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domingo, 4 de noviembre de 2012

FESTIVAL DE SITGES 2012 (10º DIA)

11:15h.  El título escogido este año para la clausura del festival de Sitges ha sido el film futurista "Looper", un thriller de ciencia ficción con saltos temporales incluidos, que además, cuenta con un Bruce Willis en buena forma de nuevo tras dejarnos muy desilusionados con sus últimos trabajos (véase, por citar algunos, la fallida "Vaya par de polis", la insufrible "Los sustitutos", o la nimia "La fría luz del día"...).
En Looper (la tercera realización de Rian Johnson tras la reivindicable y estupenda "Brick" y la inédita "The Brothers Bloom") nos traslada al año 2044 y la historia gira entorno a Joe (Joseph Gordon Levitt / Bruce Willis), un joven que trabaja para un grupo de asesinos a sueldo denominados Loopers, que se encargan de recibir a víctimas desde el futuro (en 2072 los asesinatos están terminantemente prohibidos pero algunos saben cómo viajar en el tiempo) para así deshacerse rápidamente de sus cuerpos sin dejar rastro.
Cierto día, Joe recibe un encargo que cambiará su vida: deberá eliminarse a sí mismo, lo que evidenciará que alguien está moviendo los hilos desde el futuro de una manera inesperada.
El film de Johnson no deja de ser en realidad un enrevesado pero inocente blockbuster, con un argumento indiscutiblemente atractivo (aunque los viajes en el tiempo "casi" siempre lo son), que hace gala de un abultado presupuesto y que tiene en cartel algunas caras conocidas (básicamente el trío protagonista) para su estudiada distribución en el mercado. Sin embargo, no alcanza las dimensiones de calidad preconcebidas y termina por ser, por momentos, algo pretenciosa en su consabida condición de obra de culto.
De entrada nos encontramos con un actor principal sosaina, Joseph Gordon Levitt (intérprete fetiche del director, con quién ha colaborado ya en 3 ocasiones), que admitió haber estudiado a fondo los tics y gestos propios de Willis, para poder ser realmente su "impersonator" en pantalla (recordemos que son el mismo personaje en diferentes espacios temporales). Una pena que descuidara un aspecto tan importante como su mano buena, y es que Bruce Willis es zurdo y Joseph no para de demostrarnos en pantalla sus habilidades como diestro, algo imperdonable en un actor metódico como anuncia ser (además que su personaje aquí le viene grande a nivel dramático).
En cambio Bruce vuelve a tener peso en pantalla, siendo totalmente un acierto haberlo involucrado en el film y demostrando que puede seguir viajando en el tiempo de nuevo, como ya hizo en "12 Monos" (Twelve Monkeys, 1995) o en "El chico" (The kid, 2000).



Looper consigue simplificar hábilmente un argumento complejo (de entrada, su historia no resulta nada sencilla de plasmar en pantalla), cuidando mucho su montaje y sin recurrir al subrayado en la mayoría de su metraje, algo que, sin duda, la desvía de los odiosos y en exceso recurrentes convencionalismos cinematográficos. Por contra, sí se apoya en ideas recicladas (quién no ve su obvio paralelismo con Terminator) o se muestra incapaz de crear una atmósfera futurista adecuada, siendo un mundo del todo reconocible y, si me lo permitís, insulso e incluso decepcionantemente aburrido.Evidentemente no descubriré nada nuevo si os digo que también hay una chica de por medio (la intermitente Emily Blunt), que con su escenita de alcoba cigarro en mano nos provocará bostezos en vez de calentar nuestras frías butacas (lástima, ya que su personaje empieza bien).


Es de obligado reconocimiento destacar del film sus impecables efectos visuales, en particular cuando un renacuajo superdotado (Pierce Gagnon, ojito con este niño que dará de qué hablar) hace alarde de sus capacidades extrasensoriales o cuando un enviado desde el futuro comienza a desaparecer como Marty McFly en "Regreso al futuro" (Back to the future, 1985).. Toda una delicia visual para el espectador (aunque deudora de Matrix en todo caso) que contribuye a un mayor atractivo al film de Johnson, que pese a sus carencias y licencias estructurales (me da a mí que no están todos los cabos bien atados...), se alza finalmente como un disfrutable ejercicio "rompetaquillas" de respetable calidad, incluso llegando a desprender cierto aire de cine negro en su contexto, que desde aquí se agradece y aplaudimos. Altamente recomendable pues para el público más palomitero y para cinéfilos amantes de la Sci-Fi de vanguardia.




