La historia nos plantea un Japón en plena guerra entre clanes y como dos campesinos, uno de ellos alfarero, intentan enriquecerse a pesar del riesgo que corren al hacerlo y como esta obsesión les llevará a descuidar lo que debería ser más preciado para ellos. Esta sí que puedo afirmar que ha sido una de las que más me ha gustado de las que he visto en los últimos meses por varios motivos. Primero, las pelis japonesas de la época feudal me atraen mucho, siempre y cuando estén bien cuidadas y no sea como ver un episodio de “Kung-fu”, pero este no es el caso y tiene un guión muy trabajado que va desgranando una historia de manera que te enganches, está muy bien filmada, tiene un blanco y negro muy guapo, los personajes trasmiten un patetismo en algunos momentos muy bien captado, etc… Es curioso que casi al final (tranquilo, no es un spoiler) me empezó a venir a la cabeza una sensación de deja vú, pero con la total seguridad de que nunca la había visto y estrujándome el cerebro me acordé donde había visto una historia similar, y era en “Kaidan” de 1964, también japonesa y compuesta por varias historias de terror, pues la primera, casi es calcada al trasfondo de lo que nos cuenta ésta (japonés que quiere enriquecerse y a ser posible subir en la escala social, casi con el mismo planteamiento, desarrollo y desenlace, ¿copia o tributo?). Si te gusta este tipo de cine (estilo Kurosawa), ésta no te decepcionará, sino más bien todo lo contrario.
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