El pensamiento de que en el complejo mundo de las relaciones de pareja todos somos unos principiantes vendría a ser la idea de partida de la película Beginners, una obra de cine independiente que sorprende tanto por la sinceridad y emotividad de la historia que nos cuenta, como por la manera tan original de narrarla sin caer en la tentación de usar trampas lagrimógenas, que una vez más se demuestran innecesarias del todo para llegar al espectador cuando detrás de la cámara hay alguien con criterio y un buen guión. Todo arranca en una fiesta de Halloween donde Oliver (Ewan McGregor) conoce a una pintoresca e impredecible joven llamada Anna (Mélanie Laurent) pocos meses depués del fallecimiento de de su padre Hal (Christopher Plummer). Los últimos años de vida de Hal han estado marcados por la muerte de su esposa, pero no de la manera que todos nos podamos pensar en un principio, pues a pesar de haber rebasado ya los 70 años y haber sido para todos un fiel esposo durante más de 40 años, Hal decide por fin salir del armario y declarar abiertamente su homosexualidad para intentar vivir lo que le queda de vida de la manera que siempre habría querido, disfrutando de ella por primera vez como si de un adolescente se tratara. Este sorprendente descubrimiento, lejos de alejarle de su hijo Oliver, no hace sino acercarlos más que nunca gracias a la honradez y naturalidad con que su padre le muestra su nueva faceta, su verdadero yo. Los diferentes recuerdos que conserva de su padre, el optimismo con que vivió, las ganas de disfrutar de lo nuevo que estaba por venir, le dan a Oliver fuerzas para intentar sacar adelante una complicada relación con Anna, una actriz que por su trabajo debe viajar constantemente, y que parece condenada al fracaso desde buen inicio como todas las anteriores que ha tenido. Mediante diferentes flashbacks y unas originales animaciones, descubriremos el tramo final de vida de Hal a través de los recuerdos que Oliver le cuenta a Anna: su presentación en sociedad como gay, y toda una serie de vivencias buenas y malas durante el tramo final de su vida.
La historia que dirige y guioniza Mike Mills está basada en vivencias personales, pues su padre después de 45 años casado con su madre decidió salir del armario, este hecho se nota a la hora de afrontar esta producción con mucho más cariño, sensibilidad y dedicación que un simple encargo más, haciendo que tenga algo especial y llegue con fuerza al espectador.
El trío protagonista demuestra una gran complicidad regalando unas grandes interpretaciones que logran transmitirte todos los sentimientos con los que sus personajes tienen que lidiar: miedos, pasión, amor, ilusiones, tristeza, quedan bien retratados gracias a su entrega, destacando por encima de todos el complicado papel con el que tiene que lidiar el veterano Christopher Plummer y que es de los más emotivos que recuerdo en mucho tiempo. Tanto Ewan McGregon (con el que me reconcilio después de bastantes papeles flojos en títulos como Ángeles y demonios) como Mélanie Laurent tienen una gran química en pantalla haciendo creíbles las situaciones que comparten. Complementando el elenco protagonista tenemos a Georgia, la madre de Oliver, interpretado por Mary Page Keller que sabe darle un toque extravagante a una mujer que vive resignada con la relación de pareja que le ha tocado. Por último mentar al perro de Oliver, con quien tendremos la oportunidad de ver los "diálogos" que mantienen entre ambos en algunos momentos del film, dándole un leve toque de humor absurdo teniendo la oportunidad de leer los pensamientos del chucho.
La estructura narrativa está claramente dividida en dos lineas temporales, por un lado tenemos la historia de Hal en la que vemos como busca disfrutar de los últimos años de su nueva vida, y por el otro la historia de Oliver que está intentando superar la muerte de su padre a la vez que intenta construirse un futuro junto a Anna. Las transiciones de una a otra, o lo que vendría a ser lo mismo los saltos adelante y atrás en el tiempo están perfectamente ligados para que quede una sensación de continuidad y complementación de ambas, ya que la evolución personal de los distintos personajes va madurando a medida que se nos van revelando escenas de las dos. En tono de tragicomedia que de ciertos momentos muy grises logra sacar pinceladas de humor, nos habla de las oportunidades de elección que tenemos todos a lo largo de la vida, en el caso de Hal quizás de las que no tuvo o no se atrevió a elegir en su juventud, debido a la moralidad existente en una sociedad americana en la que en ciertos estados el tema de la homosexualidad sigue siendo espinoso y altamante conflictivo hoy en día. Y para Oliver y Anna el hecho de luchar por algo que merece la pena y no dejar que la relación muera por su desidia como siempre han hecho. Para acabar me gustaría comentar una de las primeras escenas y que quizás es la que ahora me viene en mente y me ha gustado más, con el primer encuentro de Anna y Oliver en la fiesta, vestido este último de Freud y teniendo estirada a Anna en un sofá a modo de diván, mientras tienen su primera y peculiar charla (con ella afónica escribiendo sus preguntas y respuestas en una libretita), me parece un buen guiño el disfraz de psicólogo viendo luego el devenir de la película.
Una de esas películas que pueden pasar desapercibidas y que se nos pasen de largo, pero que sin ninguna duda es todo un descubrimiento.
Pienso que está muy sobrevalorada en general. Plummer trabaja bien (tampoco me ha deslumbrado), la historia tiene puntos de gran interés (la enfermedad del padre y su homosexualidad tardía, las complicadas psicologias de los personajes), pero adolece de una narrativa anestésica y acabas por ver crecer la hierba en las típicas idas y venidas de una pareja habituales, que si vete, que si voy, que si vuelvo....
ResponderEliminarSi bien la película muestra una personalidad propia bien definida y un clima de peculiar calidez, lo que más destaca es esa sensación de lentitud que hace que nos pesen los párpados. En mi opinión,hay cierta pedantería en su manera de narrarnos la historia (diálogos imprecisos, comportamientos poco creíbles..) y acaba resultando un pelín tediosa terminarla.
Aún llegando a comprender tu entusiasmo, no puedo sino que confesar que a mi no me llegó tan adentro, no me colonizó tanto como a ti. Yo le puntuaría con un 6,6. Se abre el debate...
Esa "lentitud" que comentas, para mí no es tan exagerada, las hay 100 veces más contemplativas y que transmiten mucho menos. Para mí es necesaria para reflejar el estado de ánimo de los protagonistas, ese toque de melancolía cuando pierdes a alguien y que sobrevuela toda la película. Siempre que nos vemos nos estamos quejando del ritmo vidioclipero del cine actual, ¿no? Pues por una que sabe crear una buena atmósfera y unos personajes más que interesantes, tomándose su tiempo para que los vayamos conociendo, y además con una estructura narrativa interesante, es para estar contentos y saborearla como una excepción en un cine palomitero que ya cansa. Veamos, esta película en manos "más convencionales" habría dado como resultado una pseudocomedia estilo "In&out" como mucho o la típica bobada de "locas" sin ningún tipo de gracia con los tics más trillados, con personajes sacados del ABC del guionista vago y con un resultado olvidable casi con seguridad. Pero en esto del cine las apreciaciones son muy personales, y a veces el estar condicionado por una valoración previa o dependiendo del momento en que la ves, puede cambiar la percepción que tengamos al verla.
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