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viernes, 30 de noviembre de 2018

UNA ORACIÓN ANTES DEL AMANECER (2017)

Es el turno de abordar una de las proyecciones más contundentes y angustiosas del pasado año, la co-producción franco-británica "A prayer before dawn", del parisino Jean-Stéphane Sauvaire. En su búsqueda continua de plasmar realidades incómodas, el francés apunta ahora su objetivo hacia la figura de Billy Moore, un británico que luchó por sobrevivir en una infernal cárcel tailandesa, tratando de canalizar su horror personal a través de la práctica del deporte, en este caso el boxeo.
Despojada de cualquier lubricación comercial, el film literalmente nos sumerge en su aterradora realidad, llena de injusticias, torturas psicológicas, violencia y muertes. Un auténtico descenso a los infiernos en una lucha por salir vivo de la que seguramente sea la peor prisión del mundo, donde las leyes internas son escalofriantes (el suicidio es algo habitual), se comparte celda (por así llamarlas) con medio centenar de peligrosos presos amontonados y apenas existe higiene. Un verdadero calvario al que Moore, encarcelado por posesión de drogas, tuvo que hacer frente.
Un drama intenso, incómodo y durísimo, como pocos he visto, tratando con mucho rigor sus experiencias y sin recurrir a ningún tratamiento suavizador, recreando escenas que se sienten desde la butaca como un auténtico puñetazo al estómago, compartiendo las atroces vivencias que allí sucedieron.
Con los diálogos justos y unas potentes imágenes, "Una oración antes del amanecer" no está en absoluto diseñada para tener apenas recorrido comercial, sino casi como un grito de socorro usando su cine como herramienta para reclamar derechos humanos básicos, señalar el abuso de autoridad y hacernos reflexionar sobre el poco valor que tiene tu vida en lugares como ese.



Sauvaire es completamente coherente con la elección de su puesta en escena, siendo agresiva y sin concesiones, por momentos mareante, a veces molesta, con el claro objetivo de conseguir meternos en esa atmósfera opresiva y frustrante, llena de sangre, odio e inmundicia, tanto social como física, que allí se respira. Recurre acertadamente a no subtitular la mayoría de diálogos en tailandés en el interior de la cárcel, para así estar obligados a compartir el miedo y soledad de Moore en toda su aspereza y no cometer el error de musicalizarla como si del típico film de prisiones se tratase, dándole un tratamiento sobrio e incluso rácano al apartado sonoro.
Un trabajo difícil, realista, con cierta esencia documental, donde las escenas de lucha están en un segundo plano, y que sin duda no será plato de buen gusto para muchos, aunque lo será, y con la etiqueta de cinta de culto, para otros.

jueves, 29 de noviembre de 2018

MAUS (2017)

El asturiano Yayo Herrero nos adentra con su cámara en un bosque plagado de minas en plena Bosnia-Herzegovina, de la mano de Alex y Selma (alemán él, natural de allí ella), una pareja al que su coche les ha dejado tirados en pleno follaje, mientras iban... de camino al aeropuerto (...).
La chica, sensible por haber sufrido una pérdida reciente, se aferra con mucha fe a su amuleto hamajlija, de origen musulmán, en consonancia con sus creencias religiosas, que asegura la protegerá de cualquier mal. Sin embargo, algo se esconde en el bosque, una presencia enigmática que parece perseguirles. Sea como sea, con la ayuda de dos inquietantes montañeros bosnios tratarán de salir de ese infierno infestado de trampas, aunque quizás sea para meterse en otro asunto peor.
"The Maus" es uno de esos casos en los que el pasado cortometrajista del director aún se percibe en su obra, siendo más bien una curiosa idea (los vestigios bélicos de la zona manifestándose como si de un ser se tratase), pero que se percibe en exceso estirada, un mediometraje alargado que flaquea y se derrumba por el cúmulo de minutos.
De entrada no creo que nadie tenga que atravesar ese bosque para ir al aeropuerto, y menos adentrarse en él sabiendo que está repleto de bombas anti-persona. Y ya puestos, tampoco le veo mucho sentido al problema con su vehículo, atrapado de forma estúpida en el camino, dando lugar a una premisa inicial metida con calzador, por no decir absurda.


