En la linea de Open Water (Chris Kentis 2003) y basada en hechos reales (ignoro hasta qué punto) la película se erige como una de las mejores versiones de este sub-género.
Los mentados amigos no tardan en situarnos donde queremos, en una encrucijada que obliga a tomar una decisión a vida o muerte, siendo ambas opciones igual de peligrosas. Por un lado se podría uno quedar encima del bote volcado, a la espera de ayuda y rezando por no hundirse. Por el otro, animarse a cruzar a nado demasiadas millas de océano esperando encontrar la isla de las tortugas, esquivando los pormenores lógicos de esas aguas.
El recorrido por el agua se asoma arriesgado, pero es el que toma la mayoría, siendo atacados ferozmente por un tiburón blanco muy creíble. Cierto es que la tensión se hace evidente y la sensación de ahogo y de incluso agotamiento se transmite con fuerza y criterio.
Como personalmente me gusta ese tipo de terror, me situé en seguida, pero destacaré la gran capacidad de la cámara para enseñarnos desde una excelente perspectiva el suspense que se vivió allí. Consigue hacernos participes y notar el agua por el cuello, el cansancio en nuestros cuerpos y el avance sigiloso pero constante del animal depredador en cuestión.
Si es sus intentos anteriores (Open Water 1 y 2) el tiburón siempre era como fantasma, aquí nos lo muestran como uno más, acaparando nuestra atención completamente. Y eso, es espeluznante.
Por otra parte, el reparto no es nada del otro mundo y la ambientación fuera del agua adolece de la inestable factura australiana, aún situada por debajo de las mejores producciones internacionales.
Una angustiosa historia sin muchos finales felices que te hacen recapitular la agonía vivida por estas personas, alegrándote de estar en casita cobijado con la manta y un café.
No hay comentarios:
Publicar un comentario