sábado, 22 de octubre de 2016

FESTIVAL DE SITGES 2016 : DÍA 9


"Insensibles", la ópera prima del hispano-francés Juan Carlos Medina (nacido en Miami, de padre español y madre francesa), consiguió en el Festival de Sitges de 2012 hacerse un hueco entre los films nacionales a concurso, y en cierto modo, logró despertarnos la curiosidad, aún sin entusiasmarnos, por su cine.
Ahora en 2016, y tras años luchando por hacerse con los derechos sobre la novela del inglés Peter Ackroyd, "Dan Leno and the Limehouse Golem" (1994), estrena su segundo largometraje, de mayor factura y pretensiones, titulado "The limehouse Golem".
Medina rueda un film oscuro, entre lo gótico y lo victoriano dentro del Londres de 1880. Un peligroso asesino se está cobrando las vidas de los vecinos del distrito de Limehouse, y ya se oyen murmullos de que el responsable sólo puede ser la criatura conocida como el Golem. El otoñal detective John Kildare (Bill Nighy) estará al frente de la investigación, aunque nada es lo que parece.
El nuevo film de Medina encierra no pocos elementos de interés, momentos conseguidos e incluso algunas interpretaciones de alto nivel, pero una vez plenamente digerido y asimilado, se desvela simple y llanamente como un caro episodio piloto británico sobre Jack el Destripador....sin Jack el Destripador.
No dudo de las posibilidades de la novela ni de las obvias capacidades del señor Medina para salir airoso de un film difícil como éste, repleto de matices de época, personajes perversos y complicaciones de guión, pero como espectador con cierta perspectiva, tengo la sensación de haber visto un capítulo más de la BBC, y no de los mejores, de Sherlock Holmes.


Sin mayor novedad, vuelve a haber un detective experimentado, con olfato, que persigue al asesino y que sigue pistas que a su vez le llevan por caminos inesperados hasta que descubre al culpable en un twist final, lo viene siendo el ABC de este tipo de films.
Curiosamente, esas mismas limitaciones se convierten en virtudes en determinados momentos (que no en todos), demostrando que no es siempre un -ya visto- y que, como las buenas recetas, la correcta combinación de sus ingredientes sigue funcionando comprensiblemente bien. Su atmósfera de neblinas callejeras, aunque nada novedosa, está bien lograda, y la cámara se pasea con criterio por el concurrido burdel (donde básicamente transcurre la trama), la oscuridad de las calles húmedas y algunos cochambrosos edificios alumbrados por tenues farolas.

Bill Nighy junto a una esforzada Olivia Cooke
A destacar también la impecable interpretación de Bill Nighy, fabuloso en su interiorización de sobrio detective demasiado implicado en el caso, y la cada vez más interesante Maria Valverde (que personalmente me tiene fascinado) y que borda un rol de femme fatale como novedad en su carrera.
En conclusión, un film decente pero demasiado común y adocenado, que apenas significa un pasito adelante en la filmografía de Juan Carlos Medina, y que promete más que ofrece (¡y qué lástima la ausencia de criaturas!).
(Redactado por Jesús Álvarez)



El director Kim Seong-Hoon presentó A Hard Day en la edición del Festival de Sitges de 2014, largometraje que significó su debut tras las cámaras y que ya comentamos en su momento. Dos años más tarde regresa con su segundo trabajo: "The tunnel".
La historia nos presenta a Jung-Soo, trabajador de una empresa de automóviles, que de regreso a casa para celebrar con su mujer y su hija el aniversario de la pequeña, ve como un túnel por el que está pasando colapsa y queda atrapado bajo los escombros.
Mientras en el exterior enseguida son conscientes de la magnitud de la tragedia y de la imposibilidad de un rescate inmediato, Jung-Soo está convencido que enseguida vendrán a sacarle de allí, y no es hasta que se comunica a través del móvil con Dae-kyoung, jefe de la operación de rescate, que empieza a entender que deberá prepararse para una larga lucha por su supervivencia. Con dos botellines de agua, el pastel que llevaba para la fiesta de cumpleaños y un móvil con la batería al 78%, se verá obligado a agudizar el ingenio para sobrevivir en el reducido espacio en que se ha convertido su mundo.
El equipo de rescate descubre la magnitud del desastre
La película en el primer tramo no puede evitar ciertas comparaciones con Buried de Rodrigo Cortés, cuando la acción se centra casi exclusivamente en el interior del vehículo donde se ha visto atrapado Jung-Soo, y que destaca por la creación de una atmósfera creíble y opresiva mientas su protagonista empieza a explorar sus posibilidades. Sin embargo, la película no busca centrarse únicamente en la odisea de supervivencia personal -como en 127 horas, por ejemplo- y enseguida reparte la acción con la posterior operación de rescate, el tratamiento de la noticia por parte del Gobierno y los medios de comunicación, y por supuesto, reflejar el mazazo que supone para los familiares de los que están atrapados en el túnel.
Con un acertado equilibrio entre lo que vendrían a ser las Disaster movies de toda la vida, el drama y un acertado contrapunto de comedia -con un pequeño perrito como nota más destacada-, las dos horas de metraje se hacen amenas e interesantes.
En parte gracias a una factura técnica impecable, tanto en lo referente al interior del túnel como al despliegue de los equipos de rescate, logrando que nos sumerjamos en la historia; como por las intensas actuaciones de Ha Jung-Woo y Oh Dal-su (atrapado y jefe de rescate respectivamente), dos actores de amplia experiencia con títulos importantes a sus espaldas como The Yellow sea, Nameless Gangster, Oldboy o The Handmaiden, esta última vista en esta misma edición.

Una de las muchas fotos que la mujer de Jung-Soo deberá sacarse con miembros del Gobierno
Trabajando a contrarreloj para salvar a Jung-Soo
Otro de los puntos más remarcables de la película es la fuerte crítica que hace hacia los medios de comunicación y al Gobierno del país. Respecto a los primeros deja patente su deshumanización, ávidos de noticias sensacionalistas sin importar el coste personal que hay detrás -como en el clásico El gran carnaval- y asimismo como son manipulados por el Gobierno para no dañar la imagen de sus dirigentes. Los vertidos hacia la cúpula política de Corea del Sur tampoco se quedan cortos, para empezar nos muestra las consecuencias de una vorágine de construcción de las infraestructuras del país -en este caso de los túneles- que por un mal diseño o mala construccción se viene abajo, lo que deja una sombra de dudas de quien es el responsable final de que esto sea así y si alguien ha sacado provecho al permitirlo. Por otro lado, la parte más sensacionalista de cara a la opinión pública, donde los ministros no dudan en acercarse hasta el lugar del desastre para sacarse fotos junto al equipo de rescate o de la pobre esposa de Jung-Soo -escena que subraya lo ridículo del momento-, para luego ceder ante las presiones económicas y si es necesario abandonar las tareas de rescate.
Con todo, una más que entretenida producción sur coreana, que reafirma la buena selección de películas de esta nacionalidad que hemos tenido en este Sitges 2016.
(Redactado por Marc Ventura)

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