Aceptando las cosas como vienen de todas formas, el film tarda poquísimo en quedarse estancado, casi sin ideas y las pocas que lanza, mal resueltas, pues ningún personaje razona o actúa como debería, sobre todo los dos rudos indeseables de la zona, que terminan incluso dominando como nadie la lengua de Shakespeare.
Un sobresalto en su guión hace que retomemos el interés, pero se tratará otra vez de una falsa alarma, pues lo que se antojaba como una experiencia de pesadilla, acaba por ser un discurso moralista, que respeta integridades, religiones, y terminar por ser, incluso, dogmático. Un incordio sin mayor interés, con un personaje central masculino muy molesto, aborrecible y de paso, abucheado en la sala tras su proyección.
Una película sin alma ni corazón, que nos propone un juego de lo más aburrido y soso, y al que no nos interesa sentarnos a jugar.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA PIEL FRÍA (2017)

Xavier Gens, responsable de la literalmente inolvidable "Frontier(s)", presentó en 2017 su quinto largometraje, por primera vez en co-producción hispano-francesa, adaptando la primera y exitosa novela del catalán Albert Sánchez Piñol, "La pell freda".
La trama de la misma nos sitúa a principios del siglo XX, donde un joven guerrillero irlandés, huyendo de la realidad de su país, acepta un solitario trabajo como oficial atmosférico en un islote frío y remoto en mitad del océano. El único habitante del lugar malvive en su viejo pero casi infranqueable faro, donde parece haberse recluido totalmente y ya roza la locura. El oficial, pocos días después de estar en su pequeña cabaña no muy lejos del faro, descubre que no están solos, pues unos seres de origen desconocido salen de noche con letales intenciones. Ambos estarán forzados a entenderse para seguir vivos, pues la amenaza es cada día más grande y la munición va mermando.
Ignoro si la adaptación rodada por el francés es fidedigna o no al original, pues no he leído el trabajo de Sánchez Piñol, pero imagino que a grandes rasgos el discurso narrativo y su concepción en general irán de la mano, aunque obviamente mis impresiones se verán reducidas a mi experiencia cinematográfica. Dicho esto, y entrando a valorar la cinta, admito que lo prometedor del inicio es de largo lo mejor de la misma. La llegada a la isla, la presentación de los dos personajes y lo rápido que se siente la atmósfera (rodada entre Lanzarote e Islandia), es muy esperanzador, a la vez que despierta realmente nuestra atención.
Sus abstractas semejanzas con el mito de Drácula la convierten en previsible llegados al cuerpo argumental, pero aún seguimos atentos al devenir de su aventura costera, ya salpicada de un poco de terror suave, algo de suspense y un humor con personalidad, muy necesario.



Quizás sea por ese inapropiado y aborrecible uso del CGI en su afán de crear decenas de seres (más adorables casi que los protagonistas), inventarse una pequeña historia de atracción sexual extravagante y el hecho de insistir una y otra vez en las pesadas secuencias de asedio, que el film se desinfla hasta cansar, y nos salimos de ella con frustración, agotados de no ver un desenlace en  mejores condiciones.
Cierto es que no se trata en absoluto de una película de carcasa vacía, ya que de ella se pueden extraer valiosos mensajes de toda índole (desde el viaje personal de su acertado protagonista, el miedo al diferente, los prejuicios sociales o lo intrínseco a la soledad), pero como experiencia cinematográfica se queda algo justa, resultando en sí un trabajo digno y con cierta riqueza formal, pero lejos de ser lo que prometía.

martes, 27 de noviembre de 2018

EL HABITANTE (2017)

Como es sabido, William Friedkin visitó el Festival de Sitges de 2017, y entre otros menesteres seguro que más apetecibles para él, también aprovechó y conmemoró el 45º aniversario de su obra cumbre, "El Exorcista". Casualidades o no, otros cineastas de más discreto renombre mostraron sus trabajos sobre la temática de las posesiones demoníacas y sus rituales de curación, ya sea porque sigue siendo un subgénero fértil en sí mismo o porque la figura del cura que exorciza siempre estará presente hasta el fin de nuestros días.
Sea como sea, entraron en parrilla varios films de corte similar y presenciamos uno de los más relevantes. Se trata de "El Habitante", del uruguayo Guillermo Amoedo, colaborador habitual del omnipresente Eli Roth y que nos avanzaba en su intervención que era la première mundial, ni él mismo había visto el resultado final, pues apenas habían terminado la post-producción hacía unas horas.
Tras visionarla, pienso que adolece de un serio tropiezo desde la base de márketing, y es el hecho de anticiparnos, ya desde su propia sinopsis comercial, que la niña atrapada en el sótano de la casa (mientras 2 ladronas aficionadas entran a robar), está de hecho, endemoniada.
Ese giro argumental, a ciegas, hubiera tenido muchísima más gracia que la de saberlo ya con anterioridad, pues nuestro interés por el robo y sus pormenores pasan desde un principio a un tercer plano, y sólo queremos que bajen al sótano a comprobar cómo es ese dichoso demonio.
Así, en su media hora inicial (casi como un prólogo) el film nace ya debilitado, y rápido detectamos carencia de medios, un trabajo de fotografía televisivo y diálogos someros, amén de unos intérpretes desacertados, que no malos.



El transcurrir de los acontecimientos venideros no nos depara tampoco ninguna sorpresa valiosa, aunque sí posee cierto ritmo narrativo, detalles muy acertados o momentos curiosos (la secuencia de la hermana pequeña en la bañera, algunos tics de la poseída o su empeño en confundirnos en su último tercio). No se trata de una película insignificante, pero sí irrelevante, pues su aportación tanto al terror como al subgénero al que hace referencia no es útil y la textura de telefilm frena el discurso propuesto. Mención especial, y con esto acabo, al inapropiado minuto final. Sonrojante es quedarse muy corto. Amén.

lunes, 26 de noviembre de 2018

DHOGS (2017)

Cada año, gracias a la inabarcable oferta del festival de Sitges (casi 300 trabajos audiovisuales de diferente índole), se hallan pequeñas gemas de autor, películas muy pequeñas, a veces diminutas, que sin embargo consiguen instalarse en tu cabeza y parasitar tus pensamientos durante un tiempo, si tienes la suerte de encontrarlas. De muchas de ellas ya nunca vuelves a oír hablar; de muchos autores ya no sabes nada más; y aunque el cine es libre, abierto, tolerante e infinito en sus posibilidades, en ocasiones también resulta implacable y desmoralizador.
En mi caso, y tras haber visionado "Dhogs", la ópera prima de Andrés Goteira, financiada por crowdfunding, rodada en gallego y de presupuesto muy modesto, creo tener la certeza de haber topado con una de esas joyas escondidas, un rara avis que activa las mentes y sacude tu intelecto, además de provocar una enorme diversidad de reacciones. Y eso, con el uso de tan sólo unos pocos elementos a su alcance.
Presencié como la gran mayoría de la sala rebuznaba lo lenta y mala que había sido, la pérdida de tiempo que les había supuesto y la tomadura de pelo que, en principio, creían haber vivido. No puedo estar más en desacuerdo. Me sentí frustrado al comprobar como muchos depositaban sus votos en la casilla del 1 a la salida, en caliente y quizás desbordados por el reto mental al que habían sido sometidos, ya que sin duda, el viaje que propone Goteira no tenía intención de ser placentero y plácido, sino más bien todo lo contrario.
Dividida en 3 enigmáticos capítulos (Taxi, Perros y Dhogs), con cierto sabor surrealista todos ellos y entrelazados de manera magistral, "Dhogs" cuenta sucesos extraordinarios de gente ordinaria. Un taxista, un ejecutivo desmotivado, una mujer solitaria, un cazador al borde del desquicio o un joven impulsivo y desequilibrado entre otros, componen este relato de ritmo pausado y crípticas intenciones, donde el espectador se bate en duelo contra la lógica, lo ingrato que supone la incoherencia y el reto de tratar de encajar las piezas, algo que puede desesperar a alguno si no se enfoca correctamente.


