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viernes, 12 de octubre de 2012

FESTIVAL DE SITGES 2012 (6º DIA)

10:15h. ¿Que mejor manera para despertarse a las 8 de la mañana de un martes, que entrar al Auditori a ver una película con serial killer despiadado de por medio? La verdad es que se me ocurren pocas tan estimulantes y todas preferibles al odioso despertador que nos suele importunar cada mañana. No lo digo por decir, pero Chained en cuestión de pocos planos ha logrado tenernos a todos los presentes con los ojos bien abiertos y fijos a la pantalla, mientras conteníamos la respiración ante lo que nos olíamos que iba a pasar.
Nuestra historia arranca cuando Sarah y su hijo Tim de 9 años, se suben a un taxi para volver tranquilamente a casa, pero con la mala fortuna de cruzarse precisamente con Bob (Vincent D´Onofrio), un asesino en serie que además de utilizar su vehículo para ganarse la vida, lo usa para dar rienda suelta a su oscura, inconfesable y perversa afición: secuestrar, violar y asesinar mujeres.
Sin embargo en esta ocasión se le presenta una duda una vez ha dado rienda suelta a sus instintos con la pobre Sarah, ¿qué hacer con el hijo de su víctima? Y la solución que le encuentra al problema es quedarse al asustado chico como su esclavo personal (al que apoda Rabitt), obligado a partir de entonces a mantener limpia la casa, obedecer sin rechistar, recortar del periódico todas las noticias de desapariciones y alimentarse de los restos dejados en el plato por su nuevo amo (por no hablar de funciones mucho más desagradables que comentaré enseguida). Por si os preguntáis de donde viene el título del film, la respuesta es bien sencilla, tras un tímido intento de fuga, Tim se verá encadenado a partir de ese momento para evitar futuras tentaciones.
Los años van pasando, con un Tim adulto que ha aceptado su rol dentro del reducido universo que le ofrece la casa de Bob, donde podremos ver en que le han convertido todos esos años de convivencia con un asesino malsano y desquiciado. ¿Sucumbirá a las horribles experiencias vividas para convertirse en un nuevo serial killer como su mentor o su cabeza será lo suficientemente fuerte como para huir del triste futuro que parece reservarle el destino?

Jugando con una de sus víctimas...
Una vez en casa ya no hay vuelta atrás...
Jennifer Lynch regresa a Sitges tras llevarse el premio a la mejor película en la edición del 2008 con la película Surveillance, la cual encontré bastante decepcionante y considero muy inferior a esta en cuanto a concepción y credibilidad del asesino en serie descrito. Ya que D´Onofrio aquí nos construye un personaje que hiela la sangre y que da mil patadas a la nada convincente actuación de un discretísimo Bill Pullman en Surveillance. Como sea, Lynch repite temática con asesino en serie y personalmente creo que con mucho mejor resultado.

Limpiando los restos de un nuevo crimen...
Uno de los elementos más interesantes de esta obra, reside en el reducido espacio en el que tiene lugar prácticamente toda la historia, unas pocas habitaciones mal iluminadas de la casa de Bob, donde somos mudos testigos de las continuas llegadas de las desdichadas chicas, del trágico desenlace que les aguarda a todas a manos de un asesino que se muestra frío, controlador de una situación estudiada y ejecutada tantas veces, despertando en nosotros cierto horror ante lo mecánicos que resultan sus actos. Lynch juega habilmente dejando fuera de plano todo lo que ocurre en esa temible habitación desde donde nos llegan los gritos, dejando así volar nuestra imaginación pensando que atrocidades que está cometiendo allí dentro, siendo esto muchas veces más efectivo que mostrar una escena dura y explícita.

Acabando con una de sus víctimas...
De hecho, lo que sí vemos en cada ocasión son las duras imágenes de Rabitt como tras salir Bob de la habitación, debe ponerse a limpiar la sangre que inunda colchón, suelo y deshacerse del cuerpo, uno más en una macabra colección que parece no tener fin.
Las actuaciones de los dos grandes protagonistas son los grandes puntos de interés del film, por un lado genial D´Onofrio, que luce un aspecto dejado y amenazante a la vez, dotando a su personaje de una característica y dubitativa dicción que nos trasmite algún problema de su mente enferma, uno de los killers más interesantes que ha dado el cine en los últimos años. Por su parte Eamon Farren, que da vida a Rabitt en su vida adulta, también sabe estar a la altura y no desentona, haciendo creíble la personificación de una mente alterada, asustada y a la vez decidida a sobrevivir a toda costa.

Dominándolo todo desde su trono...
Una película más que notable, contada con un ritmo narrativo que no nos deja pestañear, muy disfrutable y que me ha hecho pasar un mal rato con escenas logradas (mítica ya la partida de cartas con los DNI de sus víctimas), pero a la que sin duda le sobra la última vuelta de tuerca de guión que nos ofrece para nuestra frustación. Un giro despreciable, innecesario y que desentona con el excelente final que se había dado momentos antes, un cierre que nos dejaba ante nosotros el reto de interpretar como podía terminar y seguir todo... A pesar de este desliz final, que sigo sin entender, la recomiendo sin ninguna duda, a buen seguro que Bob entrará a formar parte de vuestra lista personal de asesinos en serie, y os hará preferir el metro y el bus como medio de transporte público...