17:10h. Salimos del cine Prado (acogedor y tranquilo como pocos) tras asistir en exclusiva al estreno de la ópera prima de Borja Echevarria, la finalmente insatisfactoria "Qué pelo más guay!".
Previo a la proyección pudimos escuchar al trío responsable (Borja y sus dos actores principales) comentar la jugada del proyecto e invitando a los asistentes a tomar unas cervezas y unos canapés al acabar el film (drag queen incluido).

Borja Echevarria (1º por la izquierda) presentando su film con la compañia de sus dos actores principales
La película está basada en la homónima y exitosa obra de teatro que desde 2002 hasta 2006 llenó las butacas de los teatros en Madrid, gracias a la compañía Sexpeare y que, como suele pasar, se traslada al celuloide pretendiendo similares resultados.
La cosa va así: Fran y Eddie (Santi Molero y Rulo Pardo), son un par de gángsters de pacotilla que pretenden vender una maleta repleta de droga. Para ello, han preparado un encuentro con un comprador en una peluquería abandonada a las afueras de la ciudad. Las cosas tomarán un giro imprevisible cuando uno de ellos entre en el baño y se encuentre inmerso en un viaje temporal. El otro, por su parte, iniciará un meta-viaje por la propia película.
Anunciada como una mezcla imposible entre "Regreso al futuro", "Pulp Fiction" y "La Vida de Brian", esta cinta no logra levantar el vuelo en ningún momento, fallando en su propósito de divertirnos y desaprovechando un argumento juguetón, recurriendo a unas desafortunadas líneas de diálogo, muy repetitivas e inconsistentes (¿quién no acaba cansado de sus discusiones estériles a los 20 minutos?).
Mucho me temo que la obra teatral seguramente conseguía cierta complicidad cómica con el público asistente, pero aquí queda más que patente que en el lenguaje cinematográfico la cosa no funciona de igual manera y que el tufillo televisivo desborda (y casi diría que desacredita) las posibilidades del film.

Fran y Eddie esperando a su comprador...
Ambos intérpretes están poco inspirados, casi como si le estuviesen haciendo a desgana un favor al director, que se apoya en exceso en ellos para que el asunto sea divertido (uno de ellos se cree negro, va con el pelo afro y adopta una actitud "Tarantinesca", sin la gracia que ello pueda suponer...) y el otro hace las veces de colega despistado.
Los viajes en el tiempo son una fuente inagotable de historias, y si a eso le añadimos el sempiterno asunto de las drogas (que siempre se cuela por ahí), bromas sobre gays (aquí, de parvulario) e incluso unas secuencias alternativas con crítico de cine incluido (ese bar con todo reducido se escapó a mi limitada comprensión) podríamos estar hablando de una comedia fresca e irreverente. Lamentablemente, la frescura se le acaba muy pronto y lo irreverente no tiene demasiada cabida en el film, terminando por ser ciertamente fallido, convencional e incluso cargante (el tono usado cansa al espectador, abusando de gritos y bochornosas conversaciones). Con todo y con eso, la cinta guarda pequeños aciertos que suavizarán nuestro visionado, como aisladas bromas muy graciosas (¡me robas el plano!), frikadas cinéfilas (se amontonan los guiños) o simpáticos giros argumentales (pese a estar muy manido, el hecho de salirse de la película siempre resulta, y si es con líneas temporales diferentes, el lío está servido).
El insoportable y sobreactuado camarero conversando con el crítico
Sin añadir nada más al respecto, diré que éste primer film de Borja Echeverria (ex-guionista de TV para Vaya semanita, Qué vida más triste o del programa especial a Gila llamado ¡Arriba ese ánimo!) ha sido cuanto menos que irregular, y que pese a contar con una buena mano de partida, no ha conseguido estirar la magia de la obra teatral al mundo cinematográfico.
Tan sólo aconsejable para curiosos del humor freak y valientes cinéfagos sin demasiados prejuicios.




