lunes, 14 de octubre de 2013

SITGES 2013 DÍA 3: UN GRAN FIN DEL MUNDO

10:30 Uno de los mejores remedios para los bostezos propios de tener que madrugar siempre serán las risas; y si además se consiguen en buena compañía, como en esta ocasión, pues mejor que mejor. La película que arrancaba este tercer día de Festival, "Bienvenidos al fin del mundo" (The World's end), prometía diversión y complicidad, pero ha conseguido sorprendernos, ofreciendo mucho más.
El británico Edgar Wright cierra con esta delirante comedia brit su fantástica trilogía, que se compone de la mítica "Zombies Party" (Shaun of the Dead, 2004), ya todo un referente por iniciar la "zombedy" de calidad y la muy estimable "Arma Fatal" (Hot Fuzz, 2007).
Wright, como siempre acompañado de su inseparable amigo Nick Frost, consigue de nuevo hacernos disfrutar con una comedia atrevida, fresca y descarada, engalanada de ciencia ficción y sobre todo, rematadamente divertida.
El inmaduro cuarentón Gary King (Wright), se propone volver a reunir a su pandilla de juventud para terminar un proyecto inacabado : completar con éxito una maratón alcohólica de pubs que no consiguieron realizar del todo hace 20 años.
Para ello, y pese a las obvias reticencias iniciales, los convencerá gracias a sus artimañas para regresar a su ciudad natal, Newton Haven, un pueblucho bastante alejado de Londres. Lo que el variopinto grupo no se imagina, es que el lugar pueda haber cambiado hasta tal punto, que sus habitantes ya no parecen ser de este planeta...
Este cóctel de alcohol, juergas y robots-que-no-son-robots funciona de principio a fin, manteniendo una cadencia adecuada todo el metraje y regalándonos momentos realmente acertados. Entre ellos, la propia presentación de los personajes (genial ese travelling entre espacios y la dosificación perfecta de información sobre ellos), el descubrimiento y posterior batalla en los baños del pub (magnífica), montones de diálogos sin desperdicio o la propia culminación del asunto, con una secuencia final estupenda (y con muy mala leche).

Gary King, entusiasmado con volver a recorrer la ruta de pubs de su juventud
La pandilla de nuevo de celebración.....¿o no?
También el hecho que el personaje clave, King, desprenda tanto carisma (ese coche con cinta cassette, sus inmaduras costumbres, sus ganas de embriaguez..) y que el grupo en cuestión nos sean más o menos coetáneos, hace que empaticemos con todo el reparto y disfrutemos de lo lindo. Sin embargo, puede que a otras generaciones les pueda parecer frívola, a veces demasiado alocada o incluso boba.
De todas formas, vista desde la perspectiva adecuada, y entendiendo que sigue acudiendo a los mismos códigos de siempre en el cine de Wright (véase, pubs, alcohol, barrios brits, reconquista desesperada de la mujer deseada, amiguetes, etc...), el film sobresale entre las comedias internacionales de los últimos años, y sin duda está a la altura de su mejor obra, "Zombies Party" y por encima de "Hot Fuzz", que pasaría a ser la menos conseguida de la trilogía.

12:45 
Tras un baño de risas con The world´s end, hemos vuelto a entrar a la sala del Auditori para enfrentarnos a una historia mucho menos amable y distendida, un thriller que de primeras ya hace sospechar que la tensión va a dominar la escena y nos va a tocar sufrir. Afortunadamente así ha sido, se ha sufrido, pero disfrutando de una buena película de género, que sin tener entre sus virtudes una enorme originalidad, pues películas de psicópata secuestra-chicas o con llamadas de teléfonos ya hemos visto unas cuantas (Última llamada, Cellular, Buried...), lo suple con un ritmo taquicárdico desde principio a fin, sin apenas pausas para poder tomar aire. No hay que olvidar que tras la cámara está todo un Brad Anderson, a quien debemos la dirección de unos cuantos episodios de las series The wire, Boardwalk empire, Treme, The killing o películas como El maquinista (2004). Resultando un thriller que a pesar de lo convencional que puede parecer la propuesta, rezuma una notable calidad y un gran acabado, siendo una perfecta distracción para acabar de despertarnos para el resto del día.¿Y qué nos cuentan en esta ocasión? Pues la historia nos presenta a Jordan Turner (Halle Berry), una operadora del servicio de emergencias 911 de la policía, quien durante uno de sus turnos de trabajo tiene que atender una llamada de una joven adolescente denunciando que un hombre intenta entrar en su casa. Un error por parte de Jordan mientras intenta ayudar a la chica, hace que el intruso la localice, apareciendo muerta poco después. Seis meses han pasado desde la tragedia, la operadora ha cambiado de funciones dentro del servicio de emergencias, incapaz de hacer frente a la tensión emocional que le supuso el drama que tuvo que vivir en primera persona. Sin embargo, una nueva llamada de otra joven en problemas similares la obligará a revivir ese pasado y ponerse de nuevo al teléfono para detener a un serial killer que siente debilidad por las rubias...

