Tras una fantástica visita al mítico local 8 y 1/2 madrileño por la mañana (donde además de charlar con los entrañables Pepe y Ricardo nos obsequiaron con un par de "valiosos" pósteres, un imán y unas alhambras...), estrenamos la sala principal del Palafox para degustar un film harto prometedor, que lleva cosechando premios allá por donde pasa y que proviene de un lugar cuanto menos exótico, se trata de la cinta húngara "Liza The Fox-Fairy" , del impronunciable Károly Ujj Mészáros.
Previo al film, y como ya va siendo costumbre, nos lanzan un nuevo trabajo en formato cortometraje, esta vez de nacionalidad española y titulado "A través del espejo".
Un proyecto laborioso y de laboratorio con algunos efectos y muchas luces dentro de un supuesto cuento de hadas adulto, con una protagonista embelesada con su propia existencia y una historia de trasfondo mucho menos compleja y profunda de lo que parece. Un intento visual que además de dejar indiferente, roza la pedantería, y en vez de enamorarnos por su (eso sí) sensible puesta en escena, aburre por su infinita ñoñez. Así que pasamos de nuevo página.
Llegamos al plato fuerte del menú de hoy, la dichosa hada húngara. Liza es una joven enfermera, retraída y tímida que cuida desde hace años de la anciana Marta, viuda del embajador de Japón en Hungría. Liza tiene un amigo imaginario, el ídolo del pop nipón Tomy Tani (...), que evidentemente sólo ella es capaz de ver.
El día de su 30 cumpleaños, la bella Liza decide salir en busca de su verdadero amor, pero no contaba con la desaprobación continua de su amigo de ojos rasgados, que se muere de celos y asesinará sin vacilar a todo aquél que se le ocurra, tan siquiera, mirarla.
Tan peculiar película ciertamente merece una mirada de atención, pues combina diversos aciertos (tanto narrativos, técnicos como de puesta en escena) y sobresale merecidamente en el grueso de films de similar talante. Estamos ante una joyita de la comedia surrealista europea, dotada de un sutil uso del drama, nunca molesto, y con una pizca de elementos fantásticos muy de agradecer, grandes dosis de imaginación y muertes de todo tipo, desde graciosas a fulminantes.
Con las pilas de nuevo cargadas tras la llamativa sorpresa húngara, es el turno del nuestro segundo asalto, con a priori, la muy prometedora cinta canadiense "Hellmouth".
"Dernière formalité", quizás el mejor cortometraje que entró en nuestra agenda |
Lamentablemente lo que vino después no estuvo a la altura de las circunstancias. Hellmouth sigue el otrora increíble esquema visual de "Sin City" o "300" (hoy ya una fórmula del todo agotada) para provocarnos bostezos del tamaño de Canadá, aburriendo al personal sin compasión y forzándome, por segunda vez en mi vida, a salir prematuramente de una sala de cine, por absoluto desinterés por lo que acontecía en pantalla.
Hellmouth, una estafa canadiense |
Después de un merecido descanso físico y mental, llegaba lo serio. La película más bruta de todo el festival, la esperadísima "Headless", spin-off de aquella estimable cinta de serial killer extremo titulada "Found". Simulando ser un film de finales de los años 70, en calidad VHS y con la estimulante etiqueta de "film prohibido", Headless resultó ser sencilla y directa como un puñetazo en las pelotas, para lo bueno y para lo malo.
Headless, una prueba para estómagos muy muy entrenados |
También el desarrollo es mejor de los esperado, pues aúna la típica historia de niño con pasado tormentoso (aquí enjaulado y torturado constantemente por su madre y hermana), para llegar a un clímax de salón para estómagos muy entrenados, sin por ello acudir mucho a los clichés, dada su naturaleza tan brutal.
Un film casi inaccesible para el 95% del público, de una obvia escasez de recursos que la derivan a la serie C (buscado, por supuesto), unas monstruosidades dignas de la cinta más gore alemana y que demanda una total complicidad con el amante de lo sanguinolento, pues es contundente, bizarra y brutal como ninguna. Una experiencia imposible de prescribir que sólo se hará un hueco en los hogares de los más enfermos y atrevidos, pues de lo contrario no tiene cabida alguna.
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