martes, 8 de enero de 2013

CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE (SOYLENT GREEN) (1973)

El nombre de Richard Fleischer es todo un referente Atraco al furgón blindado (1950) o Testigo accidental (1952), con el puro cine de aventuras llevando a la gran pantalla durante la década de los 50 a Kirk Douglas en 20.000 leguas de viaje submarino (1958) y en Los Vikingos (1958), y casi 30 años más tarde, haciendo lo propio con el hercúleo Arnold Schwarzenegger en Conan el destructor (1984).
dentro de la industria del cine; prolífico director que se atrevió a abordar los géneros más diversos, que devendrían exitosos films a lo largo de la primera mitad de su carrera. Desde el cine negro con títulos como
También se adentró en varias ocasiones en la enrevesada mente de un piscópata, siendo la primera de ellas una de las tres adaptaciones que se han llevado a la gran pantalla del crimen real que cometieron dos universitarios americanos en los años 20 bajo el título Impulso criminal (1959) y que el propio Hitchcock ya contara en La soga (1948). Sin embargo, las más inquietantes serían: la poco conocida pero muy a tener en cuenta por el interesante asesino que retrata, El estrangulador de Rillington Place (1970) y en último lugar, quizás la más redonda de las tres, con El estrangulador de Boston (1968) con un Tony Curtis en un registro muy alejado de sus roles habituales, bordando aquí su papel de serial killer.

La Nueva York del 2022...
Pero es en el campo de la ciencia ficción y el fantástico donde encontramos la que es para mí una de las mejores películas del género, Viaje alucinante (1966), y posiblemente su mejor contribución al cine. Un film inolvidable, de los que queda grabado en la memoria y que aguanta sin desgaste el paso de los años, dejando pasmados una generación tras otra de espectadores. Su otro film dentro del género fue Soylent Green (1974), título original que aquí se tradujo como Cuando el destino nos alcance. Una obra más dura, al enmarcarse dentro del subgénero de los futuros distópicos y que tampoco tiene desperdicio.

La investigación de un simple asesinato abrirá las puertas a una realidad desconocida...
El porqué de la aparición de películas que reflejaban un futuro tan poco esperanzador lo podemos encontrar si echamos un vistazo a la situación histórica y política que se vivía en los Estados Unidos en los años 70, cuando se rodó. La delicada situación económica debido a la crisis energética, una creciente preocupación por la polución (se empezaba a hablar del problema de los gases contaminantes), con una altísima tasa de violencia urbana, a nivel internacional existía una gran tensión con la otra gran superpotencia del momento: Rusia. Y así podríamos seguir desgranando toda una serie de motivaciones que llevaron a que se generara una corriente de pensamiento muy distópica, remarcando que si entonces la situación ya era mala, en el futuro aún iban a estar mucho peor.
De esta manera, el film nos sitúa en el año 2022 en Nueva York, una metrópolis que ha alcanzado un nivel de superpoblación insostenible, con más de 40 millones de personas. Malviviendo en su mayoría en diminutos pisos, hacinados incluso en las escaleras de los edificios o en la calle. Con una precariedad laboral alarmante, y lo que es peor con una escasez de alimentos que ha obligado a la creación del Soylent Green, un alimento sintético destinado a paliar la acuciante hambre de sus habitantes, mientras los ricos siguen pegándose una vida a cuerpo de rey, en lujosos edificios y prostitutas a su servicio (aquí catalogadas como "mobiliario").

Pedaleando para obtener algo de luz...
En este panorama vive Thorn (un veterano policía al que da vida Charlton Heston), a quién se le asignará la investigación de la misteriosa muerte de un importante personaje de las finanzas. De esta manera, con la apreciable ayuda de Sol (un entrañable Edward G. Robinson en su último papel) intentarán desentrañar qué hay detrás de su asesinato, sin sospechar que sus pesquisas les llevarán a una verdad mucho más reveladora e inquietante.
La película tiene, para empezar, la virtud que casi 40 años después de su estreno se revela totalmente vigente con la situación actual que vivimos. Un paralelismo preocupante debido a la creciente inseguridad creada a raíz de una crisis financiera que parece no tener fin, problemas medioambientales como el deshielo de los polos, efectos invernaderos, conflictos armados, etc... un paraíso celestial, para que nos vamos a engañar...
La historia nos muestra una sociedad que ha llegado hasta tal punto, que el suicidio está bien visto, alentado a través de centros especiales creados expresamente para facilitar y gestionar unas muertes que deben servir para aligerar los problemas de superpoblación y falta de recursos. Espeluznante.
Como buena película de ciencia ficción clásica, su punto fuerte recae en el argumento, en una historia que aparentemente versa sobre una investigación de un homicidio, pero que sirve de mero hilo conductor para mostrar hasta dónde ha llegado la sociedad en su vorágine de desarrollo y descontrol, para acabar desembocando con su revelador final, en algo completamente distinto y sorprendente.

Recogiendo manifestantes con excavadoras...
Se agradece esta sencillez de medios para recrear la Nueva York del futuro, lejos de las sociedades futuristas más utópicas, no vemos avances tecnológicos destacables, sino más bien un estancamiento o retroceso incluso de la sociedad presente. Logrando en algunos momentos con un simple tono verdoso en las imágenes, recalcar la precariedad en las calles o el terrible calor imperante en el planeta y demostrando una vez más la innecesaria omnipresencia que en la actualidad tienen los efectos especiales en las grandes y huecas producciones de ciencia ficción.
Todo ello hace que su visionado se nos haga más cercano, realista y deprimente, dotando al film de un halo incluso nihilista que he encontrado particularmente acertado.

Uno de tantos centros creados para gestionar el suicidio...
Hay varios momentos memorables a lo largo del film, y la mayoría nos las regala el veteranísimo Edward G.Robinson, que con su mera presencia y actuación, se merienda a un simplemente correcto Charlton Heston, al que hay que reconocerle saber elegir muy bien sus papeles dentro de los pocos films del género en los que participó (recordemos su papel en El planeta de los simios). A destacar la escena en que comparten una comida de verdad por primera vez en años, ver a Sol pedaleando a pesar de su edad para poder mantener encendida una bombilla o su emotiva escena final, solo son algunos de los buenos detalles que nos regala Soylent Green.
La brutalidad de esas enormes excavadoras recogiendo a los manifestantes, y evidentemente, por encima de todos, su revelador final es uno de esos momentos que le quedan a uno muy grabados en su memoria, atacando todos los estamentos de una sociedad corrupta, degradada y sin ningún tipo de moral, haciendo de éste un clásico imprescindible de la ciencia ficción que sigue sorprendiendo y que arrancó un gran aplauso en su proyección en la sesión de Phenomena.




3 comentarios:

  1. "SOYLENT GREEN", con ser una película con numerosos puntos de interés, no es en mi opinión de los mejores trabajos de Fleischer. Tal vez un cierto vasallaje a las modas imperantes en aquellos alarmantes primeros setenta (ciencia-ficción, cine espectacular, catastrofismo) impidieron al autor de "LOS VIKINGOS" operar con la necesaria libertad de movimientos para hacer de esa cinta una gran obra. No obstante, con ese convencional andamiaje de thriller policial futurista, Fleischer introduce momentos memorables por su intensidad que dan la pista de lo que pudo haber sido "SOYLENT GREEN". Esa escena en que el anciano Sol Roth llora ante un filete de carne y un par de libros... O la relación de interdependencia entre Thorn y Sol como aquellos Bogart y Brennan de "TENER Y NO TENER".
    Falta poco para el año 2022 (fecha en que se sitúa la acción) y muchos elementos barajados en el argumento de esta película empiezan a resultar inquietantes por su "proximidad" con la realidad que se está fraguando. Pero esa es otra historia.
    Un saludo.

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  2. Por añadir una anécdota triste y ciertamente reveladora, diré que cité "Soylent Green" hace poco en clase de crítica cinematográfica (con media docena de alumnos e incluso la profesora), y nadie parecía conocer esta obra de Fleischer.
    Quizás no sea una película redonda (yo también creo que es más notable que excelente), pero tampoco creo que merezca ese ostracismo del que parece hacer gala hoy en día. Creo que proporcionarle un poco más de luz es necesario (en eso estamos, y el Phenomena también, gracias a Dios) porque aciertos e interés, ofrece sin el menor género de dudas.
    También aprovecho para saludarte Teo, es más que un placer tenerte ahí detrás, nos colma de orgullo. Gracias mil.

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  3. "no comáis!" "no las comáis!"
    Algo así gritaba el bueno de Charlton Heston porque nunca se me olvidará cuando la vi de pequeño. Al igual que el caminar de "el hombre alto", Freddy, Mundo Futuro... qué grandes tiempos...
    Un saludo Suso.

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