911... ¿en qué puedo ayudarle?
The call, juega sabiamente sus cartas, que no son otras que implicarnos emocionalmente (aunque sea un poco al espectador) con el sufrido tándem adolescente-operadora del 911 y luego mediante un ritmo demoledor llevarnos de la mano a lo largo de un film, que no da nada más ni nada menos lo que se le puede pedir. Destaca asimismo la actuación por parte de Halle Berry, quien debe cargar con gran parte del peso interpretativo y muchos minutos de protagonismo y sabe hacerse creíble. Abigail Breslin (sí, la niña de Pequeña Miss Sunshine) da vida a chica secuestrada, Casey Welson, haciendo un buen equipo con la operadora al otro lado del teléfono. En cambio, el secuestrador que interpreta Michael Eklund, a pesar de saber ponernos de los nervios en más de una ocasión, se me quedó algo corto y aquí sí que creo que el guión debería haberle dado una mayor profundidad a su personaje, pues daba para algo más.

Apurando las opciones para seguir con vida...
También hay cabida hacia el final de algún que otro momento un poco más forzado por un guión que necesitaba rematar la faena de alguna manera, pero que nos deparó una buena sorpresa alejándose de los clichés tantas veces vistos antes, y que fue ampliamente aplaudida y vitoreada por parte del público que pudo por fin descargar la tensión acumulada durante unos muy bien aprovechados 85 minutos.


18:45 Cuando lo más destacable de una película es el photocall previo que tuvo lugar con la llegada de Charles Dance como miembro más destacado del reparto de Patrick y la posterior entrega del premio Màquina del temps por su trayectoria como actor, mal vamos. Y es que sin duda alguna esta ha sido la película más floja con la que hemos tenido que lidiar en esta edición del Festival (y esperemos que al final siga siendo así). Pero vamos primero con lo positivo, que no fue otra cosa que la deferencia que tuvo el actor Charles Dance, (rostro inconfundible ya para el gran público desde que arrancara la serie Juego de Tronos y tomara el rol de uno de los personajes más carismáticos, Tywin Lannister), quien se entretuvo unos buenos minutos para firmar autógrafos y atender a la prensa. Destacando también las palabras que nos dedicó el director Mark Hartley, animando a la gente a pasarlo bien; o las palabras y el estribillo de una canción que nos brindó Pino Donaggio mientras recordaba sus andaduras como cantante en los años 70 en España. Todo ello hizo que el público les dedicara un fuerte aplauso en el Auditori.
Poco me lo esperaba tras un día que hasta el momento todo había salido redondo, con buenas películas para todos los gustos, que nos tendríamos que enfrentar con un film que nos iba a decepcionar hasta tal punto.
Patrick es un remake de la película del mismo título estrenada en 1978 y dirigida por Richard Franklin. El origen de esta revisión surge, en parte, gracias al documental rodado por el director de la nueva versión, Mark Hartley "Not Quite Hollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation!", donde se repasaba el subgénero Ozploitation australiano. De entre todas las que se comentaban, decidieron escoger la que creían mejor y así nació la idea de hacerle un lavado de cara y presentarla a los nuevos públicos.
Entrega del premio a Charles Dance
En cuanto a la historia, al menos la base sigue siendo la misma que la del original y nos presentan a Kathy (Sharni Vinson), una joven enfermera que entra a trabajar en la lúgubre clínica del Dr. Roget (Charles Dance), especialista en el tratamiento de pacientes en estado comatoso. Además de ellos y los pacientes, en la clínica estarán acompañados por la fría enfermera en jefe Cassidy y la bella enfermera Williams. Entre todos los pacientes hay uno que está recibiendo un tratamiento experimental especial por parte del doctor, un joven llamado Patrick, que empezará a manifestar sus poderosos y ocultos poderes psíquicos para comunicarse con la apetecicle recién llegada, de quien parece que se ha enamorado.
Si bien debemos mencionar una acertada ambientación general en el film, donde la oscura y gótica clínica se erige casi como un protagonista más, echamos de menos después de una primera hora decentemente planteada e interesante, donde descubrir las capacidades de Patrick y su intento de comunicarse con Kathy, nos han tenido entretenidos. La práctica ausencia de un atisbo de intensidad y buenos sustos, hace que la película vaya a menos claramente. Carente de ellos en la gran mayoría de sus escenas, a pesar de intentar resaltarlos forzadamente mediante la música creada por parte del veterano Pino Donaggio, pero todo huele a recalentado y no funciona prácticamente nunca. Una repetición continua de recursos visuales, sonidos e incluso situaciones, no le hacen mucho favor a un film que va evidenciando a pasos agigantados su falta de buenas ideas y carencias.

