jueves, 19 de diciembre de 2013

EL HOBBIT 2ª PARTE: LA DESOLACIÓN DE SMAUG (2013)


Esta continuación de "El Hobbit" de Peter Jackson, al igual que con sus otras dos partes, sin duda se contemplan como los blockbusters navideños por excelencia.
Su estreno mundial, este pasado viernes 13 de Diciembre, era la fecha señalada en rojo por las industrias MGM y New Line Cinema para acabar de colapsar sus ya hermosas y rebosantes arcas, como todos nos imaginamos.
Aunque es indiscutible que se volverán a frotar las manos de nuevo este año, también es cierto que esta secuela estaba un poco obligada a levantar el vuelo de su predecesora, que pecaba de excesiva en muchos pasajes (esos interminables "corre-que-te-pillo" en las cuevas subterráneas) o de artificiosa en otras (los lamentables gigantes de roca) y que pese a ser bastante rentable (84 millones de dólares en el 1er fin de semana en los USA), no consiguió ser el super taquillazo rompedor que prometía (por ejemplo, ante los 115 millones del Spider-Man de Sam Raimi en 2002).
Esta segunda parte, como sucediera en "Las Dos Torres", tiene a su favor que la situación ya está explicada, y tan sólo hay que seguir la excursión con todos esos más o menos peligrosos altos en el camino.
Como ya vimos en la estirada primera parte, Gandalf y el grupo de enanos se reúnen en casa de Bilbo Bolsón con intención de volver a recuperar su hogar (y de paso sus riquezas) en su añorada Montaña Sagrada, custodiada desde tiempo ha por un enorme dragón de nombre Smaug.
Sobra decir que el viaje continúa y que ahora toca sortear todo tipo de adversidades por el camino, como más legiones de orcos y derivados (ya me pierdo), arañas gigantescas, bestias horrendas, hechizos negros o incluso de los hombres, quizás los peores (con el permiso del locuaz Smaug).
Lo primero que debo decir tras su visionado es que tuve una sensación de déjà-vu durante casi todo el film, como si de una experiencia vivida se tratase, que si bien obviamente le resta intriga al entuerto, no es necesariamente algo negativo, ya que continúa con coherencia esa atmósfera previa que es la Tierra Media ideada por el neozelandés.

La apartado visual : el punto fuerte de la nueva trilogía
Pero mejor entremos en materia: en "El Hobbit: La desolación de Smaug", seguiremos las nuevas andaduras del grupo de guerreros con un interés ya comedido, pues sabemos que aunque los "simpatiquitos" enanos se enfrenten una y mil veces contra vientos, mareas, rocas o aceros, sufran enfermedades oscuras o les hagan presos en las mazmorras del Bosque Negro, saldrán con muy pocos rasguños y superarán juntos todos los peligros (...).
Una galería de nuevos personajes se nos presentan (el "cambia-pieles" merece un spin-off por sí sólo), desconocidos enemigos se suman a los conocidos para acecharles más aún, los elfos toman protagonismo (y no siempre para bien), y un nuevo pueblo de "hombres" hace aparición, ya que viven cerca de la citada Montaña y continúan angustiados por el miedo al dragón.

La huida en los barriles, una idea fantástica convertida en atracción de parque acuático
Tauriel y Legolas, algo se huele en el aire
Gandalf, el gris, como de costumbre, de lo mejor del film
De nuevo asistiremos a traiciones, vibrantes enfrentamientos, notables momentos de tensión, oxigenantes bromas e incluso triángulos amorosos imposibles (¡ver para creer!). Volveremos a comprobar el impresionante nivel técnico de la saga (que no parece tener límites) y disfrutaremos del mejor diseño de un dragón que nos haya regalado el cine en más de un siglo de historia.
Nos volveremos a deleitar con su genial acompañamiento musical, idóneo aunque algo omnipresente, con algunos escenarios y situaciones realmente brillantes (cromáticos sí, pero alucinantes) y con un ritmo narrativo creciente y casi sin altibajos, que sin duda fue la asignatura pendiente de su antecesora.
Superior a "Un Viaje Inesperado" en muchos aspectos, esta segunda parte además termina por revitalizar el "fantástico" en toda su esencia, reivindicando el tan olvidado y maltratado subgénero de "espada y brujería" en particular, con ahora sí, más que notables resultados.
El esquema argumental se asemeja mucho a lo que ya vivimos en la trilogía previa, incluso hay momentos de ruborizante parecido, pero la historia principal funciona muy bien por sí misma y nos abre un abanico de subtramas a cuál más interesante (incluso más que la lucha, por momentos agotadora, contra el temible Smaug).

