
Pero todo genio tiene sus obras menores, y la que tenemos hoy entre manos sin duda lo es; todo y tratarse de una más que correcta película, notable en algunos de sus aspectos, en otros no es todo lo redonda que se presumía en un inicio y eso ha hecho que se me haya quedado un tanto corta de lo que esperaba de ella. Su arranque es muy prometedor, con la liberación de Maineken y toda una serie de planos en los que se juega con las sombras o ciertos obstáculos que no nos permiten ver la cara de Wilson, encarnado magníficamente por un Edward G. Robinson que siempre fue una garantía en todo tipo de papeles, y del que solo vemos la pipa que fuma (esto promete...). La intriga inicial muy bien llevada en su tercio inicial sabe generar tensión (la escena del bosque, por ejemplo), pero poco a poco va perdiendo fuelle y diluyéndose por culpa de un guión que presenta algunas lagunas que la acaban por lastrar en su desarrollo y resolución (la manía de arreglar relojes sobra, siendo demasiado evidente y simple). El propio Welles siempre renegó de esta obra catalogándola como su peor película, por un lado comentando que no puso demasiadas ganas en su elaboración (se desentendió del todo del guión, que acaba siendo lo principal en una película y el apartado más flojo aquí), así como una queja hacia el montaje final que presentó la productora en el que según decía se habían eliminado escenas claves para entender su desarrollo.
Quizás sea verdad, pero lo que está claro es que si nos ponemos a sacar punta al lápiz y uno se detiene a pensar detenidamente todo lo que va ocurriendo, ve que algunos hechos se suceden sin demasiada lógica o congruencia con lo acontecido anteriormente. ¿Faltan escenas que nos harían cambiar esta percepción? Quien lo sabe, la única realidad es la edición en DVD no contiene ningún extra de "escenas eliminadas" o alguna mención a todo ello, cosa nada sorprendente, pues ya estamos más que acostumbrados a ediciones no sencillas, sino muy pobres en cuanto a sus contenidos adicionales. Por todo ello me sorprende enormemente su nominación a los Oscar en el apartado de mejor guión...
A pesar de todo lo comentado hasta ahora, ni que decir que la película tiene sus aciertos y virtudes, por lo que acaba siendo un más que correcto entretenimiento, se nota que quien está detrás de las cámaras es un artista, desganado tal vez en esta ocasión, pero deja claras muestras de su clase con un buen uso de la cámara, unos picados y contrapicados en la torre del reloj notables, y algunos buenos diálogos como el de la cena o ciertos momentos que saben crear expectación y tensión en el espectador.
Por otro lado los actores están francamente bien, además de Edward G. Robinson, el propio Orson Welles sabe darle la réplica con una actuación que sí está a la altura de su capacidad, haciendo que los momentos que comparten en pantalla estén logrados, aunque uno se da cuenta de que se podía haber sacado mucho más de su duelo.
La temática de la película debe verse como una consecuencia lógica y oportunista del fin de la guerra y el inicio de los Juicios de Nurenberg, en el que los responsables de la barbarie nazi fueron llevados ante los tribunales para responder de sus actos. Así pues es fácilmente entendible que la RKO decidiera encargar este trabajo a Welles, sabedores que todo y siendo un proyecto de bajo presupuesto, el público iba a estar receptivo a films que dieran caña a los nazis con la persecución de los que habían logrado huir de la justicia.
Siendo un título que no está a la altura de su director, sirve perfectamente como una buena distracción, pues sus escuetos 90 minutos no permiten que se nos llegue a hacer larga en ningún momento. Una lástima que Welles no pusiera aquí todo su empeño, pues seguro que habríamos tenido entre manos otra gran obra que sumar a su larga lista.

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