jueves, 4 de abril de 2013

JACKIE BROWN (1997)

En 1976, apenas cumplidos los 13, Quentin Tarantino era detenido por la justicia al tratar de robar un libro de unos grandes almacenes cerca de su Tennessee natal. ¿Su frustrado objeto de deseo?, apropiarse de la nueva novela policíaca "The Switch", del escritor estadounidense Elmore Leonard.
Con toda seguridad, ahora sabemos que las intenciones del jovencísimo Quentin no fueron casuales. Elmore también colaboraba como guionista de cine, básicamente del género "western", y entre algunos de los títulos a sus espaldas contaba con ciertas películas predilectas de nuestro pequeño ladrón cinéfilo. De su pluma nacerían films como "El Tren de las 3:10" (3:10 to Yuma, 1957), "Un Hombre" (Hombre, 1967) o "Joe Kidd" (Joe Kidd, 1971), por citar los más conocidos, y que por descontado fueron motivo de causa para urdir ese anecdótico y fallido hurto. Ironías del destino, pasadas dos décadas de aquél inofensivo percance, Quentin Tarantino llegaría a adaptar una novela del propio Elmore Leonard titulada "Rum Punch" para su tercer largometraje, el thriller policíaco "Jackie Brown".

Jackie Brown, decidida y segura de sí misma
El cineasta, que había cosechado un enorme éxito con sus trabajos previos ("Reservoir Dogs", "Pulp Fiction" y su episódica aportación en "Four Rooms") se alejaba en esta ocasión de su tan reconocible estilo de violencia hiperbólica para dotar a "Jackie Brown" de una estética intemporal, con una planificación escénica más clásica de lo acostumbrado (apoyándose a menudo en los plano-contraplano) e incluso minimizando las escenas violentas en pantalla, filmándolas en un interesante e inusual "fuera de campo".
Este tercer film de Tarantino constituyó además su particular homenaje al cine blaxploitation; un subgénero surgido en la América de los años 70 habitualmente con presupuestos limitados, situados en ambientes urbanos, donde reinaba la música soul y/o funk, predominaban los actores de raza negra y que por regla general, exageraban su contenido de violencia, terror, sexo, acción, drogas, etc.
No fue pues producto del azar que el protagonismo femenino del film recayera en la actriz afroamericana Pamela Grier, auténtica figura icónica del género de explotación "black", a la que el cineasta quiso rescatar (como haría con otras viejas glorias) de su ostracismo profesional.
Tarantino, siempre guionista en sus films, cambió y adaptó así el personaje central de la novela original (allí era una mujer blanca llamada Jackie Broke) para teñir de esencia afro el nuevo thriller de Elmore Leonard.
Argumentalmente el film versa sobre las desventuras de una azafata de vuelo afroamericana venida a menos, de carácter fuerte y decidido, que se convierte en pieza clave en un caso entre la policía y un egocéntrico traficante de armas callejero llamado Ordell.
La película, claramente cimentada sobre 6 personajes centrales, está realizada con auténtica precisión quirúrgica y es capaz de dibujar psicologías muy concretas entre ellos, sirviéndose de una trama más dilatada que de costumbre en su autor (tan sólo la recién estrenada "Djando Desencadenado" suma más minutos a día de hoy) para conseguir plasmar en pantalla una historia tan absorbente como estructuralmente sólida.

Louis y Ordell, ex-compañeros de celda y ahora socios
En primer lugar, se nos presenta al tándem formado por el citado traficante Ordell Robbie (encarnado brillantemente por un Samuel L.Jackson en estado de gracia) y su nuevo socio y antiguo compañero de celda, Louis Gara (el mejor Robert de Niro de los últimos 20 años), recién salido de prisión.
Robbie es un 'mack daddy' altamente peligroso y ensimismado por su propio estatus que no duda en deshacerse de quién haga falta con tal de salvar el pellejo. Así lo presenciamos en la temprana escena del "maletero", donde Ordell acribilla a quemarropa al inestable drogadicto Beaumont (interpretado por un carismático Chris Tucker, tan breve como intenso) y asistiremos a ver como la acción se engalana merced a unos diálogos brillantes y a una admirable composición de planos fijos muy al estilo de su director (cámara desde el interior del maletero incluido).
Louis por su lado, se nos presenta como un tipo parco en palabras, asocial y algo corto de miras que, pese a la fidelidad demostrada hacía su amigo Ordell, sigue evidenciando un carácter extremadamente violento cuando se le somete a cierta presión.
Junto a ellos, la joven y "alegre" Melanie (Bridget Fonda), una más entre las bellas y descocadas compañeras sexuales del traficante, que no duda en serle infiel a la mínima y a jugar en contra de sus intereses casi por capricho.
En el frente contrario, el agente de policía Ray Nicolette (Michael Keaton, que va de menos a más), un hombre de inquebrantable rectitud profesional que suspira por atrapar a Ordell caiga quien caiga, aunque sea a través de métodos no tan pulcros como se le suponen.