Yo en ella vi un peculiar y complejo juego de espejos, dando al público lo que siempre ansía dentro de un festival como éste (es decir, sexo, carnaza, locura, violencia y humor) pero desde un ángulo de perversa ironía, arrojándonos sutilmente (o no tanto), casi como si de un ritual de ofrenda se tratase, todos esos ingredientes a la cara como el que alimenta a un león en una jaula. Tratando de hacernos ver hasta dónde llega la simpleza de nuestra mirada como espectadores y con qué poco se nos satisface.
En "Dhogs" hay un poco de Lynch, Dupieux, Carax o Warmerdam, quizás no buscado de un modo intencionado sino más casual, pero por fortuna contiene trazas de pura esencia autoral, obviamente no apta para todos los paladares, pero por supuesto ya se ha ganado la de unos pocos.
Que un film tan pequeño logre hacernos ir tan lejos, que se convierta en un rompecabezas casi imposible de descifrar y que además tenga una puesta en escena sin petulancias (lo que agradezco enormemente), merece como mínimo un respeto; y si además, tanto los diálogos como las secuencias están repletas de un extraño clima tan surrealista como fascinante, la convierten en una chiquitita joya a reivindicar, que debería levantar mucha más atención de la que seguro provocará. Aunque de algún modo, ella ya es perfectamente consciente de su condición y sabe que su trayectoria vital será breve, lamentablemente (o no, y ocurre el milagro).

domingo, 25 de noviembre de 2018

SWORD MASTER 3D (2016)

Primer contacto por mi parte con la filmografía del hongkonés Yee Tung-Shing, más conocido internacionalmente como Derek Yee, naturalmente para evitar pronunciaciones embarazosas más allá de sus fronteras. Actor en activo desde el año 1977 y realizador de sus propias películas desde 1986, el cineasta asiático ha venido asumiendo cada uno de los aspectos de las mismas, desde el guión hasta la producción. Algo de lo más habitual por otro lado viniendo del mercado asiático.
Yee nos trajo en Sitges  2017 curiosamente su film número 17, "Sword Master 3D", una suerte de homenaje de su primer papel como protagonista y al que en buena medida le debe su éxito, hablo de la cinta de culto, "Duelo a muerte", de los Shaw Brothers.
Con todas las herramientas tecnológicas a su alcance, Yee nos trae una obra repleta de logros técnicos, CGI de máximo nivel, magníficos efectos de post-producción, imagen ultra nítida y por qué no, también el aparatoso sistema 3D, gafitas incómodas incluidas. Todo para tratar de conservar intacto el espíritu de los wuxia de antaño, aumentar las dosis de acción non-stop y revitalizar (perdón, quería decir re-comercializar), el género chino por antonomasia.
Caprichosamente, parece lograr su cometido tan sólo cuando nada de eso está presente, pues tanta digitalización desnaturaliza la aventura, inclinándola hacia el ya incontrolable magnetismo de los videojuegos.
La historia de este "maestro de la espada" versa, como no podía ser de otra forma, sobre la figura de un poderoso luchador que finge su muerte para aprender de la vida más allá de sus cómodas instancias, alojándose en un burdel, nada menos.
A su vez, otro artista marcial de notables habilidades, busca combate con él porque ya no encuentra rival, pero al enterarse de su "muerte", deambula sin misión ni objetivos, yéndose lentamente a la mala vida y enemistándose con quien menos debe... hasta que la verdad le sea revelada.
Una vez hayamos salido de la hipnosis que provocan sus irresistibles imágenes cargadas de belleza, saciado de sus estupendas coreografías milimétricas y maravillado con la perfección técnica de su puesta en escena, podremos valorar en su justa medida el "fondo" de la película, porque ahí está, casi asfixiado, ahogado entre tanta "forma".



