PAGES

viernes, 3 de junio de 2011

EL CASERÓN DE LAS SOMBRAS (1932)

Bajo una terrible tormenta y en plena noche (no podía ser de otra forma), la pareja de enamorados formada por Philip Waverton (Raymond Massey) y Margaret Waverton (Gloria Stuart) conducen un coche en el que en el asiento trasero viaja su mordaz amigo Roger Penderel (Melvyn Douglas), quien con sus continuos comentarios parece disfrutar del trayecto (ojo que aquí le oiremos cantar la famosísima canción "Singin' in the rain" que pasaría a ser inmortal años más tarde en la película Cantando bajo la lluvia).
La conducción se vuelve casi imposible bajo ese diluvio y el mal estado del camino, hasta llegar al extremo de que un derrumbe les obligará a buscar refugio en un enorme y viejo caserón cercano. Su llegada no será bien recibida, para empezar por un rostro poco amigable de Morgan (un Boris Karloff que da mucho miedo) y a posteriori por dos viejos hermanos que viven allí y que les contarán que Morgan es su criado mudo. Los hermanos también se las traen, Horace Ferm (Ernest Thesiger) parece un cadáver andante de una palidez que tira para atrás y su hermana Rebecca (Eva Moore) cascarrabias y medio sorda, quienes parecen muy incómodos con la presencia de extraños en su casa. Poco después otros dos viajeros llamarán a la puerta pidiendo cobijo por el mismo motivo, Gladys DuCane (Lilian Bond) y Sir William Porterhouse (Charles Laughton), un excéntrico personaje que amenizará la noche al lado del fuego entre sombras y mientras se oye el viento y la fuerte tormenta en el exterior. Poco a poco la certeza de que hay algo que se esconde en la casa se va haciendo patente y el miedo de los inquilinos al tener que ir a las plantas superiores a buscar una lámpara tras un apagón, será la confirmación de sus miedos. ¿Qué se esconde allí arriba?...
Una película casi olvidada hoy en día dentro del reparto de la Universal y que fue dirigida ni más ni menos por el director de El Doctor Frankenstein.
Si tengo que remarcar algo por encima del resto, es la excelente ambientación de la casa, con un perpetuo juego de sombras por la poca luz que hay allí y el omnipresente sonido de la tormenta en su apogeo. La tensión inicial con la presentación de los inquilinos hace que uno no sepa a quien temer más, si al mudo Morgan (excelente caracterización de nuevo a cargo de Karloff) o a los hermanos, que parecen sacados de un cuento de miedo. También otras cosas que no voy a desvelar...
Los personajes están bien dibujados y el guión combina con bastante acierto algo de humor con el terror predominante (se agradece que las féminas de la película no estén gritando cada dos por tres y eso que hay situaciones para ello). Charles Laughton, hace un divertido papel y una frase que podemos disfrutar hoy en día gracias a que esquivó la acabada de inagurar oficina de censura. En una escena al enterarse de que su novia ha estado haciendo manitas con Penderel, quien le ha cambiado los zapatos porque tenía los pies mojados, responde con esta contundente frase: "Y supongo que no era lo único que tenía mojado"...
La película es extrañamente turbadora, en su segunda mitad nos sorprende con una historia que pocos nos podemos imaginar y sabe cerrarla de una forma bastante convincente, pero que se ve un poco lastrada por culpa de la tonta historia de amor entre los personajes de Penderel y Gladys, sobra y hace perder tensión al cortar la trama principal. En todo caso es una notable cinta de terror, con un excelente reparto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario