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sábado, 9 de agosto de 2014

ONLY GOD FORGIVES (2013)

Only God forgives levantó una enorme expectación por ver que daba de sí la repetición del tándem Nicolas Winding Refn-Ryan Gosling, que deslumbró con Drive en el 2011. La película sin duda ha dividido tanto a prensa y público, algunos han quedado fascinados por la propuesta de Winding Refn, mientras que otros echan pestes sobre un film que consideran muy pretencioso y nada acertado. Debo admitir que a mí me resulta complicado dar un dictamen definitivo, una sentencia contundente al respecto, pues si bien es innegable ciertas carencias importantes, tampoco sería justo no destacar otros aspectos logrados y casi hipnóticos. Si hubiera escrito esta crítica nada más salir de la sala, las siguientes reflexiones serían más negativas, pero el paso de los días ha dejado un poso relativamente agradable y el recuerdo de algunos de sus pasajes o su potente música han arraigado en mí, mientras que sus partes menos acertadas parece que las he ido diluyendo de mis recuerdos. Así pues, ¿por qué Only god forgives ha despertado una división de opiniones tan antagonistas? Pues una de las respuestas podría ser nada más ni nada menos que muchos íbamos (me incluyo) a ver la nueva Drive, y lo que vimos fue algo muy distinto.

Julian mirando unas manos manchadas por su pasado...
Si tenemos que compararla con alguna obra anterior de su director, encontramos muchos más paralelismos con Valhalla Rising (2009), con quien comparte una parquedad absoluta de palabras (allí su protagonista no abre la boca ni una sola vez), su gran fotografía, un ritmo lento casi desesperante para según quien o la obsesiva composición de imágenes con los personajes de rostros pétreos mirando al infinito sin transmitir practicamente ninguna emoción. Si bien pienso que esto en el marco de unos deslumbrantes paisajes de la Noruega del Siglo VIII d.c., donde una serie de vikingos se enfrenta a unos retos tanto físicos como espirituales, queda mejor que en una ciudad ruidosa como Bangkok en pleno Siglo XXI. El simple hecho de ir predispuesto a ver un estilo de película y encontrarse otro menos digestivo, echó para atrás a muchos de los espectadores que no entraron al juego de la nueva propuesta de Winding Refn.

El enigmático Chang y su espada...
Uno de los momentos más hipnóticos...
La trama es bien sencilla, como decía, todo arranca en Bankok, donde Julian (Ryan Gosling) dirige junto a su hermano Billy (Tom Burke) un club de boxeo tailandés que es usado como tapadera para el negocio de drogas internacional que dirige su madre Crystal (Kristin Scott Thomas) desde los Estados Unidos. Una noche, el violento Billy mata cruelmente a una joven de 14 años, desencadenando la venganza orquestrada por Chang, un policía que trabaja al margen de la ley y que se rige por un peculiar código personal. Tras la muerte de Billy, su madre aterrizará en tierras tailandesas decidida a tener su vendetta personal.
A priori, y de igual forma que pasara con Drive, esta es una historia simple, pero a diferencia de su antecesora que estaba bien trabajada y funcionaba como un reloj de precisión, aquí se echa en falta ese toque que hace brillar o no una película. Personalemente encuentro que se desperdicia una buena oportunidad para penetrar más en la historia simplificada hasta su mínima expresión, pues quitando momentos muertos, los larguísimos planos contemplativos donde los personajes parecen mirar al infinito esperando que la hierba crezca, podría haberse quedado en un mediometraje sin ningún problema. Otro apartado por el que el director pasa de puntillas es en el desarrollo de los personajes, dejando con ganas de saber más del misterioso Chang (un inquietante Vithaya Pansringarm) con su estricto código moral y esa afición a cercenar extremidades; como del resto, a los que meramente esboza y poco más.