El Dr. Roget junto a su cobaya humana... Patrick.
Kathy, recién llegada a la clínica... de lo mejorcito de la película.
El intento de poner al día una obra de los años 70, hace que pasemos del uso de una máquina de escribir en el original, a que los aparatos tecnológicos se conviertan en los grandes aliados de un inerte Patrick (móviles, ordenador, Internet...), quien no dudará en usarlos para comunicarse con Kathy, atacar a quienes se le interpongan o averiguar cualquier tipo de información. Nada nuevo que no hayamos visto en otras ocasiones y mejor ejecutado. Igualmente pobres son los efectos especiales creados por ordenador, que no logran ser lo mínimamente creíbles para tomárnoslos en serio, dando como resultado que el tufillo a telefilm de segunda división se nos vaya impregnando en nuestro cerebro y acabemos muy decepcionados.
Solo para amantes muy convencidos de las cintas de terror con sustos de feria.

22:00 Para terminar este domingo festivalero, escogimos el visionado de una intrigante ópera prima suiza titulada "Chimères" (literalmente "Quimeras"). Previo al film, y tras la simpática presentación por parte de los responsables (con sorpresa matrimonial de por medio), nos proyectaron 2 cortometrajes "muy cortitos", como bien dijo el propio speaker.
Swallow, de la altísima y rubísima australiana Mia Russell, y Breathe, del británico con pinta de buen nene que no lo es tanto Toby Meakins.
El primero presenta a una pareja homosexual (nada más y nada menos que un cura y un licántropo amanerado) que viven bajo la amenaza de unos despreciables vecinos de lo más homófobos. Tras un momento de tensión entre todos ellos, la luna llena hará el resto. Swallow se reveló como una divertida mezcla entre el cine de hombres lobo más convencional (con transformación a lo thriller y algún que otro tópico subrayado) y la comedia descarada (más que negra, carbonizada).
Por su lado, Breathe sitúa a dos tipos sentados en sus respectivas sillas en lo que parece una nave industrial abandonada. Al aguantar la respiración, consiguen ver una misteriosa figura fantasmagórica de una bella mujer, con la que incluso se podría intimar, visto lo visto. Un ejercicio más sensorial y estilizado que el anterior, pero mucho menos interesante, pese a su peculiar propuesta.
Pero vayamos a la pieza de la noche. El primer largometraje de Olivier Beguin, de bajo presupuesto pero grandes ideas, nos presenta a Alexander y Livia (Yannick Rosset Jasna Kohoutova), una pareja que andan de viaje romántico por Rumanía, de donde ella procede.
Tras sufrir un grave accidente, Alexander se somete a una transfusión de sangre en un hospital del país y después de unos días convaleciente, vuelven a casa. A medida que pasan las semanas, Alexander irá experimentando extraños cambios en su cuerpo y en su mente: afección a la luz solar, intolerancia a la comida, insomnio, crecimiento inusual de sus colmillos, sed de sangre....bueno, ya os hacéis una idea.
Lo sorprendente del asunto es que Livia, absolutamente enamorada de su chico, le seguirá correspondiendo aunque para ello deba salir de caza nocturna para suministrarle alimento, lo que sin duda, no augura un final feliz....
Debo recalcar que resulta estimable que en un año con un aluvión de cine vampírico (Jarmusch, Jordan...) esta cinta centro-europea se desmarque por usar un tono más oscuro y agrio que de costumbre, cargada de un pesimismo y una rasgada realidad que le otorgan una rara entidad, como si de un caso "real" se tratara.
Ese es su punto fuerte, la reacción humana ante unas circunstancias tan sobrenaturales, dándonos con la información justa de los personajes y unas situaciones repletas de desaliento e incomodidad.
La pareja protagonista combina bien sus estados de ánimo, destacando el difícil trabajo de Yannick, tan creíble en su rol de tipo enfermo, taciturno y ojeroso (sus luchas visuales ante sí mismo en el espejo son buena prueba de ello).
Esto es lo que Alexander empieza a ver cuando se mira al espejo....espeluznante

Lo que no es disimulable es una puesta en escena de lo menos inspirada, casi de oficio, y sin ningún rastro de personalidad (callejones sin alma, naves industriales low-cost..), apoyándose de pleno en la historia, que lamentablemente, hace aguas una vez se desvela la verdadera naturaleza de la enfermedad.
No es un film insignificante ni mucho menos, incluso ofrece aspectos estimulantes, pero se regodea en su indiscutible buena idea de inicio (transfusión en Rumanía, transformación, etc..) para ir apagándose en intensidad y emoción.
Como conclusión, mencionar que nadie se molestó en saludar o conocer al trío responsable allí presentes, algo que dice algo (o no) sobre la reacción del público. En fin, un film que se saborea pero que no enamora.

De izquierda a derecha. los miembros del staff. Olivier, Jasna, Yannick y Lluís, su productor sitgense

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