Nada que objetar del cuidado con la que filma el asiático ni de su capacidad creativa. Nada que objetar de su esquema cultural, cuidadoso y seguro riguroso. Tampoco nada que objetar del grupo artístico, pues todos, bellos y esbeltos, saben posicionarse y conseguir las acrobacias que se les piden. Lo que sucede es que todo esa parafernalia de circo, parece estallar como un globo cuando acaba la obra, cual historia sin emoción ni lecciones valiosas. Sólo queda un incómodo vacío de nimio significado, de tiempo mal invertido y desgaste innecesario. Un título más al montón, que satisface emocionalmente a los implicados mucho más que al espectador, y que sirve, de largo, para añorar la humildad y honestidad del wuxia en su esencia más primaria, pues en este caso, menos ha sido siempre más.

sábado, 24 de noviembre de 2018

THE CURED (2017)

Llega el turno para "The Cured", una propuesta irlandesa de corte independiente (aunque con Ellen Page como cabeza de cartel, que eso siempre ayuda), que como viene siendo habitual en los últimos años, aborda la temática zombis/infectados desde otro punto de vista, supuestamente novedoso.
La ópera prima de David Freyne cuenta como un potente virus convirtió a buena parte de la ciudadanía irlandesa en caníbales enfurecidos, y que tras hallar algo parecido a un antídoto, el 75% de ellos se "curaron", mientras que el 25% restante aún estaban en estado incontrolable, y por lo tanto recluidos.
La reinserción social de los peyorativamente denominados "curados", que aún conservan los recuerdos atroces, pesadillas y extrañas percepciones debido a su angustiosa infección, lógicamente no es tarea fácil, pues crea un fuerte rechazo en la población, ya sea por simple miedo o por considerarlos auténticos asesinos sin perdón posible. Ante tamaña adversidad, el grupo de afectados no sólo comienza una revolución en toda regla, sino que en su fuero interno aún parecen palpitar ciertos síntomas de su horripilante trastorno.
Coincido con algunos en que la idea de base de esta "The Cured" tiene suficiente encanto como para que el proyecto se llevara a cabo, no seré yo el que lo niegue; pero sigo pensando que detrás de esa careta de "película de zombis" de la que comercialmente se beneficia, se esconde un pequeño drama socio-político sin demasiado que aportar, que ni afronta ni encara con suficiente voluntad crítica lo que plantea de inicio.
Por un lado caricaturiza a las fuerzas del orden, en un planteamiento demasiado panfletario del gremio, llevándolo casi al ridículo (¡qué malos y poco comprensivos son!).



En segundo lugar, crea personajes sin sangre en las venas, monótonos y aburridos, además de incoherentes (esa doctora de chiste), y se enroca la trama buena parte del metraje, donde apenas se mueven las fichas sobre el tablero y el espectador va siempre 3 pasos por delante en sus, por otro lado previsibles, acontecimientos.
Una puesta en escena de apagados tonos grisáceos, sin alma ni gracia y carente de cualquier atractivo, (aunque de algún modo en consonancia con el resto de ingredientes), no suma en su afán de lograr un clima de tensión. Tan sólo unos cuantos adornos de textura como los filmados cámara en mano o un acertado tratamiento sonoro, le otorgan, junto a su curiosa idea de sanar a los infectados, un interés moderado. 
No será tan relevante como pretende, ni cambiará el curso del género, pero puede llegar a gustar si se toma con la perspectiva necesaria, pues sin ser gran cosa, tampoco merece el anonimato.

viernes, 23 de noviembre de 2018

MUSA (2017)

Muchos esperábamos el nuevo film de Jaume Balagueró con ilusión y realmente esperanzados a repetir una experiencia similar a la que vivimos con "Mientras duermes" en 2011, que en mi opinión es una de sus mejores realizaciones, sino la mejor (al menos en solitario).
Aún con algún que otro tachón en su filmografía (que recordemos incluye "OT" o "Rec4"), el lleidatà ha demostrado que domina el terreno del terror y su manejo con la cámara no es aquí ya el debate, pues está consolidado a estas alturas y sus puestas en escena son indiscutiblemente de primer nivel. Asumida esa sólida profesionalidad y sus demostradas capacidades fílmicas, estoy convencido que esta vez no estará del todo satisfecho con el resultado final de su nuevo proyecto, de título "Musa".
No siempre puede uno contar con Franka Potente, Christopher Lloyd o Leonor Watling en su película, naturalmente toda rodada en inglés y de corte internacional, buscando así que su cine goce de un mayor interés fuera de España; del todo lícito por otra parte, pues lleva haciéndose con toda lógica y coherencia desde hace décadas.
Para la ocasión, el cineasta catalán se inspira y/o adapta la novela "La dama número trece" de José Carlos Somoza, para contarnos la historia de un profesor de literatura que se ve envuelto en una oscura trama de rituales ocultistas, poesía macabra y misteriosas musas (por no decir brujas).
A priori todo parece buena idea, y de hecho sus primeros 10 minutos auguran un film sólido, interesantísimo y con muchas posibilidades de desarrollo. El problema viene cuando tratan de profundizar en la trama y detectamos una arrogante sensación de autocomplacencia en ella, como si los actores quisieran en todo momento masticarnos la información, pues se nos antojaría tan compleja que el público si no, no la entendería.