La llegada de la madre a Bankok y su decisión de ajustar cuentas cueste lo que cueste...
La ausencia de diálogos junto al hecho de alargar de forma casi enfermiza y repetitiva prácticamente todos los planos mediante larguísimos travellings, encuadres fijos en los que los personajes aparecen hieráticos mirando al vacío, bañados por las luces de neón mientras la música suena de fondo (muy buena, eso sí), no ayudan a que el ritmo de la película tenga el vigor para mantenernos en tensión. Si bien es verdad que hay momentos muy logrados: la secuencia de la muerte de la chica junto a la primera aparición de Chang, un travelling hipnótico del policía entrenando con su espada, las lapidarias intervenciones de la madre o las puntuales puntas de violencia y tortura que aparecen desperdigadas por su metraje; son muchos otros en los que tenemos la sensación de asistir a un espectáculo pretencioso y vacío de todo contenido, donde todo parece apostarse al impacto de las imágenes pretendidamente trascendentes pero que parecen sacadas de un anuncio de Martini.

Uno de los muchos momentos donde el actor tiene instrucciones de emular un gato de yeso...
A nivel actoral quien realmente salva la papeleta, transmitiendo una poderosa personalidad como por el humor negro que transpiran sus lineas de diálogo, es Kristin Scott Thomas, dando vida a una dura e implacable madre, cuya relación con sus hijos se atisba de lo más turbulenta e incluso incestuosa. El resto puros rostros petreos, inexpresivos, con un Ryan Gosling que nos mostrará la misma emoción en situaciones tan variopintas como cuando una prostituta se masturba delante suyo, cuando sepa que su hermano ha muerto, cuando su madre acerque peligrosamente su cabeza a su entrepierna, sentado en un pub mirando al vacío y así podríamos seguir hasta el infinito...
Una obra muy irregular, con brillantes destellos, pero con grandes lagunas en su desarrollo. Los que vibraron con Valhalla Rising puede que aquí encuentren otra pieza hecha a su medida, para el resto es jugar a la ruleta rusa y apretar el gatillo. Por cierto, cuando Chang no usa su espada justiciera, canta en un karaoke, estáis avisados nuevamente...



5 comentarios:

  1. Me gusto bastante este film.......Dejando a un lado su ambientacion,,fotografia etc....La peli se disfruta bastante. No llega a la excelencia de Drive,,pero casi.

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    1. Víctor, viendo que comentas que te gustó, me ha venido a la cabeza que cuando la vimos en el Festival de Sitges, hubo mucha disparidad de opiniones. Desde quien la encontró deliciosa hasta el que la sufrió como una docena de latigazos. A mí me quedó la sensación de oportunidad desaprovechada para habernos dejado una cinta mucho más memorable. Sin embargo, tengo muchas ganas de ver que siguiente sorpresa nos depara su director, aun tengo fe en él gracias a Drive y en menor medida Valhalla Rising.

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  2. Yo creo que ni es un "fiasco indigerible" como comenta Boyero (qué tío!) ni un "elegante orgasmo formal" como leí por ahí. En mi opinión es un film que en realidad, sólo contenta a los fans del autor, proporcionándoles algo muy parecido a lo que ya esperaban de él. Desde una perspectiva crítica muy personal, me resultó bastante amorfa.

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  3. Coincido con Jesús en que la película contenta sobretodo a los fans del director (entre los que me incluyo), excepto en la parte "amorfa". No lo creo. Simplemente es un director con un estilo muy personal y en el que entras o no, pero sabe crear tensión sin palabras ni montajes vertiginosos. Poderío visual y dominio de la fotografía.
    No me quiero tirar al barro, pero hace unos años existía un director parecido que también levantó polémica con 2001 o Eyes Wide Shut.
    No se si las habeis visto, pero la trilogía Pusher, sobretodo la primera, es otra gran joya del director.
    Os paso la reseña que hice en su dia en el blog.

    http://www.fantasticine.com/2013/11/only-god-forgives.html

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    1. Bueno, quizás quede algo ambiguo decir "amorfa", me explico. A la hora de interpretar/analizar un film siempre valoro mucho el fondo y la forma (el "qué" y el "cómo"). En el caso de Only God...creo que la forma (con sus aciertos de ambientación y demás, que no te lo discuto) se come por entero al fondo, que pasa a ser casi un mero escaparate que a "nadie" le importa mucho. Por lo tanto, creo que se trata de un trabajo de "forma" interesante (aunque no me fascina para nada), que tapa muchas carencias de fondo. De ahí que la considere amorfa, o de construcción irregular.

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