El agente Ray coacciona a Jackie
Finalmente, la asociación entre Jackie Brown (la citada Pam Grier, tan expresiva como un bloque de cemento) y su agente de fianzas Max Cherry (el nominado al Oscar Robert Forster), todo un ejemplo de sobriedad y entereza que decide ayudar a Jackie por un inconfesado amor hacia ella.
Una vez nos presentan a los personajes adecuadamente y pasado ya el meridiano del film, es cuando el cineasta de Tennessee realiza una maniobra realmente prodigiosa.
Sirviéndose de una escena situada en el interior de unos grandes almacenes (como en aquella primera experiencia con el libro de Elmore), el cineasta juega desde diferentes perspectivas con sus personajes y nos ofrece 3 puntos de vista de un mismo suceso que allí acontece (el traspaso de una bolsa con 50.000 dólares de una mano a otra dentro de unos probadores). En primer lugar seguiremos a Jackie a su entrada al centro comercial. Acorde con su estado de ánimo, valiente y decidida, Tarantino nos la presenta mediante un travelling lateral mantenido y firme (idéntica a la escena de los títulos de crédito), mientras suena el tema "Street Life" de Randy Crawford, que decididamente consigue impregnar de esencia soul el momento. Una vez traspasado el umbral del recinto, Jackie empezará a notar sus primeras inseguridades. La cámara, consecuente en todo momento de este hecho, pasará del relajado plano medio al analítico primer plano para finalmente clavar su lente en la azafata desde un primerísimo primer plano, orientando nuestras miradas hacia los miedos internos de la protagonista (además de rendir un personal tributo a su querido maestro Leone). Tras unos ansiosos planos detalle del dinero pasando de bolsa a bolsa (aumentando así la tensión del momento), Jackie abandona los probadores con un cada vez más palpable nerviosismo. Es entonces cuando Tarantino inyecta desesperación a la escena haciendo un magnífico giro de cámara de 360º alrededor del mostrador de la tienda, seguido de un movedizo "long-shot" que desemboca en otras 2 vueltas completas sobre el rostro de Jackie, dejando patente su angustioso momento.
En segundo término, dirigiremos nuestra mirada hacia un inquieto y preocupado Louis, muy molesto por el comportamiento caprichoso e insolente de su acompañante Mel, pero obligado a aguantarla para poder realizar el canje con garantías y no defraudar a su amigo Ordell. La pareja entra en escena en el mismo instante en que la azafata visita los probadores, según tenían previsto.
-- Este trabajo es demasiado para ti, Louis.
Mel no se imaginaba que sus palabras tendrían un alcance tan dramático minutos después, y hace caso omiso de la mirada incisiva de su peligroso socio. Durante toda la secuencia, la cámara nos muestra idéntica la escena de antes, pero esta vez desde una nueva óptica, con un mayor énfasis en las continuas desavenencias del forzado dúo explicado en pantalla con un travelling lateral más nervioso y menos prolijo que el utilizado para Jackie.
Louis asesina a Mel en fuera de campo
Tras llevar a cabo el plan, otro "long-shot" de la pareja nos lleva hasta el parking del recinto, esta vez con mayor premura dadas las circunstancias.
Allí, a cielo abierto y sin mayor dilación,  Louis dispara a Mel a bocajarro cansado de sus molestas niñerías. En esta ocasión, el cineasta de forma excepcional en su filmografía, escoge el fuera de campo para que la violencia no se lleve toda nuestra atención, creando un punto de inflexión en su carrera.
Para el tercer y último punto de vista, Tarantino se sirve de un movimiento más suave y calmado de cámara, acorde con la personalidad del otoñal agente de fianzas Max, para darle una vuelta de tuerca más al suceso del intercambio de dinero.
En esta ocasión, el autor de "Pulp Fiction" realiza un breve uso de un plano subjetivo (enfatizando nuestra complicidad con el personaje más humano de todos), empañará de suave música funk y recurrirá a un largo pero parsimonioso long-shot la escena, para llevarnos hasta su coche una vez recogida la bolsa del dinero.
Un espléndido momento, sostenido en el tiempo y narrado de tres maneras bien distintas, que con un planteamiento técnico apropiado, invita a profundizar con una mayor precisión cada una de las interesantes psicologías de los personajes.
Una split screen al más puro estilo Brian de Palma
Tarantino no se olvida tampoco de usar sus ya tan reconocibles señas de identidad durante el resto del film; desde el antes mencionado plano del maletero, su fetichismo casi insano con los pies de mujer (tardará sólo 5 minutos en enseñarnos los empeines de Bridget Fonda), los extraños planos  contrapicados de un cadáver desde el suelo, hasta ese punto musical "old school" siempre tan presente en sus films (y que por supuesto sus personajes deberán cantar tarde o temprano).
Los particulares homenajes a sus cineastas y actores de culto también son un jugoso divertimento a descubrir para el cinéfilo. En esta ocasión, por ejemplo, se sirve de su admiración por Brian De Palma para crear una pequeña secuencia en pantalla partida (split screen) que permite visualizar dos actos al mismo tiempo, sin necesidad del clásico montaje en paralelo, emulando así al autor de "El precio del poder" (Scarface, 1983).
Podemos concluir así que esta tercera filmación de Quentin Tarantino ofrece un alto grado de interés y es claramente una obra diferenciadora que la convierte en un rara avis en la carrera del autor, confirmando que su manera de mover la cámara dista mucho de ser casual y que su amor por el cine de género va más allá de (re)construir éxitos pretéritos.

1 comentario:

  1. Sin duda estamos ante la que cierra su trilogía de películas, dedicadas a los bajos fondos de Los Angeles.
    Una pieza muy bien compuesta, otra maravilla de su filmografía.
    http://wwwopinasiteatreves.blogspot.com.es/

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