viernes, 19 de octubre de 2018

FESTIVAL DE SITGES 2018: JUEVES 11 DE OCTUBRE (DÍA 8)

Tras varios años tratando de encontrar financiación, por fin el proyecto cinematográfico para adaptar "Superlópez", el popular cómic de Jan, se ha convertido en realidad, y ya aterriza, nunca mejor dicho, en nuestras salas.
Sitges 2018 se ha reservado el privilegio de su estreno mundial, algo que su director, Javier Ruíz Caldera, natural de Viladecans, como fiel asistente al festival que ha sido durante años, le resultó un auténtico placer, pues ver proyectada su película en el enorme Auditori siempre es y será un orgasmo profesional.
Difícil empresa fue la concepción de su guion, ya que tomarse ciertas licencias en su traducción al cine podría haber hecho enfadar a una legión de seguidores puristas; sin embargo, haberse empeñado en respetar solo las viñetas de Jan a toda costa, hubiera podido, de igual forma, no funcionar en pantalla. 
Por suerte, el film ha caído en buenas manos, y el cineasta catalán, fan declarado de los cómics, se ha esforzado en otorgar un equilibrio entre el original y su difícil traslación al lenguaje cinematográfico, consiguiendo un resultado ciertamente agradable, en tono y forma, muy divertido (aunque quizás en exceso políticamente correcto) y bastante fiel, además de agregar ideas nuevas, que enriquecen en su mayoría, la historia de base.
Uno de los principales retos era escoger bien al personaje central, pues todo orbitaba alrededor de sus expresiones, torpeza gestual y semblante cómico. Se barajaron nombres como José Mota (que creo, lo hubiera decantado mucho al puro gag), o Imanol Arias, que habiendo sido Anacleto en el previo proyecto del director, quedaba lógicamente descartado.

Rovira como Superlópez
Tras meditarlo mucho y vencer sus posibles temores a no dar la talla, el cómico/actor Dani Rovira se enfundó finalmente el destartalado traje y asumió con descaro el desafío. Lo cierto es que nada se le puede reprochar al malagueño, más allá de algunos tics característicos e inevitables de su interpretación, casi nunca molestos. Si bien encarna a un Juan López algo más joven de lo esperado, consigue dotar al personaje de un cierto carisma y sabe plasmar la noble pero torpona forma de ser del paródico superman ibérico con bastante puntería, pudiendo afirmar que fue un acierto de cásting.
Un café con leche y un cruasán, cosas que no cambian
Acompañado por un elenco de rostros conocidos como el "chanante" Julián López (divertidísimo), Alexandra Jiménez (por la que siento especial predilección) o Maribel Verdú, se ha conseguido realizar una comedia ligera a la par que singular, con unos fantásticos efectos gráficos (por momentos incluso soberbios) y así hacernos disfrutar, esta vez en carne y hueso, del más famoso superhéroe catalán (recordemos que su nave se estrelló en Lleida).
Estamos frente a una cinta de aventuras sin mayor pretensión que hacernos disfrutar, que desprende humildad, respeto y cariño, subraya valores clásicos y que sabe, en todo momento, reírse de sí misma.
Algunos esgrimirán que le falta empuje, más mala uva o que se queda corta en su afán de retratar al héroe con bigote, pero al menos yo, he tenido una sensación muy similar al terminarla que cuando leía sus historietas. Misión cumplida entonces. ¡Ah!, y que alguien financie la secuela, gracias.

J.A.


"Valley of Shadows" (Skyggenes Dal), primer largometraje de Jonas Gulbrandsen, es una extraña aportación noruega al mundo del fantástico, tímidamente cautivador y ¿sobre?cargado de imágenes sugerentes, casi gélidas, donde no todo funciona pero que sí logra impregnarnos de una atmósfera de ensoñación, que juguetea con lo esotérico, y aportando al género algo más sobre ese desconocido pero apasionante subcultura escandinava sobre lo mágico y eterno.
Estamos ante una pequeña historia de un niño de apenas 6 años, Aslak, que vive junto a su madre en una zona remota de Noruega. Una trágica noticia que conmociona a la mujer, de inmediato precipita al introvertido joven a tratar de entender lo sucedido y embarcarlo en un viaje de crecimiento personal, en solitario, tanto físico como espiritual, a través del impresionante entorno natural noruego, percibiendo desde la óptica intacta de un niño los misterios y realidades del mundo que le rodea.
Lo subjetivo se distorsiona aquí con la realidad de forma severa, a niveles casi metafísicos, dentro de un film que tiene su principal baza en el enclave donde todo sucede, pues la fuerza de la Naturaleza otorga, por sí sola, un enorme poderío visual. Reminiscencias culturales autóctonas (que a buen seguro se me/nos escapan), junto a otras fuentes más manidas como la licantropía o el imaginario infantil se dan la mano dentro de un contexto que bebe de lo gótico y lo terrorífico, pero sobre todo de lo sensorial, convirtiéndose en una experiencia cercana a lo íntimo.
Razonablemente interesante, el filme sin embargo cae a menudo en el tedio por su fuerte apuesta de un ritmo en exceso onírico y pausado, afectado de demasiada intencionalidad emotiva. Sin el menor género de dudas, se trata de un diminuto proyecto repleto de valores, capas psicológicas y diferentes lecturas acerca de la transición generacional, el crecimiento espiritual o la difícil aceptación de una pérdida, además de servir como terapia al autor, en mayor o menor grado.

El pequeño Aslak, en su periplo vital

Poderosas imágenes cargadas de poesía inundan el pequeño film noruego

A pesar de que el fondo y la forma son coherentes entre sí (cosa que aplaudo), llegan también a provocar, al mismo tiempo, dos caras de una misma moneda. Lo que sirve a Gulbrandsen como escenario de su triste y educativa narración, nos adormila y a veces anestesia, a poco que desconectemos un minuto (que sucede). Su apagada puesta en escena, silenciosa y contemplativa, aunque bella y visualmente agradable, acaba por resultar narcotizante, y la omnipresencia del niño protagonista, expresión paroxística del ario de ojos azules y pelo dorado, enfría más si cabe la obra.
No resulta encomiable pero aporta un poco de aire nuevo al cine fantástico con sello de autor, además de indagar en conceptos complejos del ser humano, explorando campos de difícil transitar. Eso siempre se agradece, aunque el espectador no se enamore.

J.A.

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