Referencias intelectuales por doquier, charlatanería ocultista y un sabor general a bolsilibro de aeropuerto nos acaba por hastiar, diría casi cabrear, obligándonos a desconectar con lo que allí acontece en espera de un nuevo giro o momento terrorífico que lamentablemente nunca llega.
Me quedo con un par de secuencias de gran fuerza (el tenso momento en la cocina con el indeseable del burdel o la escena que arranca la película), con su más que digno acabado formal y esa sensación de que con otro enfoque, mucho menos vanidoso y ensimismado, el film hubiese funcionado mejor.

jueves, 22 de noviembre de 2018

WIND RIVER (2017)

Tras firmar los guiones de "Sicario" y "Comanchería" en 2015 y 2016 respectivamente (nominación al Oscar incluido para la segunda), Taylor Sheridan se colocaba por segunda vez a los mandos de la nave y dirigió "Wind River", del que también se hizo cargo del guión.
Mucho se esperaba del todoterreno Sheridan en 2017 (el tipo actúa, escribe, dirige, produce...), y aunque no merezca ningún desplante crítico en absoluto, nos ofreció un film discreto y sin sorpresas, que para ser honestos, no desentonaría en según qué parrillas televisivas, pues se acerca peligrosamente al telefilm.
La historia versa sobre la investigación de un doble asesinato cometido en una reserva nevada de nativos americanos, donde la agente federal Jane Benner (Elizabeth Olsen) es enviada de manera rutinaria, casi burocrática. Allí, debido a las dificultades del terreno, contará con la ayuda del veterano cazador Cory Lambert (un sobrio Jeremy Renner), quien no sólo conoce esas montañas a la perfección, sino que cuenta con la experiencia y sangre fría necesarias para resolver el caso "sea como sea".
Podríamos decir que los cauces que sigue la película en la mayoría de su metraje son los de siempre, presentando unos personajes con algún trasfondo dramático más o menos repetitivos (pérdidas, antiguos traumas etc), conversaciones de chimenea, tensión creciente y la susodicha trama policial que se va encarrilando.


Se percibe el peculiar sentido del humor de Sheridan (que tanto nos gustó en su anterior trabajo), pero queda patente que no domina tanto el drama, pues no logra encauzar ese terreno con tanta suficiencia, y mucho menos convicción. Tampoco demuestra nada especial estando al timón del proyecto, ya que su puesta en escena es más académica y prudente de lo esperado en un principio. Sorprende en este aspecto el premio recibido en Cannes a mejor director de su sección, pero supongo que entran muchos factores ahí que no es momento de entrar a valorar.



Sin embargo, ya en su último tercio, el film rebrota tímidamente y da lo mejor de sí, dejando escenas con fuerza y visualmente magnéticas. Insuficientes como para conseguir una película para el recuerdo, pero quizás sí para cumplir cometidos comerciales. Seguiremos sus futuros pasos, pero ya con menos intensidad, por así decirlo...

martes, 20 de noviembre de 2018

ANNABELLE : CREATION (2017)

