La noticia de la adaptación de un libro con el que disfruté mucho cuando lo leí en mi época universitaria (rezaba porque no llegara la parada donde me tenía que bajar para seguir enganchado), me dió realmente miedo. Todos sabemos lo que suele pasar cuando un best seller es trasladado a la gran pantalla, por regla general, deja bastante descontentos a los que hemos leído el libro y en muchos casos indiferentes a los que no. Se anunció que el director sería Ridley Scott y que la elaboración del guión iba a estar supervisada por el mismísimo Ken Follet (me imagino que cuidando que no destrozaran la obra que lo lanzó a la fama) y quizás esto ha permitido que en 8 episodios esta mini serie acabe siendo un notable resumen de lo que es la novela (no olvidemos que tiene casi 1300 páginas y era imposible reflejarlo todo en pantalla). Como era previsible para que la serie pudiera ser para todos los públicos se ha matizado la violencia inherente de esa época, algunos pasajes y ciertos personajes se han suavizado (William Hamleigh y su secuaz en el libro son unos sádicos sin miramientos y aquí no reflejan toda esa brutalidad).
Para los que no sepan de que va, ¿de verdad hay alguien que no lo sepa? Bueno, intentaré hacer un breve resumen del punto de partida intentando no spoilear a nadie.
Nos situamos en Inglaterra en el siglo XII, en plena Edad Media, donde un humilde constructor llamado Tom Buider (Rufus Sewell) es despedido por William Hamleigh (David Oakes), el hijo de una familia noble, al ser rechazado por la que debía ser su futura esposa. Tom se encontrará sin cobrar nada por el trabajo realizado y abocado a una pobreza que le obligará a buscar como sea un nuevo trabajo. Finalmente y tras muchas penurias acabará por encontrar refugio para él y su familia en el priorato de Kingsbridge, donde el Prior Philip (Mathew Macfadyien) les acogerá esa noche. 
El incendio de la iglesia del Priorato dará una oportunidad a Tom de ejercer como maestro de obras en el ambicioso proyecto del Prior, la construcción de una catedral para atraer peregrinos, que a la vez es el sueño nunca realizado por el constructor, ambos tendrán que afrontar múltiples dificultades para poder tirar adelante su sueño al estar el país en un estado de alta inestabilidad por culpa de la guerra. A grandes trazos este sería el arranque de la historia, es complicado explicar mucho más y no tener que destapar alguna de los ases que esconde la serie, por lo que será mejor que las vayáis descubriendo, porque hay muhas sorpresas. 
Las grandes bazas de Los pilares de la Tierra son la variedad de líneas argumentales con las que trabaja, por un lado veremos la inestabilidad política que existía en esa época con una feroz lucha por la sucesión de la Corona, viviremos la construcción de la catedral (en el libro eran interesantísimas las detalladas explicaciones del laborioso proceso) aquí nos tendremos que conformar con muchos menos detalles pero con imágenes muy logradas tratándose de una serie, tendremos luchas de poder entre el Prior y su superior Waleran (un fantástico Ian McShane en el papel del manipulador y codicioso arzobispo), intrigas y traiciones continuadas por todos lados, los tejemanejes para posicionarse con el bando ganador de la familia Hamleigh, y seguiremos la vida de multitud de personajes que irán apareciendo a lo largo de la serie. La ambientación está lograda, consiguiendo que nos creamos que estamos viendo una construcción real de una catedral y estar inmersos en el siglo XII, se han cuidado los detalles permitiendo que nos dejemos llevar por la historia y no nos encontremos con una puesta en escena que quedara desvirtuada (vease por ejemplo la nefasta serie Hispania).
La recomiendo sin ningún género de dudas, no os defraudará, aunque lo mejor de todo sería leerse el libro para poder disfrutar de la historia en toda su esencia.
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