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sábado, 6 de julio de 2013

SALON KITTY (1976)

A finales de 2001, el gran Woody Allen viajó a Barcelona para presentar su "casi" siempre esperada película anual; en esa ocasión se trataba de su estimable comedia La Maldición del Escorpión de Jade (The Curse of the Jade Scorpion, 2001). Habían transcurrido tan sólo unas semanas de los horribles atentados del 11-S que todos recordamos, y fue entonces cuando un periodista español, seguramente a la caza del titular, le preguntó si algún día se llegarían a hacer películas sobre tamaño atentado y qué pensaba él, como neoyorquino, sobre todo eso.
Allen, con su titubeante tono habitual, contestó:
- Por supuesto que sí se harán. Para que la tragedia se convierta en comedia tan sólo es necesario que pase un "tiempo".
Históricamente hablando así ha sido siempre, y la película que hoy rescato, Salon Kitty, es el mejor ejemplo para entender lo que dice el entrañable cineasta americano.
Corría el año 1975 cuando el erotómano hombre de negocios milanés Tinto Brass (un tipo muy parecido a Porky's), abría la veda hacía un jugoso pero sin duda desconcertante subgénero dentro de la ya de por sí extenuada corriente sexploitation. Nacía entonces el "porno con temática nazi" o nazisploitation, como también tuvimos ocasión de ver gracias a la tetralogía de la voluptuosa Ilsa y sus hazañas varias.
Como era de prever, lo que era un escándalo y una aberración para algunos (aunque podríamos encontrarnos algún que otro "sorprendido" incluso a día de hoy), para tantos otros sólo se trataba de un sano síntoma de libertad sexual y sobre todo, un punto de inflexión en el cine que contrarrestaba una época sobrecargada de miedos y censuras.

El mad doctor y un alto cargo nazi de sospechoso compromiso con el partido
La selección de las nuevas prostitutas para el Salón
Así pues, Tinto nos presenta en su controvertido film un burdel alemán de alto copete (el citado Salon Kitty) repleto de jóvenes y receptivas prostitutas polacas que sacian las perversiones de quién se quiera regalar a sí mismo un rato de placer sexual sin complicaciones.
Tras estallar la Segunda Guerra Mundial, los nazis obligan a la madame del local, Kitty, (interpretada notablemente por la malograda Ingrid Thulin) a cambiar a todas sus chicas por bellas e ¿inteligentes? jóvenes alemanas simpatizantes del partido nazi, como no podía ser de otra manera (además, escogidas concienzudamente para complacer al máximo a los altos cargos políticos, nada menos).

Momento más terrorífico que erótico, proyecciones del Führer sobre la chica en la cama
Pese a la oposición de Kitty, la Gestapo se infiltra y vigila todo lo que allí acontece, colocando micros y obligando a entregar informes de cada servicio a sus solicitadas muchachas. Pero llega el día en que un alto mando nazi (un, este sí, inteligente arquitecto) decide renunciar a las matanzas de su partido y volverse en contra del Führer, lo que obviamente, le traerá consecuencias indeseadas.
Naturalmente no podemos decir que Salon Kitty sea un film tan elegante como tres años antes lo fuera el film de culto Portero de Noche (Il portiere di notte, 1973), que tonteaba con el soft core bajo el mismo telón político pero no se atrevía a ir más allá en su propuesta y se limitaba a mostrar un comedido (aunque muy sugerente) erotismo.

La sinuosa Marguerita será una aliada para la temperamental Kitty
Lo que haga falta para satisfacer al inefable cliente nazi
Tampoco podemos pedirle peras al olmo, y como era habitual en el cine del italiano (últimamente las nuevas tecnologías le solventan esas torpezas), aquí la puesta en escena tiene más defectos que virtudes. Zooms molestos, cámara sucia (planos borrosos, mala gestión de las tomas), brusquedad en el montaje, exceso de metraje o innumerables rectificaciones de cámara limitaban un film que, por su condición, estaba ya condenado a sesiones de medianoche en cines de barrio. Sin embargo, un guión inesperadamente inteligente, buenas interpretaciones en general y un ritmo más o menos decente, consiguen hacer sobresalir a Salon Kitty del grueso de producciones del estilo.
Tal y como se espera de ella, las escenas eróticas (que a menudo van más allá..) son realmente interesantes, incluso alguna roza la genialidad cinéfilo-gamberra (esa proyección de imágenes de Hitler sobre la prostituta en la pared o el delirante desfile en tono de burla en la habitación). Mención aparte merece el desquiciado mad doctor de turno con sus aberrantes experimentos (daría para otro film) o los inquietantes juegos de espejos, otro tanto a su favor por sus posibles interpretaciones más allá del componente intimista (dobles morales, personalidades alienadas..).
Una película a veces incómoda (como las indecentes pruebas a las nuevas chicas del burdel), por momentos excitante (sobre todo gracias a Teresa Ann Savoy en el papel de Margherita) y a veces aburrida (esos numeritos musicales tan innecesarios) que pese a sus tropiezos generales, logra mantener el tipo y mostrar suficiente personalidad y fuerza en sus imágenes.

No es lo que parece, aquí no hay "final feliz"
Tinto Brass se propondría años más tarde, visto el éxito de Kitty, hacer lo propio pero esta vez con el Imperio Romano. Como resultado, rodaría la primera superproducción erótica de la historia (más de 15 millones de dólares y 2 años de rodaje), al lado de Peter O'toole o Helen Mirren y con un tono más atrevido todavía. Era el turno del film Calígula, considerada hoy pionera del hard europeo.

2 comentarios:

  1. Gran película con un excelente contenido, me recordó mucho a la serie O negocio, una propuesta brasileña que aborda el tema de la prostitución pero desde niveles socioeconómicos más elevados, estaría padre hacer una comparación entre ambas propuestas. Les comparto el sitio oficial de la serie http://www.hbomax.tv/o-negocio-2/, vale la pena echarle un vistazo.

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    1. Miraré esa serie que comentas, que desconozco. De todas maneras, no comparto que salon kitty sea una gran película y que su contenido sea excelente. Creo que es tan simple como parece, un film erótico de alto voltaje para la época en un contexto controvertido. Sin más reflexión

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