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domingo, 10 de julio de 2011

EL MÁS ALLÁ (1981)

En buena medida podríamos considerar "El más allá" como la obra más importante del director italiano Lucio Fulci y quizás, la más controvertida de cuantas hizo. No en vano, la película ofrece muchos elementos del cine de terror convencional combinados con un sustancial dominio del gore y escenas angustiosas llenas de guturales monstruosidades.
Lucio nos muestra un flashback al inicio del film donde unos pueblerinos con antorchas (en plan Frankenstein) van en busca de un peculiar artista llamado Schweider, al que por considerarlo brujo, llegan a crucificarlo y rociarlo con cal viva.
Ese aterrador asesinato tiene lugar en el sótano de un hotel de Louisana, llamado "Seven Doors", y que en años venideros, heredado por la señorita Merrill, vendría con intenciones de restaurarlo.
Al empezar las obras de mejora despierta las criaturas que allí habitaban, descubriendo que lo que en realidad escondía el hotel, era una de las 7 puertas al infierno que hay en el mundo (este tema lo han tocado desde Argento hasta Bava). Los seres despertados por la inocente neoyorkina se presentan de diferentes maneras, ya sea en forma de arañas asesinas (escena de un calibre especial), de índoles sobrenaturales, de fantasmas aparecidos o en forma de zombies aletargados.
La ambigüedad del conjunto le otorga una sobrada libertad para acontecer lo que la imaginación considere oportuno, pero ese contraste de temas variados consigue que al final, el film se transforme en un lioso batiburrillo de géneros con estructuras aparatosas. La película fue (y aún sigue) censurada y prohibida en algunos países, por su alto contenido de violencia y su dosis considerable de viscosidad y terror. En los Estados Unidos tuvo que ser el mismísimo Quentin Tarantino, que a través de su sello Grindhouse restaurase este clásico y lo lanzara al mercado yanki, en su versión uncut y con una notable acogida. Bajo mi punto de vista, no cruza límites que hoy consideraríamos aberrantes, pero sí juega a enseñarnos primeros planos de ojos salidos, sangre a borbotones y demás escalofriantes recursos, dejándonos muy claro sus intenciones de mezclar horror con desasosiego. La presencia de criaturas zombies no fue idea del cineasta italiano, si no que coaccionado por el mercado coetáneo europeo, tuvo que incluir muertos vivientes porque tocaba y punto. Síntomas de borriquismo mercantil en toda regla. Pese a ello, resulta estimable la presencia de esos zombies infernales, que totalmente desfigurados y con una lentitud de reflejos asombrosa, consiguen una sensación de terror difícil de explicar, y adentrándonos en un submundo donde cualquier cosa es posible, como bien muestra la escena final en el Averno.
Dicha escena, la del infierno árido y sombrío, está rodado con la ayuda de algunos mendigos, que tras "pagárseles" con alcohol, se prestaron a ayudar en dicha filmación, métodos algo debatibles señor Fulci, pero funcionales de todas formas. En definitiva, una cinta de considerable impacto cinematográfico que se marea a sí misma haciéndonos entrar en una parábola inexplicable de hechos paranormales confusos, pero que acierta en su cometido de transmitirnos la idea del viejo Fulci sobre lo infernal.
Recomendación insana al alcance de unos pocos atrevidos. Abstenerse delicados, como rezaba la propaganda de Ilsa, la loba de las SS.

2 comentarios:

  1. Genial el uso de homeless, ya era hora que alguien les diera una oportunidad en el mundo del cine. Sería bueno haber estado en el plató con todos ellos enganchados a la botella entre escena y escena... una curiosidad interesante.

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