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jueves, 2 de febrero de 2012

THE HOUR (2011) - SERIE TV

Situados en la década de los 50, Freddie Lyon (Ben Wishaw) y Bel Rowley (Romola Garai), trabajan dentro de la BBC en un pequeño departamento de noticias, por culpa de un jefe chapado a la antigua y con miedo a molestar en lo más mínimo a sus superiores, el enfoque de su trabajo es muy conservador y poco estimulante. De esta manera la creatividad, el abordar noticias controvertidas y el periodismo de investigación no tienen practicamente cabida en su trabajo diario.
Sin embargo el saber que la BBC está creando un nuevo programa informativo semanal de una hora de duración llamado "The Hour", les abre las puertas a un trabajo de primera linea, al ser elegida Bel para dirigirlo y el propio Freddie como reportero del programa (aunque él deseaba poder ser el presentador). Para esta tarea fichan a Hector Madden (Dominic West, al que ya pudimos ver en The Wire), periodista con muy buena planta y una sonrisa seductora (cosa que no podemos decir del bueno de Freddie). El programa, innovador por su formato que incluye entrevistas en vivo a personajes destacados de la actualidad política y social del momento, junto con una buena labor periodística por parte de sus responsables, logran un éxito ascendente día a día, demostrando a su jefe Clarence Fendley (un genial, Anton Lesser) que ha sido un acierto ficharlos.

Sin embargo cuando hace poco que están en antena, estalla la crisis del Canal de Suez, en el que Inglaterra, Francia e Israel lanzan una ofensiva contra Egipto para recuperar su control, en lo que sería uno de los conflictos más tensos entre occidente y el mundo Árabe. Es en estos momentos cuando se descubren los entresijos políticos que están detrás de las noticias y las grandes presiones que puede llegar a hacer un Gobierno para controlar en la medida de lo posible el contenido de las emisiones para que su imagen quede lo más limpia posible. Haciendo que el trabajo periodístico dentro del programa se vaya haciendo imposible, al coaccionar la libre expresión.
Si a esto le unimos un caso que está investigando Freddie Lyon tras algunas muertes sospechosas en el entorno de su buena amiga Ruth Elms, tenemos una interesante trama muy bien sintetizada en esta miniserie de tan solo 6 episodios.
Ultimamente en el blog me estoy dedicando a comentar sobretodo las series que voy viendo, aunque esto implique hacer menos reseñas por tener que verlas enteras antes de lanzarme a dar mi opinión.
De momento la gran mayoría están respondiendo muy bien en cuanto a su calidad tanto interpretativa como de guión (obviamente aquí Alcatraz no tendría cabida...), dejándome un buen regusto al acabarlas.
Ya van dos producciones de la BBC que me han parecido excelentes, como The Shadow Line y Luther, lo que está haciendo que me esté "especializando" en buscar miniseries o series más minoritarias, alejándome un poco de las grandes producciones americanas que nos venden con mucho bombo y platillo, pero que a la hora de la verdad acaban resultando poco estimulantes a la vez que repetitivas (y aquí si tiene lugar Alcatraz o Terra Nova). En breve comentaré otras series como Crematorio o Braquo, quizás poco conocidas por el público en general, pero que atesoran calidad de sobra para satisfacer al público más exigente.


Encontré particularmente interesante esta nueva propuesta de la BBC por tratarse de una intrahistoria que tiene lugar dentro de la misma BBC de los años 50, en ese sentido la ambientación de la serie es excelente, sobretodo lo relacionado con los decorados de los platós del programa, las cámaras de época y toda la ambientación en general. Se nota que la propia cadena ha sacado del baul de los recuerdos viejos equipos para darle la máxima credibilidad a esta producción, incluyendo una sala de montaje donde las cintas se cortaban y pegaban (ver imagen superior), y el resultado en este sentido es muy satisfactorio. El interés de la cadena en esta serie tiene múltiples lecturas: para empezar se retrata/denuncia la falta de libertad de expresión vivida en ciertos momentos de la historia (no digo ni mucho menos que ahora la haya), explicando por ejemplo la existencia de una ley que prohibía informar acerca de cualquier ley o tema que se estuviera discutiendo en la Cámara de los Lores durante al menos dos semanas, impidiendo de esta manera que la opinión pública tuviera conocimiento de lo que estaba cocinando dentro del Gobierno o los periodistas pudieran dar su opinión al respecto, hasta que en muchos casos ya estaba aprobado. Por otro lado se ven las presiones que se ejercía desde el Gobierno a los altos mandos de la cadena con tal de lograr que el enfoque de las noticias no les fueran del todo desfavorables o incluso que algunas de ellas no viesen la luz (seguro que a lo largo de la historia esto se habrá repetido en muchos sitios).
El otro gran tema que aborda, sería uno de los últimos capítulos que marcaron el fin del colonialismo occidental y en este caso una de las peores actuaciones de Inglaterra en la gestión de un conflicto internacional, con la nacionalización del Canal de Suez. Todo ello bien retratado para ponernos en la situación del momento y poder comprender la realidad socio-política que se vivía entonces. La historia se complementa con una intriga que planea casi desde el primer minuto de la serie, con un extraño asesinato ocurrido en el metro de Londres y la certeza que tenemos desde ese instante de la existencia de algo muy turbio alrededor de lo que parece ser una trama conspiratoria. A nivel de actuación el trío protagonista (ver las 3 fotos de la derecha) demuestra una gran química entre ellos, sabiendo desarrollar sus personajes a medida que avanza la serie y haciendo creíbles sus motivaciones y carácteres, perfectamente complementados por toda una serie de secundarios. Por un lado tenemos a Freddie Lyon, que vendría a sintetizar la esencia del periodista, devoto de su trabajo, con una gran inquietud por la investigación y su afán de informar antes de pararse a pensar si es políticamente correcto o merece la pena arriesgarlo todo por hacerlo. Su carácter díscolo, su cinismo y su dote para intuir una buena historia lo convierten en un sujeto difícilmente controlable e incómodo para todos. El actor Ben Wishaw (protagonista de la película El perfume) hace aquí un gran papel, logrando un personaje que huele a auténtico, entrañable e inteligente a partes iguales. Romola Garai como Bel Rowley sabe transmitir las inquietudes de su personaje, una periodista ascendida a directora de programa y que desde entonces tiene que saber adaptarse al nuevo juego de los despachos en el que predominan los hombres, e intentar encontrar el equilibrio con su obligación de informar y lo dictado por sus superiores, y Dominic West convincente en su papel de presentador guaperas y a priori comprometido con el periodismo, complementan un triángulo amoroso que da para mucho en estos 6 episodios que dosifican inteligentemente la tensión y el ir descubriendo poco a poco sus cartas, para lograr cerrar convincentemente esta sugerente historia llena de inspirados diálogos y un ritmo muy dinámico. Id a por ella, sin ninguna duda es una apuesta segura, aunque va a pasar desapercibida por gran parte del público y por las cadenas, que seguramente nunca la lleguen a considerar atractiva a la hora de buscar nuevas series que emitir, una lástima.


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