Hace 28 años se estrenaba Tron, una película que será recordada sobretodo por su look innovador, hacer uso por primera vez de animaciones por ordenador y recrear de una manera física el mundo de los programas, algo totalmente abstracto. Casi a todos a los que nos pilló de pequeños nos pudo pasar lo mismo, no entendimos nada más allá de que luchaban buenos contra malos, pero algunas imágenes nos quedaron marcadas, como las carreras de motos de luz. Algún que otro guionista con pocas ideas y pocas ganas de trabajar, debió pensar que con la evolución de la tecnología digital y un pequeño lavado de cara, podría hacerse una secuela de aquella. Y eso es lo que es "Tron Legacy", un remake disfrazado de continuación de película. Inicialmente nos situamos en los años 80, en casa del programador Kevin Flynn (Jeff Bridges) quien está creando un mundo paralelo dentro de lo que denomina como "la red" y le explica a su hijo que algún día se lo enseñará todo (para cinéfilos, en la pared de la habitación del niño hay un poster de "The Black hole (el abismo negro)", otra producción de ciencia ficción de la Disney o figuiritas en las estanterías de la primera Tron).
Sin embargo ese mismo día Kevin desaparecerá sin dejar rastro, marcando la vida de su hijo. Con 27 años Sam Flynn (Garrett Hedlund), el hijo de Kevin, es un experto programador que se niega a seguir los pasos de su padre y vive al margen de todo, ejerciendo de hacker ocasionalmente para sin dirigir la empresa de su padre, poder hacerla ir por donde él quiere.
Un día un compañero de trabajo de su padre recibirá un aviso de éste en un antiguo busca y Sam empezará a investigar su desaparición.
Sin tiempo para darse cuenta de como ha ocurrido, Sam se encontrará transportado a un mundo irreal, La red. A partir de aquí y casi sin tiempo de pensar, nos encontraremos con unas peleas de discos de luz bien conseguidas y luego con una de las míticas carreras de motos de luz y la búsqueda de su padre, quien lleva atrapado allí 20 años, cerrando unos primeros 40 minutos muy prometedores, con una música potente, con ciertos toques de los años 80.
Sin embargo el ritmo cae estrepitosamente la siguiente media hora, con la presentación de los personajes y una cierta explicación un poco sosa de todo lo que está ocurriendo allí, donde CLU, un programa creado por su padre se ha erigido como dictador de ese mundo. El guión en esta parte se resiente de no aportar ideas frescas y haciendo difícil mantener el interés del espectador. Algunos personajes quieren tener carisma y marcarnos, pero ni de lejos lo consiguen. Solo es en el tercio final cuando vuelve a haber algo de acción y la cosa se anima con 30 minutos con bastante ritmo que consiguen cerrar la película de una forma decente pero no satisfactoria. Te queda la sensación de que esto daba para bastante más, que solo se ha arañado en la superficie y se ha dejado pasar una buena ocasión para hacer una película más perdurable en la memoria.
A nivel técnico nada a reprochar, es espectacular y nos hace ver el abismo que hay entre los efectos actuales y los de la primera Tron. Está bastante bien conseguido en ciertos momentos la recreación de un Jeff Bridges con 28 años menos, aunque en algunas escenas se siga notando que está hecho por ordenador, ya queda menos para ver personajes hechos 100% por ordenador y que no cante a quilómetros que no son reales. La música sí está bien elegida y sabe aportar su grano de arena para dotar de mayor fuerza a las imágenes.
De las actuaciones nada que decir, ni bueno ni malo, es lo que cabe esperar de un producto de factoría Disney y más cuando todos los actores han tenido que trabajar sobre fondos azules teniendo que imaginarse sumergidos en un mundo irreal que no está allí. Una película para simplemente pasar el rato y no buscarle tres pies al gato como podía ocurrir con Matrix.
Después de intentar entretenerme con esta secuela, he de confesar que no me enamoró en absoluto, e incluso cuando ya llevaba 5 minutos de efectos especiales, nada me sorprendió ya. Colores simplones, movimientos frenéticos, caras guapas haciendo cosas chulas, no sé, defraudado y algo engañado porque no llega a representar a nivel técnico lo que su ochentera versión significó. Debería estar por encima de las actuales producciones, y está a ras. Un intento casto y caro, pero nada entrañable.
ResponderEliminarMi nota, un 5,7