder cuidarlo cuando nazca la entristece enormemente.
Tras pasarse dos semanas depresivas en la sala de aislamiento esperando pasar con el resto de reclusas, se entrevista con Ruth Benton (Agnes Moorehead), la directora del centro, una mujer que está intentando implantar métodos más humanos en contra de los vigentes entonces en los penales, pero que tiene una lucha imposible contra un reducidísimo presupuesto y unos intereses políticos que la superan. Viendo su estado, intenta ayudarla decidiendo que tenga un trabajo tranquilo en la lavandería, sin embargo, Evelyn Harper (Hope Emerson), una corrupta celadora, al ver que no puede sacarle ningún beneficio a la nueva reclusa, se dedica a boicotearla continuamente. Esto unido a la tentación de asociarse con otras reclusas en actividades delictivas para facilitar su vida, hacen que su firme decisión de mantenerse lejos del crimen no sea nada fácil mientras cumple sentencia.
Por otro lado, se agradece como he comentado más arriba el retrato más realista de lo que podría ser una cárcel de mujeres, que sin estar exentas de culpa ni de los problemas que como criminales tienen, dejan entrever a la mujer que hay detrás con escenas como la petición de un peine antes de que le hagan la fotografía de ingreso por parte de Ellen, los trapicheos y regalos en forma de soborno como maquillaje y otros útiles femeninos y la chocante escena del rapado de cabeza. El guión hace una dura crítica hacia un sistema penitenciario que lejos de ayudar a reeducar y reinsetar socialmente a los presos, los maltrata a la primera de cambio ofreciendo pocas posibilidades para empezar de nuevo, fomentando con ello que vuelvan a cometer crímenes que los metan de nuevo entre rejas. Prueba de ello son las escenas con las vistas de concesión de las libertades condicionales y que de igual que me ha pasado a mí, a más de uno es posible que le recuerden a las de la célebre Cadena perpetua. Con todo es una sólida película que sorprende por el tono casi fatalista que desprende con una historia llena de escenas para recordar, bien rodada y con un precioso blanco y negro que ayuda a crear una atmósfera triste y deprimente. Una más que interesante propuesta para ver una de cárceles desde otra óptica.
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