Tras el tremendo éxito de la trilogía noventera de Gamera realizada por
Shusuke Kaneko y que supuso la cima del
Kaiju Eiga, la tortuga agigantada tardó algunos años en volver a aparecer por las pantallas japonesas, quizás temerosos de realizar una entrega que tuviera que estar a la altura de la trilogía de
Kaneko.
Para 2006, Godzilla había finiquitado su saga tras el desplome taquillero de
Godzilla: Final Wars (2004). La
Daiei decidió hacer regresar a Gamera con una entrega que se dirigiera hacia otros terrenos para así crear distancia con las entregas de
Kaneko. Para desgracia de los fans, el camino a seguir sería volver a los terrenos infantiles que arruinaron la saga de la tortuga allá por los años 60. Una noticia algo decepcionante para el apasionado de los terrenos tan serios, dramáticos y espectaculares de las entregas de los 90, quizás esperanzados aún con la aparición de un
Gamera 4. El encargado de dirigir este nuevo proyecto sería
Ryuta Tazaki, un director que ya tenía experiencia en el género con la realización de diversos episodios de los
Power Rangers y
Kamen Rider. Una elección para un proyecto que provocó aun más resquemor al filtrarse las primeras imágenes del diseño de este nuevo Gamera, totalmente en línea con el tono infantil de los inicios clásicos de la saga.
En el film: en 1973, el legendario Gamera, murió tras destruir a los Gyaos que estaban atacando un pueblo. Uno de los sobrevivientes era un niño, que hoy ya creció y es propietario de un restaurante en
Iseshima y tiene un hijo llamado Toru. Toru encuentra una tortuga aparentemente inofensiva, pero que resulta ser un descendiente de Gamera e irá creciendo de tamaño hasta alcanzar casi 60 metros de altura...
Para sorpresa de un servidor,
Gamera: the brave, no resulta tan mala como cabía esperarse. Para empezar, se plantea como un
reboot de la saga y del personaje omitiendo a las entregas de los 90 y entroncando sutilmente con la saga clásica de los 60. Se nos presenta un mundo en paz y libre de monstruos gigantes tras el sacrificio de Gamera en 1973. El film se inicia espectacularmente con un guiño a la trilogía de
Kaneko con un Gamera autodestruyéndose en su batalla con los Gyaos.
Después nos adentramos en terrenos del puro telefilm con las solitarias vivencias del niño de turno traumatizado por la reciente muerte de su madre. Al poco se encontrará con una pequeña tortuga y entablará amistad con ella. Todo este primer tercio bebe directamente del E.T. de Spielberg con la tortuguita de marras demostrando curiosas habilidades voladoras y que harán las delicias del niño protagonista y su grupo de amigos. El problema pasa con que la tortuga comienza a crecer de forma desmesurada por lo que al niño le resultará imposible mantenerla en su habitación por más tiempo. Para rematar la faena, aparece de improviso otro Kaiju descomunal y maligno denominado Zedus y que pondrá en jaque al ejército japonés.
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Toru, el niño de turno, se encuentra con una tortuga muy especial |
En la segunda mitad del film se entra en los terrenos más puramente
Kaiju (destrucción y batallas) y donde se logran conseguir momentos muy destacables y emocionantes. Es en este tramo final donde algunos momentos dramáticos están fuera de lugar y no dejamos de echarnos las manos a la cabeza viendo al grupo de niños de rigor aventurándose en lugares que un padre ni en un millón de años permitiría hacer (a ver, ¿el niño insiste en entrar en un edificio en ruinas con Gamera dentro y el padre ayuda a su propio hijo a meterse dentro?). Patrones del género y que el fan acostumbrado aceptará sin problemas y se reirá con ello. Pese a todo, la escena en la que el grupo de niños se van pasando la piedra mágica que revivirá a Gamera resulta conmovedora y de gran fuerza.
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Foto de rodaje |
Gamera: the brave (2006) es un entretenido
reboot para la tortuga. Entendiendo que era imposible superar a la trilogía de los 90, la saga regresa a la vertiente infantil de las entregas de los 60, aproximación
a priori interesante pero que peca de los mismos fallos de aquellas con un guion haciendo aguas, unos niños insoportables (a ratos), unas situaciones imposibles y un Gamera recién salido de
Barrio Sésamo. Pese a todo, el conjunto no es tan malo como pueda parecer, goza de unos muy notables efectos especiales y excelentes momentos de destrucción y batallas además de algún que otro momento dramático destacable. Además le rodea un aura muy entrañable y sirve como un cariñoso homenaje a ese cine de evasión infantil con monstruos imposibles y que invadieron los cines japoneses en los años 60. Este
reboot no destacó precisamente en la taquilla japonesa por lo que las intenciones de continuar con nuevas entregas de esta renacida y “valiente” Gamera se cancelaron, desgraciadamente. Por el momento, es la última entrega de la saga de la tortuga, aunque tras el empujón y revitalización del género que ha supuesto
Shin Godzilla (2016) se planea relanzar a la tortuga gigante con
Katsuhito Ishii (
El sabor del té) encargándose de la dirección de este enésimo reinicio. Por el momento, el fan puede conformarse visionando un
teaser lanzado hace unos meses y que sirve de presentación de dicho proyecto, aunque su aire de puro videojuego me eche bastante para atrás.
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