En base a una novela de Stephen King (bajo un seudónimo), se rodó en 1986 The Running Man, con un Arnold Schwarzenegger en espléndida forma física y rodeado de compañeros de reparto de su coetánea Depredador. La historia nos sitúa en el año 2019, en un futuro desestructurado y aquejado de inestabilidad social donde a los criminales se les da una segunda oportunidad de obtener la libertad, mediante un macabro juego amañado de televisión.
Los acusados son lanzados a un juego sin reglas donde existen mercenarios mediáticos que les darán caza, cubriendo así las enormes expectativas que el público deposita en ellos para impartir su especial justicia.Lo que el pueblo desconoce es la manipulación de esa información, que acusa deliberadamente a quién sea preciso para obligarlo a participar en dicho juego. Es el caso de Ben Richards (Arnold), un ex-policía acusado de una masacre que él mismo intentó detener y que tras fugarse de la prisión será de nuevo apresado y coaccionado a participar. Aquí empieza el espectáculo dañino e inmoral de estos gladiadores modernos, con un público demagogo sediento de sangre que lidera el share del canal televisivo norteamericano. He de confesar que tras volver a verla, me ha caído más abajo de lo que esperaba, y ese regusto ochentero que tenía, se ha desvanecido un poco, desencantándome ligeramente. Contiene secuencias ridículas y golpes de guión infantiles, que contrastan indebidamente con un tema tan serio como el que propone. Para comenzar, las escenas iniciales son mediocres con mayúsculas, tanto en el helicóptero de la masacre como en la prisión, quizás la peor fuga que recuerde en una película. Y la arrolladora presencia del culturista austriaco desmerece por sus obvios límites interpretativos, más acentuados que nunca.
La entrada en escena de la detestable Maria Conchita Alonso hunde definitivamente el conjunto actoral y sucumbe el producto hasta que entran en el sangriento juego. Es ahí donde afortunadamente se prolonga más la cinta, y es de agradecer porque es sin duda alguna, lo más destacado. Los cinco escogidos para "perseguir" a nuestro séquito de honrados protagonistas (hubiese preferido un anti-héroe mil veces) son los siguientes :
El profesor Subzero, un corpulento jugador de hockey que hace sus faenas a golpe de stick. Un burdo contrincante interpretado por el fallecido Toru Tanaka, un hawaiano ex-luchador de wrestling.
Buzzsaw y su sierra mecánica (de chainsaw imagino), un motero sin escrúpulos ni cerebro encarnado por el germano Gus Rethwisch, un actor de poca monta que no merece más mención. Su muerte en el film nos dolió a todos, literalmente.Dynamo, un seboso eunuco lleno de luces que produce misteriosas descargas eléctricas al oponente. Su intérprete fue el holandés Erland Van Lidth, un wrestler / halterófilo virtuoso de la ópera (nos ofrece algunas joyas en el film) que falleció meses después de terminar la película. Pero no temáis, fue un ataque al corazón, no por achicharramiento.
Fireball, tal vez el más petardo de todos, ya que no tiene más misterio que ser un tipo con un lanzallamas potente y llevar a sus espaldas uno de esos instrumentos voladores, un mentecato sin mayor peligro. Este personaje lo interpretó el ex-jugador de la NFL Jim Brown, considerado según parece como uno de los mejores de la historia. El último y más caricaturesco de todos es el protagonizado por Jesse Ventura, el Capitán Libertad. Un fantoche de los pies a la cabeza que se jacta de ser el mejor y es un auténtico farsante que sirve como parodia del típico americano justiciero (quiero pensar eso, porque si iba en serio....).
Si cogemos estos ingredientes y les damos un mínimo de forma ya tenemos la película hecha, sin mayor pretensión que entretener y con dudoso resultado.
Ni la presencia de Arnold (con camiseta de World Gym incluida) ni las bromas sexuales (dónde escondía ella en secreto el vídeo...) no salvan de la mediocridad a esta cinta de acción al uso.
Un caso confuso porque a sabiendas de su limitada calidad, nos entretiene de una manera muy empática y nada pretenciosa, resultando incluso encomiable en líneas generales.
Tampoco se le escapan al roble austríaco guiños a sus propias películas, con ese -¡Volveré!- al insoportable Killian en un momento del film, aludiendo directamente a su éxito Terminator, de pocos años atrás.
Para finalizar apuntaré que el director de la misma fue nada más y nada menos que Paul Michael Glaser, el Starsky de la famosa serie setentera.
Es un clásico de los 80 muy entrañabe. Coincido en que es una historia desaprovechada y de la cual se podía haber scado mucho más siendo un poco ambiciosos a la hora de realizar el guión, pero en ese apartado se ve que no quisieron cansarse demasiado, los malos podían haber sido mucho más terribles. Me sorprende que no mentes la puntual aparición de Franco Columbu en la sala de control de televisión, metido a buen seguro por Arnold para que se ganara unos $ extras...
ResponderEliminarha mi me parece una buena pelicula de ciencia ficcion, hasta que le meten en el concurso. a partir de ahi es solo una pelicula de accion, no se salvas ni al final cuando cuentan la verdad al publico. pero como pelicula de accion funciona bien.
ResponderEliminarUna de las mejores cosas de la pelicula , es la cancion del final , el "Running Away With You"(Restless Heart) de John Parr :)
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