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miércoles, 22 de agosto de 2018

GOLDFACE (1967)


"Nadie podía salvar a la humanidad en peligro excepto él. Ni todo un ejército podía contra su voluntad y su fuerza. Por eso era llamado... el fantástico Superman". Estas contundentes frases adornaban los fotocromos y marquesinas de los cines la Navidad de 1967, cuando "Goldface, el fantástico Superman" llegaba a las pantallas italianas.
Ni que decir tiene que su éxito en salas fue directamente proporcional a su calidad, y pasó al sistema doméstico al poco después (me refiero al moribundo VHS), donde sí tuvo un poco más de repercusión.
Lo insólito de la idea fue en primer lugar aprovechar el tirón sobre superhéroes italianos de andar por casa mezclado con la figura del wrestler mexicano "El Santo", y fusionarlo todo con la del mago Mandrake, un cómic de 1934 creado por el autor de The Phantom.
Como resultado, un pastiche difícilmente soportable que  
no solo acusa una pobre dirección (a todos los niveles), sino también una preocupante cutrez general, parece hecha con prisas y no se percibe demasiado cariño en su realización, simplemente se limitaron a cumplir plazos y contratos.
A la ya clásica producción hispano-italiana, esta vez se sumó a la fiesta Venezuela, llevándose la acción a su terreno e implantando características "culturales" de cosecha propia, tanto de localizaciones (fue rodada íntegra en Caracas), como sociales (la lucha libre), además de aportar al protagonista casanova Robert Anthony, o mejor dicho, Espartaco Santoni (1932-1998), muy conocido en España y no solo por sus 8 matrimonios.

Combates al más puro estilo "El Santo", o sea, interminables y teatrales, muy aburridas
El musculoso Lothar, un africano leal y bondadoso, pero bobalicón
Lo más curioso e injusto de todo es que bajo esa "cara de oro", arriesgando su integridad en varias escenas peligrosas (cuentan que había barracudas en el mar en una de ellas) y realizando acrobacias de todo tipo, no estaba el bueno de Santoni, sino su fornido stunt, el todoterreno Attilio Severini, aquí además reservándose un papel bajo el seudónimo de Big Matthews. Él merece muchos más aplausos que nadie, pues se implica como ninguno e incluso pone en riesgo su vida por la película.
En su lucha contra la organización Cobra, que coordina con destreza chantajes millonarios a empresas, Goldface saca tiempo entre combate y combate para poner orden, ligarse a todo ser viviente y además pasearse con su ridículo atuendo (esta vez sí lo es) apalizando esbirros torpones.
El luchador dorado se oculta tras la figura de un respetado científico, el doctor Vilar, el cual ayuda a empobrecer si cabe la poca trama que hay, y en vez de sumar carisma como viene siendo costumbre, más bien resta, dibujando un personaje plano y sin interés.
Acompañado por su inseparable amigo Lothar (también Kotar, Lothair...una mole africana devora-cacahuetes que encarna, y nunca mejor dicho, el wrestler de origen cubano "El Gran Lotario", casado además con la hermana de Santoni), finalmente se verán las caras contra "el Cobra", una suerte de villano hiper-ególatra y despiadado que habla de sí mismo en tercera persona, se cree casi una deidad y dice nacer uno como él cada milenio. Su atuendo al final de la película es casi genial, y es una verdadera pena que no recayese gran parte de los minutos sobre su persona, pues como enemigo estaba muy por encima del resto de personajes.

Calentando mofletes por doquier, el héroe se lleva a las féminas de calle además
Goldface, juzgad vosotros mismos
Fotocromo promocional italiano
Goldface, el fantástico superman, no es más que un producto caprichoso sin mayor entidad, rodada por realizadores mediocres con el piloto automático y con todo el paquete al completo, o sea, mal montada, filmada, sonorizada (un horror), interpretada y pensada. Es decir, muy fallida. Aún así, y más allá de su obvia condición de cine Z, contiene trazas de diversión y casi todas gracias a los diálogos, sobre todo cuando son subidas de tono.
Frases como: "me pregunto si será tan bruto haciendo el amor", pronunciada por una periodista germana algo acalorada que presencia un combate en directo, o "Ahora no puedo que tengo que entrenar, pero te pondré en mi lista de espera", dicha por el propio Goldface ante una insinuación, son ejemplos del humor que puntualmente despliega el film. Por desgracia, no es suficiente como para tenerla en consideración y se cae por su propio peso. Tan sólo queda ya como un mero documento fílmico de antiguas leyendas del wrestling venezolano, y eso si a alguien le importa....
Como curiosidad, destacar que el fiel compañero del antes citado mago Mandrake, se llamaba Lothar, y su archienemigo obviamente, La Cobra. Originalidad por los suelos también, en fin...

PD: Debido a la pésima calidad de la copia existente, un mal transfer de VHS, no he podido seleccionar capturas como siempre me gusta hacer, pero nos hacemos una idea con las imágenes que he escogido online.

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