00:35h. Como cada año dentro de la programación del Festival, se anunció una vespertina sesión sorpresa que únicamente nos es desvelada horas antes de su proyección (aunque las pistas que siempre da Ángel Sala dejan poco margen de error y siempre se sabe 3 o 4 días antes).
El año pasado le tocó a "Killer Joe", el último trabajo de William Friedkin (el veterano director de "El Exorcista"), que salía directamente de la hornada de cine Veneciana y que supuso un relativo éxito de crítica (aunque no necesariamente de público).
En este 2012, y también desde la bella ciudad italiana, nos ofrecieron el último trabajo del que fuera guionista de la polémica "Kids" (Kids, 1995), el joven norteamericano Harmony Korine (ante la sorpresa de todos los interesados, ya que se aleja, y mucho, del componente fantástico que suponemos ha de tener el film en dicho festival).
En su faceta como director, el irreverente Korine tan sólo contaba con (en rigor) 2 únicas películas previas en su haber (una de ellas, Mister Lonely, un relato muy original, planteando la convivencia de dobles de estrellas, como el de Michael Jackson o Marylin Monroe) pero sin dejarnos extraer ninguna conclusión de hacía donde iría en su siguiente proyecto, dado su eclecticismo.
En "Spring Breakers" (literalmente "vacaciones de primavera"), nos explican como 4 adolescentes muy traviesas (en el amplio sentido de la palabra) planean robar un establecimiento de comida rápida para así poder pagarse sus vacaciones en Florida, ya que están más que hartas de su aburrido estilo de vida (incluso hay una puritana católica que duda de su venerado Dios Todopoderoso y todo...).
Tras el exitoso atraco y divirtiéndose ya bajo el sol de Tampa, las cosas parecen ir como ellas querían. Fiestas, música, chicos, alcohol, sexo....y drogas, todo a un ritmo non-stop y sin agobios familiares, disfrutando de su absoluta libertad.



Lo que no se esperan es que acabarán en la cárcel más pronto que tarde, por estar en el lugar equivocado a la hora equivocada (no me quedaron claros los cargos....estaría mirando hacía otro lado). Entre rejas, nuestras cuatro bronceadas y apetecibles criaturitas seguirán luciendo sus bikinis minúsculos y sus carnes prietas, incluso ante el juez que las dictamina (ni Russ Meyer hizo algo así..). Para su sorpresa, un pintoresco joven con aires de rapero "gangsta" llamado Alien (memorable James Franco, en uno de los papeles más divertidos de su carrera) les pagará la fianza y serán puestas en libertad. Alien les enseña que se pega la gran vida traficando con drogas, armas, coches y toda serie de asuntos sucios, y les invita a quedarse con él en su mansión y "a su cargo" (dice que ha visto "potencial" en ellas....).


El tentador estilo de vida del peculiar drug dealer seducirá a las chicas de tal manera, que se sumergirán plenamente en su atractivo mundo, accediendo incluso a sus deseos eróticos (tríos, lesbianismo, sadismo..), comprando ropa cara, yendo en sus millonarios deportivos o jugando peligrosamente con sus armas (propietario de un arsenal digno de Al Capone).
El film de Korine, pese a resultar gratamente simpático en ocasiones (gracias únicamente a James Franco) y estar atronadoramente musicalizado (parece un videoclip de 90 minutos de la MTV), no conlleva consigo ningún propósito cinematográfico sólido, dejando correr así sus minutos deliberadamente y autoconsiderándose casi como una ácida crítica hacia el sistema americano (que cae por su propio peso sin consistencia alguna). Lo malo del asunto es que de manera inevitable se descubre también endeble en sus cimientos, vanidosa en su conglomerado visual (parece rodado por un adolescente con carta blanca), y del todo nula artísticamente (sus actrices parecen sacadas de Jersey Shore, aunque se agradece el festival de pechuga).
Lo realmente destacable del embrollo es la delirante caricaturización de un desconocido rapero local llamado "Dangerous" encarnado por Franco, que adopta la "pose" más exagerada del mismo para crear un personaje extremo, pero a su vez divertidísimo (esa versión al piano de Britney Spears nos dejó pasmados).
Para concluir, creo personalmente que Spring Breakers podría interpretarse simplemente como una filmación provocativa de aquello que los padres no quieren que hagan sus hijas, y demostrando una vez más que su joven cineasta arrastra todavía las mismas pretensiones que con sus títulos anteriores, poniendo en entredicho su crecimiento personal como director

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