La hora de la decepción final, no hay manera de adentrarse en los dominios de Smaug.
Bilbo, "el saqueador", tratando de no despertar a la bestia
1) El duelo entre Gandalf y el "Nicromante" es del todo épico. Ubicado en unas oscuras ruinas de infinita belleza visual y dentro de una secuencia brutal e impactante, proporcionándonos uno de los momentos más geniales de toda la saga (y viendo por fin al mago gris en plena batalla en solitario).
2) El arte conceptual de Esgaroth, la ciudad del Lago es absolutamente espectacular, con un diseño de producción al alcance de muy pocos en esta industria y un alarde inagotable de imaginación y delirio por el detalle. Además, todo lo relacionado con el personaje de Bardo resulta muy estimulante, y promete ser merecidamente definitorio en el desenlace final.
3) El agrupamiento de las tropas del Mal, quizás apresuradamente trazadas en la primera parte, aparecen aquí con impecable perfilado, aumentando por primera vez la sensación de peligro en la trama, mejorando otro punto fallido en el film previo.
Aunque no todo es de color de rosa, ni mucho menos. Algunos aspectos más desacertados no se disimulan entre tanto acierto técnico y estilístico, aunque cueste reconocerlo.
Escenas interminables de parque de atracciones (la huida de los enanos en los barriles, alargando sin sentido una idea genial), personajes y amoríos con calzador (el affair entre Kili, el enano menos enano, con la guapa elfa Tauriel, además del celoso Legolas), el aparatoso y desconcertante plan para vencer a Smaug (con palancas y poleas mareantes), los incesantes efectos oportunistas de sonido (aparece el anillo, música de anillo, se habla de la Comarca, música de la Comarca....) o algún que otro desliz no tan genial como el resto (Legolas montando a caballo por el puente, el peor efecto del film) hacen que en global no se pueda considerar como una obra maestra; excepcional a menudo, sí, pero una monstruosa película que no resulta en definitiva del todo redonda.

Gandalf adentrándose contra el Nicromante. Una batalla épica.
El dragón Smaug, una proeza visual sin precedentes.
Por eso, y aún superando en muchos aspectos al primer film de esta nueva trilogía, "La Desolación de Smaug" sigue estando por debajo del tríptico del anillo, que en mi opinión, y al igual que pasa con el libro, tenía mucho mejor material de base. Y contra eso, poco se puede hacer.

http://www.filmaffinity.com/es/film919815.html

2 comentarios:

  1. Una vez encontrado el momento para sentarme y darme un atracón de casi 3h de Tierra Media, la sensación que me ha dejado la segunda parte de esta mastodóntica saga es de una relativa decepción. Relativa en el sentido que la primera parte ya estaba muy por debajo de lo que dio el tríptico de Lord of the Rings, por lo que no esperaba que levantara el vuelo hasta cotas tan altas, pero sí que dejara de lado muchos de los defectos que se le veían a "Un viaje inesperado”. Pero parece que los defectos siguen allí, no se han corregido ni lo van a hacer a estas alturas. Lo más triste a estas alturas es tener el convencimiento que el origen de muchos de estos males es el propio Peter Jackson, un cineasta que hace algo más de una década, recibió el enorme encargo de llevar a la gran pantalla la gran obra de J.R.R.Tolkien. Para sorpresa de muchos, lo que parecía intrasladable de las páginas al cine, se logró y con una gran nota. Desde mi humilde opinión, creo que Jackson llegó a ese proyecto como un niño al que sus padres cambian de escuela y se encuentra en medio del recreo donde todas las caras son nuevas, temeroso de no encajar y a verlas venir. Y se notó el respeto que tuvo con la obra original para intentar plasmarla lo más fielmente posible, tomándose alguna que otra puntual licencia, sí (como las jocosas bromas a costa de Guimli o ver a Legolas haciendo skate sobre un escudo de un orco), pero todo ello quedaba finalmente engullido y disimulado en medio de la grandiosidad de la saga del anillo. Han pasado muchos años y Peter Jackson ya no es aquel niño tímido, ahora todos le conocen, se sabe el matón del patio y hace lo que le place, solo faltaría. Y es aquí donde empiezan todos los problemas de esta saga, que más o menos intenta trasladar a la gran pantalla la breve historia de El Hobbit. Todos los excesos que ya ha demostrado en otro de sus trabajos post-Lord of the Rings, me refiero al flojo remake de King Kong, (las avalanchas de diplodocus, la subnormal lucha entre Tyranosaurus colgados de lianas, personajes banales y un metraje del todo exagerado), se vuelven a plasmar aquí. ¿Qué decir de la vergonzosa atracción de feria con los enanos bajando por ese río digital, con orcos por todas partes y elfos saltarines de aquí para allá? En algunos momentos no tenía claro si estaba en una película o en una de esas transiciones entre niveles de un videojuego de última generación. El empeño de trabajar en interiores y fiarlo todo al retoque digital es exagerado. Tenemos contadísimos planos donde la grandiosidad de Nueva Zelanda luzca realmente como hiciera en el pasado (sí, seamos exigentes). Si amamos cielos imposibles, neblinas forzadas y luces irreales, el maestro Jackson nos trae 3h de ellas, agotando al personal con efectos y más efectos. Siempre que un personaje dobla una esquina es para vislumbrar una enorme panorámica de lo que sea (las entrañas de la montaña de los enanos se nos mostrarán por activa y pasiva dando la sensación de ser un espacio infinito), aparte de efectos penosos como un Legolas montado a caballo recorriendo un puente o la incomprensible oleada de orcos persiguiendo a los enanos por todas partes.

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  2. PARTE 2:
    Como parece que Peter Jackson es consciente de lo endeble del proyecto, la forma descarada que tiene de darle más cuerpo, es remitirnos continuamente a su exitosa saga anterior, haciendo por momentos que esto parezca más un preludio de Lord of the Rings que la adaptación de El Hobbit (cansino el recurso de encajar con calzador escenas donde la música de Howard Shore nos remita a su otra trilogía, hacer aparecer personajes como Legolas y darle un protagonismo al anillo que no debería tener aquí). No comment al love affaire entre elfa y enano… el guión lo exigía… seguro… Afortunadamente tiene buenas secuencias, nada más faltaría, pero que quedan dispersos entre mucha morralla y paja, quedando como pequeños oasis que nos dan aire a lo largo de este eterno corre que te pillo. Algunos momentos en el bosque negro con la aparición de las arañas y ese ambiente desasosegante y oscuro (aunque luego lo estropee alargando hasta el hastío la lucha con las arañas de marras). Los breves minutos de Gandalf enfrentado al Nigromante son realmente épicos, unos momentos emocionantes, que si comparamos con la mayoría de situaciones del resto del film, nos damos cuenta del bajo nivel de muchos de ellos. Una gran ambientación del pueblecito al lado de la montaña de los enanos, por momentos llegas a creerte todo lo que allí ocurre. El diseño del locuaz Smaug, brillante sí, siendo la demostración de para que debería usarse el CGI de manera más puntual en el cine. “La desolación de Smaug” termina siendo una carísima atracción de parque de atracciones, con múltiples loopings, aceleraciones, velocidades de vértigo, de las que cuando uno se baja se siente algo mareado y con pocas ganas de repetir. Pues eso, bienvenidos al mundo de Peter Jackson, para bien o para mal. Un 6 le daría yo.

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