Empieza a estar de moda que cada año que pasa invadan nuestras pantallas más y más secuelas, spin-off y derivados de la notable "Expediente Warren", pues parecen funcionar en su recreación de un terror hogareño para toda la familia, con sustos aptos para cardiópatas y tensión a base de tecla de piano sostenida. Años después de la irregular aunque moderadamente disfrutable "Annabelle", toca acercarnos a su inevitable precuela, donde se narran los sucesos que dieron lugar al origen de la endemoniada muñeca, por si teníamos muchas dudas al respecto.
Un juguetero y su mujer pierden a su hija en un accidente, y pese a esconder un oscuro secreto dentro de la casa, deciden acoger a unas niñas y a su monja-enfermera de rasgos perfectos como si su casa fuera un bienintencionado hospicio cristiano. Pronto comprobarán que de cristiano, poco.
En mi ya dilatada experiencia con el cine de terror de todo tipo, jamás había topado con un film tan efectista como esta "Annabelle 2", también conocida como "Annabelle: Creation", lo que no implica que sea per se una mala película, sino que sólo dice de ella que recurre constantemente a efectos (tanto sonoros como de toda índole) para conseguir sus objetivos, por encima de sus ideas.
Yo veo aquí la misma propuesta pero con diferente envoltorio, veamos: grupo heterogéneo de personas encerradas en una casa alejada con escaleras y armarios oscuros, un ser demoníaco que empieza siempre muy tímido pero que se va viniendo arriba, más un final de griterío e histeria con algún superviviente de buena moral (y si puede ser, católico practicante).



Visto lo visto, y comprobando que esta nueva Annabelle, aún manteniendo un cuidado estético y técnico más que notable, vuelve a encajar en este esquema, se embriaga hasta niveles etílicos de efectos de sonido abruptos y está repleta de incoherencias, forzándome a concluir de ella que es de usar y tirar, y lamentablemente no merece más atención que esa.
Un nuevo caso de película prefabricada, estudiada, sin rúbrica autoral y planteada para ser disfrutada con unos snacks de por medio. Si ese es tu target, a por ella. Si por contra buscas novedades estimulantes en el género del terror, un buen guión y salir con el corazón en un puño del cine, aléjate de esta muñeca, y no precisamente por el miedo que se le supone.

lunes, 19 de noviembre de 2018

TRAGEDY GIRLS (2017)

"Patchwork", ópera prima del canadiense Tyler MacIntyre (y que pudimos ver en el Nocturna 2015), fue una producción sin demasiados recursos, algo desajustada de tono y que arruinaba una premisa argumental con posibilidades. En 2017, con su "Tragedy Girls", Macintyre parece querer prolongar ese "espíritu feminista" del que hizo gala, trasladando a un género en exceso masculino un aire fresco de antagonismo sociocultural, para darle así un (imagino) personal giro de tuerca, además de reafirmarnos su orientación sexual.
Eso se traduce pues en protagonistas chicas, a menudo ingeniosas y locuaces, con planes locos, siempre muy guapas (eso me despista con lo del tono feminista...), que asesinan y luego descuartizan lo que se tercie. Y si son chicos descerebrados del colegio, pues mejor que mejor.
La buena noticia es que esta vez, el sensible de Tyler sí ha dado con la tecla y ha conseguido reformular adecuadamente el juguetón splatter de instituto, con una esencia entre "Scream" y "The Final Girls" que no sólo funciona en su cometido, sino que divierte más de lo esperado y redime, además de dar un mínimo de coherencia a su fallido filme previo.
La trama se centra en la obsesión de dos chicas de Instituto por ser "influencers" en las redes sociales (lo que antes era "ser populares" pero ahora en su versión millennial), llegando a límites impensables cuando deciden secuestrar a un asesino en serie para que sea su maestro y les instruya en el perverso arte de matar. Lógicamente, el asunto se les va de las manos y los cadáveres se van acumulando.


A pesar de lo que pueda parecer, y más allá de la colección de muertes atroces con bromas para destensar, diálogos irónicos y culitos respingones de cheerleaders, se esconde una inteligente y muy bien montada alternativa del manido terror juvenil, con una lucidez y desparpajo en el género muy de agradecer, y nada complaciente consigo misma, llegando a lograr su principal pretensión, hacernos pasar un rato muy divertido.


