Honda ya declaró estar hastiado de la saga y más cuando su gran amigo, el mago de los efectos especiales Eiji Tsuburaya, murió habiendo comenzado el rodaje de La isla de los monstruos (1969), llevándose parte de la magia de la saga, por lo que su regreso es un motivo de alegría. Ifukube vuelve a crear sus magníficas bandas sonoras que lograrían que hasta Plan 9 from outer space (1957) se convirtiera en una obra maestra; en este caso con unas sinfonías aún más dramáticas y trágicas que en ocasiones anteriores.
Debido a la buena aceptación general de Cibergodzilla, máquina de destrucción (1974) donde parecía que la réplica robótica de Godzilla había conquistado el corazón de los seguidores, se decidió recuperar al mastodonte robótico para seguir destruyendo ciudades. Como veremos más adelante, si la anterior entrega emanaba aventura y diversión sin complejos, ésta va por el lado contrario, pero radicalmente.
No sé qué le pasaba por la mente a Ishiro Honda al enfrentarse a esta entrega, pero parece dominado por el pesimismo y la tragedia, como si el fantasma de la muerte de Tsuburaya aún le rondara bien cerca. El resultado fue una de las entregas más interesantes de la saga clásica de Godzilla.
Tras la misteriosa destrucción de un submarino, unos investigadores de la Interpol comienzan a buscar al desaparecido profesor Mafune, que 15 años atrás había declarado el hallazgo bajo el mar del monstruo Titanosaurio. Ahora trabaja para los alienígenas del tercer planeta del agujero negro, cuya ambición es conquistar el mundo con su ayuda y la de un Cibergodzilla reconstruido.
El problema principal de esta entrega es que es prácticamente un calco de la anterior (que ya era de por si repetitiva en ciertos esquemas); misma invasión comandada por los extraterrestres del tercer planeta (incluso con el mismo actor/personaje como líder de la sociedad alienígena), se sustituye a King Caesar por Titanosaurio y CiberGodzilla vuelve a ponerle las cosas difíciles a Godzilla.
En ese sentido, la trama general está hecha con desgana y con una insultante repetición, aunque como veremos se plantea como el reverso tenebroso de la anterior. Si bien esta entrega cobra personalidad precisamente por la trama humana, a opinión personal, de las más interesantes y rescatables de la saga gracias a un personaje en concreto, la cyborg Katsura. El alma del film se concentra en este personaje torturado de una chica antaño llena de vitalidad pero que tras un accidente mortal es revivida por los citados extraterrestres en forma de cyborg, recluida y torturada porque no puede reprimir emociones humanas como enamorarse del galán con pelazo que protagoniza la cinta.
- ¡¡¡Esos idiotas no volverán a reírse de mi!!! - Papá, tranquilo y tómate la medicación. |
El magnífico flash-back donde Katsura es transformada en cyborg |
Godzilla, esta vez, solo ante el peligro |
- Tu corazón está podrido y seco... |
El galán enamorado intentará sabotear el complot alienígena |
Solucionado el entuerto, Godzilla se retira a por un merecido descanso |
Hay cierta conexión decadente con el primer Godzilla de 1954, Mifune no deja de ser la continuación trasnochada y envejecida del profesor Serizawa (de hecho están interpretados por el mismo actor), y el final trágico y kamikaze por parte de Katsura conecta con el sacrificio final de Serizawa.
En este sentido, el drama humano está más conseguido de lo habitual, y es raro sentir que te interesen más los personajes que el enésimo enfrentamiento monstruoso. Aunque los extraterrestres malvados continúan protagonizando momentos risibles y encantadoramente naifs, como ese terrible momento del líder alienígena reprendiendo a latigazos a sus secuaces, una escena llena de morbo y sadomaso del espacio exterior.
La nueva incorporación al bestiario de la saga es Titanosaurio, un monstruo de carácter mucho más realista que anteriores batacazos imposibles como Galien o Megalon. Las apariciones del monstruo marino están resueltas con gran destreza, rodados con contrapicados y con un cielo real de fondo que remarca el enorme gigantismo de la bestia, fantástico.
Godzilla aparece tarde y se siente como un mero trámite de la historia, aunque esta vez sufre enfrentándose él solito a 2 monstruos duros de pelar, y a pesar de algunas llaves de kárate inexplicables, Godzilla se presenta de una manera más seria y solemne que ocasiones anteriores.
Godzilla contra Mechagodzilla es un film interesante, triste, pesimista y más adulto de lo acostumbrado (¡hay muertes y tiroteos!). Ishiro Honda parece que es y será el más indicado para dirigir a su criatura y se denota en cómo están plasmadas las escenas de destrucción, las perspectivas de los monstruos y ese tono trágico tan personal.
Esta entrega, a pesar de estrenarse a bombo y platillo como el gran regreso triunfal de la criatura, fue el mayor fracaso de la saga con apenas 970.000 espectadores en Japón, dando carpetazo final a la serie clásica de Godzilla hasta 1984.
Por lo que la hermosa escena final, de un Godzilla adentrándose lenta y casi fantasmagóricamente en las aguas japonesas para tomar un merecido descanso, deja un poso lleno de melancolía y tristeza. El de una era que se acaba.
En EEUU se estrenó en cines como Terror of Mechagodzilla, pero no lo hizo hasta 1979 con un remontaje horripilante donde se eliminaban todas las escenas de violencia y desnudos, eso incluye el agradecido topless y para mayor horror, el suicidio de Katsura, por lo que el final se quedaba totalmente cojo. Un batiburrillo sin sentido.
Ishiro Honda nunca más volvería a la saga, de hecho abandonó la dirección de filmes y volvió a sus orígenes de ayudante de dirección junto a su gran amigo Akira Kurosawa, y trabajó en Kagemusha (1980), Ran (1985) o Los sueños de Akira Kurosawa (1990), donde el propio Honda dirigió el episodio de "El Monte Fuji en llamas", volviendo a su tema predilecto, el apocalipsis atómico.
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