Apartándonos del Kaiju Eiga, Ishiro Honda realizó una trilogía de films en los que abordó la ciencia ficción de una manera adulta y cercana al terror. Unos trabajos curiosos por alejarse de los monstruos gigantes que tanto éxito le proporcionaron. En el blog analizaremos, a su debido tiempo, la discreta The Human Vapor (1960) y la excelente Matango (1963). Ahora nos detendremos en la entrega inicial de esta particular trilogía (sin nada que ver entre ellas), la curiosa The H-Man.
La policía de Tokio persigue a un narcotraficante que ha desaparecido dejando abandonada su ropa. Un joven científico asegura que hay unas criaturas, producto de la radiación, relacionadas con el caso.
The H-Man es una propuesta sorprendente, adulta y bien cercana al género de terror. Ya de entrada, la ambientación elegida para la historia es bien atrayente, donde Honda nos introduce en los bajos fondos de Tokyo con matones, narcotraficantes y bailarinas de cabaret ligeritas de ropa.
Una temática que resulta muy acertada. Se mezcla la típica historia sci-fi con el cine policial negro (por el que Honda sentía predilección). Una mezcla que se explota en la primera mitad del film, donde se sigue una investigación policial en unos minutos de metraje que se hacen algo largos y lentos, para explotar en su segunda mitad en los típicos y necesarios ambientes monstruosos.
Es de destacar el clímax final, con una masacre en plena sala de baile y con el ejército japonés acorralando a la criatura viscosa en las alcantarillas.
La criatura protagonista podría ser una versión oscura de la masa de The Blob (1958), estrenada el mismo año, pero aportándole el toque Honda tan particular, y eso quiere decir: la influencia del trauma atómico.
El origen de la criatura parece influenciado por el incidente real del Dragón Afortunado nº 5 (donde unos pescadores fueron contaminados por el polvo radiactivo fruto de una Bomba H). En este caso, son las cenizas producto de las pruebas atómicas en el Pacífico las que han terminado por contaminar a la tripulación de un barco y han mutado en una criatura líquida que absorbe a la gente. Resulta bien curioso y terrorífico que los estragos que causa la masa en los cuerpos humanos, así como las marcas que deja en la piel, se refieren explícitamente a las marcas dejadas por la bomba atómica en los supervivientes y víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Como siempre pasa en estos films japoneses, las referencias al trauma atómico del pueblo japonés resultan estimulantes.
La desaparición misteriosa de un narcotraficante... |
La investigación nos lleva a agradecidos ambientes de cabaret |
Detrás de todo está una mortífera masa radiactiva |
¿Cómo se podrá detener a H-Man? |
Mala pinta tiene la cosa |
Tenemos actores habituales tanto de la saga Godzilla como del resto de la filmografía de Honda como Kenji Sahara (Los hijos del volcán, King Kong contra Godzilla o Godzilla contra los monstruos) o Akihiko Hirata (el Dr. Serizawa en el primer Godzilla). Presencias que para el fan resultan muy simpáticas y agradecidas. Haruo Nakajima, el hombre bajo el disfraz de Godzilla y de otras criaturas, también participa, interpretando a dos víctimas humanas de la masa negra.
Cartel americano del film |
Como curiosidad: el efecto creado para que se disolvieran los cuerpos humanos lo crearon con muñecos hinchables de tamaño real y grabando a cámara rápida el proceso de destrucción del cuerpo para luego pasarlo a velocidad normal en el montaje creando así el efecto tan curioso que vemos en pantalla.
The H-Man (1958) es un film destacable y bien curioso. Parece que cuando Ishiro Honda se aparta del género Kaiju demuestra en otros campos sus quilates como director, sin duda y en este caso acierta con una propuesta adulta y cercana al terror y con un uso excelente del color.
Algo lenta en su primera mitad pero estimulante en general con una simpática criatura viscosa y radiactiva, investigación policial y ambientes de cabaret. Toda una curiosidad.
Algo lenta en su primera mitad pero estimulante en general con una simpática criatura viscosa y radiactiva, investigación policial y ambientes de cabaret. Toda una curiosidad.
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