El cuento de Caperucita Roja y el lobo feroz de toda la vida merecía otra cosa, ya únicamente por respeto a un clásico. También es culpa mía, ya que debería haber observado que la culpable de esta adaptación cinematográfica es Catherine Hardwicke, la responsable de la primera Crepúsculo, dato muy doloroso y que conlleva una pastelosa relación amorosa con un trasfondo fantástico en todos sus films, esta vez, jugando de nuevo con la licantropía.
Me dejé convencer por su envoltorio engañoso, por su fotografía a lo "fantastique" y por ese Gary Oldman que con sus camaleónicas interpretaciones siempre me acaba por convencer. Escogí esta cinta sin consultar casi críticas, pese a conocer su fugaz paso por nuestros cines sin pena ni gloria.Sabía lo que me iba a encontrar a medias, pero la balanza se decanta hacía lo descartable una vez más.
No desvelaré nada en concreto, pero Catherine sitúa la famosa fábula en un pueblecito amenazado por un lobo que durante muchísimo tiempo siembra el terror. Entre insoportables jugueteos amorosos, nuestra protagonista Valerie (hermosísima Amanda Seyfried) se ve forzada a contraer matrimonio con un chico que no ama, abriendo las puertas a una deplorable trama juvenil muy lejana a mi interés, ya que sólo me atraía el lobo y sus atrocidades.
Al no poder darle caza, esperarán la llegada de un verdadero experto, Solomon (Oldman, lo mejor del film sin dudarlo, y muy lejos de su mejor momento) que en base a su experiencia con hombres lobo tratará de eliminarlo con su séquito de ayudantes negros (no entendí eso, sinceramente).
La aparición del lobo complicará las cosas, ya que mediante un truco mental consigue hablar con Valerie, considerada entonces una bruja por todos los inspirados pueblerinos. Solomon está convencido que el hombre convive con ellos con naturalidad durante el día y se transforma en el temible lobo de noche, lo que llevará a una desconfianza total entre los habitantes del poblado hasta desvelar el intrigante misterio.Tratando de no ser condescendiente escribiré datos que me han causado vergüenza ajena y que necesito volcar aquí.Para empezar, este hombre lobo no puede entrar en sitios sagrados, iglesias,etc...primera puñalada trapera, ya que ahora resulta que es demoniaco o creyente, quién sabe.
En segundo lugar, el poblado está nevado constantemente y en abundancia pero hay decenas de escotes, mangas cortas y ciertas dosis de carencia friolera en el lugar, detalle que me causó un dolor semejante a un puñetazo en el costado.
En una lamentable secuencia digna de los peores momentos del cine romántico, Valerie se lo monta con su novio engreído pero fiel (puaj), en un pajar...¡¡¡ con fuegos dentro !!! y sin que arda la paja o la madera, un despropósito imperdonable y del todo insultante.
El lobo es calcado a los lobos de Crepúsculo, acabando por completo con mi entrega intelectual aplicada a la cinta hasta el momento. Los diálogos, las acciones o algunas secuencias en teoría pretendidamente terroríficas (el ataque en la cueva) son tan pastelosas que dan risa.
Si algo bueno puedo destacar es que sin duda, el público adolescente le conseguirá ver el encanto (que me expliquen cómo) y algunos trucos de fotografía de vez en cuando logran su cometido, como ese sueño de Valerie arrastrando el vestido por la nieve o parajes de cuento bien dibujados.
A un servidor le ha causado estupor cinematográfico y me contengo para no soltar improperios mayores, ya que mi enfado es de órdago.
Una opción tan prescindible como la cuarta parte de Scooby-Doo y tan tristemente enfocada que si fuera por mí, jamás le volvería a dar una cámara a esa Catherine Hardwicke. He dicho.