Le auguro una modesta distribución y una silenciosa acogida crítica, pero para un servidor se trata de un acierto en toda regla, un film alentador con algunas muy buenas ideas de por medio (ese juego con el sonido extradiegético, la desmitificación de los tópicos canónicos), y sólo aquejada de un final inadecuado a la vez que sorprendentemente previsible más un empacho de nuevas tecnologías, que a quien peina canas ya le cansa bastante. Por lo demás, un aplauso para el canadiense.

domingo, 18 de noviembre de 2018

DEADTECTIVES (2018)

La primera piedra en el camino de este festival 2018 ha resultado ser la endeble ópera prima de un tal Tony West, cineasta con nombre de rapero cool, que nos arroja su híbrida y desafortunada propuesta, a medio camino entre "Cazafantasmas" y un mal episodio de Scooby-Doo.
Intrascendente, sin ideas y repleta de bobadas, "Deadtectives" (no sé si me gusta o no el título todavía), sigue a los responsables de un programa televisivo que ridiculiza lo paranormal solo por tener audiencia (de hecho existe uno en realidad, titulado "buscadores de fantasmas", que seguramente inspiró a West a cocinar este invento), pero al ver que peligra su show, acceden a ir a una mansión encantada en un remoto lugar de México. Los fantasmas que allí habitan, como era de prever, no son una farsa como hasta ahora.
Pues bien, contado esto, contado todo, pues es una mera excusa argumental para amontonar bromas frenéticamente, algunas lógicamente bien encajadas, pues el tema lo permite, pero en líneas generales bastante lamentables, pura diversión banal, pólvora mojada, sin ingenio ni cerebro.
Con un protagonista sobreactuado más su novia de regalo y un par de amigos cortos de entendederas dentro del pack, tenemos un cóctel que parece más bien el episodio piloto de una serie adocenada de aire británico, sin mayor recorrido y que a buen seguro funcionó mejor en la mesa de guionistas que en pantalla.


Sin embargo, en mi afán de rescatar lo positivo de casi cualquier proyecto, trataré de extraer aspectos más acertados, como por ejemplo el diseño sorprendentemente espeluznante del fantasma de la muerte, los juegos idiomáticos constantes entre inglés/español o el tratamiento, desentonado pero en cierto modo respetable, de filmar correctamente el género sin que éste horrorice, rebajando tensiones y banalizando lo tétrico, tarea nada sencilla. No es un insulto a nadie, pero acaba siendo prescindible, casquería de festival

viernes, 16 de noviembre de 2018

OPERATION RED SEA (2018)

Hace 2 años, Dante Lam emocionó a un servidor con "Operation Mekong (2016)" y su despliegue de set-pieces de acción imposible, frenética y de ciencia ficción, pero al parecer no tuvo suficiente hemoglobina derramada en el celuloide.
La nueva locura de Lam, "Operation Red Sea" multiplica por 100 los tics y gusto por la acción por parte del director. Una película que no mantiene conexión con la anterior más allá del título y parte del cast. En China, el éxito ha sido abrumador, convirtiéndose en la segunda película más taquillera de la historia del país.
El corazón de la trama narra cómo la Marina del Ejército Popular de Liberación lanza una operación de rescate para salvar a un rehén en Ihwea y desata, en consecuencia, una batalla feroz con rebeldes y terroristas.
"Operation Red Sea" (Hong hai hang dong, 2018) es una experiencia alucinante en todos los sentidos. El despliegue de burradas que van pasando por delante de nuestros ojos es tal que no puedes evitar pasártelo en grande. Set-pieces de acción rodadas magistralmente con un grado de tensión casi insoportable y sobre todo con un nivel de gore que ni Peter Jackson en sus inicios. No se hacen concesiones; soldados enemigos, civiles y niños son atrapados por las balas y las bombas siendo despedazados y desmembrados. Todo un festival sanguinolento que se complementa con una exaltación del ejército chino y un patriotismo que acaba por resultar divertidísimo por delirante.



Un film en definitiva de excelente factura técnica y buen manejo de la tensión, y que si uno se la toma medio en broma, se convertirá en una fiesta inolvidable. Bravo de nuevo por Dante Lam, pero a ver cómo es capaz de superar esta carnicería.
Por cierto, hay que tenerlos muy cuadrados para seleccionar a "Operation Red Sea" como la representante china en los próximos Oscars de Hollywood.

Adrián Roldán