12:45h. La jornada de hoy nos ha llevado a elegir películas muy diferentes dentro de la oferta para este martes, un contraste enorme que habla de la fantástica variedad entre las propuestas que acoge el Festival de Sitges.
Y tras una tan dura como Chained, cambiamos de registro y la seleccionada para continuar nuestra jornada ha sido Animals, del director Marçal Forés, en la que supone su ópera prima dentro del apartado de los largometrajes, pues antes solo había rodado dos cortometrajes (Friends forever, Yeah! Yeah! Yeah!). El director explicó durante la presentación de la película en el cine Retiro, que la película proviene de un cortometraje del mismo título que rodó mientras estudiaba un máster en Londres, tras acabar sus estudios en la ESCAC. Además de comentar que se rodeó de amigos de estudios para su elaboración.
La película nos presenta a Pol, un adolescente de 17 años que vive junto a su hermano mayor Llorenç y estudia secundaria en el instituto. Si hasta aquí nos puede parecer un chico normal como cualquier otro, si os digo que comparte su tiempo libre y pensamientos con un pequeño oso de peluche llamado Deerhoof con el que habla en inglés e incluso toca música a dúo, quizás cambie vuestra opinión.
Su día a día está lleno de cambios, se está acercando poco a poco al mundo más frío y duro de los adultos, conocerá en el instituto al que puede ser su primer amor, verá como la llegada inesperada de un nuevo compañero de clase le hace sentirse irremediablemente fascinado o como le afecta un trágico e inesperado suceso en el instituto. Estos son algunos de los hechos que tendrá que afrontar, empezando a tomar sus primeras decisiones importantes de la vida.
La historia en sí, no encierra más que intentar reflejar la inseguridad producida durante la adolescencia y el duro paso que implica pasar de la seguridad de la infancia y protección familiar (un mundo lleno de imaginación y juegos); para entrar de cabeza al mundo adulto, el de las responsabilidades, donde las decisiones ya empiezan a comprometer el futuro, y en el que se puede sentir completamente perdido y asustado.
En general la película me ha dejado un buen regusto, pienso que es interesante y bastante acertado el enfoque que se le ha dado para reflejar las inseguridades y miedos que tiene Pol. Jugando entre lo real y lo fantasioso a través de su pequeño amigo de la infancia, que aparece cuando necesita sentirse seguro y protegido, creando una serie de imágenes tiernas y expresivas a la vez. De igual manera que otras consideraciones presentes a lo largo de la adolescencia, como el descubrimiento del primer amor, dudas acerca de la sexualidad que le asaltan, el plantearse su futuro y empezar a asumir que sus decisiones acarrean consecuencias, se reflejan tanto directa como indirectamente a lo largo de sus minutos.


De esta manera, podemos ver como uno de los protagonistas está leyendo al novela gráfica Agujero negro, de Charles Burns, obra que ahonda también en las vivencias de un agrupo de adolescentes de Seattle y los problemas que se les presentan y que los adultos muchas veces pasan por alto. En el apartado musical se ha cuidado la elección de los temas que acompañan a las imágenes con temas muy personales.
El hecho de que no se den muchas explicaciones, que tengamos que pensar acerca de lo que estamos viendo e interpretarlo, en contra de la tónica general que impera en la mayoría de producciones de remarcarlo todo hasta la saciedad, sin dejar cabos sueltos que susciten interpretaciones distintas por parte de los espectadores, me ha gustado y es valiente por su parte.


Si nos fijamos en los puntos menos logrados, quizás estaríamos hablando de cierta inconsistencia a la hora de plasmar de forma más creíble el núcleo familiar de Pol, así como el hecho de que el colegio estilo campus universitario americano al que asiste, nos parece fuera del alcance de sus posibilidades económicas. Y personalmente el jugar con varios idiomas a lo largo del film no veo que le aporte nada, si es que se buscaba que esto remarcara algún punto en especial.
Pero en cómputos globales se trata de un film fresco y simpático, que como ópera prima merece una buena consideración para todos aquellos que les gusten las historias sensibles, contadas de forma sencilla pero con personalidad. Pero este toque tan poco comercial seguro que le va a generar muchos detractores, todo es cuestión de gustos, ya se sabe.


21:00h. Deranged ha sido una película muy esperada por mí desde que apareció el programa del Festival de Sitges, gracias a una intrigante portada y que solo había leído muy por encima una sinopsis que ponía algo del estilo "...cuerpos que aparecen muertos en el río con el rostro desencajado...", mi imaginación voló pensando en un nuevo thriller con psicópata despiadado de por medio, como en tantas otras ocasiones nos ha brindado el cine coreano.
Sin embargo mi negativa a buscar más información para no enterarme de más detalles de la trama, me ha generado una buena sorpresa al ver que la temática va por otros derroteros muy distintos.
La historia nos presenta a Jae-Hyu, un representante de productos farmacéuticos que vive muy humildemente junto a su mujer y sus dos hijos, tras ver truncada su prometedora carrera y haberse arruinado por culpa de unas malas inversiones que realizó en el mercado de valores aconsejado por su hermano Jae-pil, un detective de la policía del que no quiere saber nada desde entonces.
Precisamente será Jae-pil quien se tenga de encargar del caso de un cuerpo encontrado en muy malas condiciones flotando en el río. Si el hecho de que presente el rostro completamente desencajado y extremadamente esquelético no fuera extraño, su sorpresa será mayúscula cuando el forense le confirme que sólo lleva unas horas muerto y que ya le habían llegado otros cuerpos con los mismos síntomas. La posibilidad de un asesino en serie flota en el aire durante unos instantes, pero rápidamente se diluye al empezar a aparecer por todo el país más cuerpos en los ríos y ver como muchos ciudadanos fuera de control se lanzan al agua de forma voluntaria hasta morir ahogados. ¿Qué se esconde tras este macabro comportamiento? ¿Se trata de una nueva y desconocida epidemia o de algún fenómeno paranormal?

Sacando más cuerpos del agua... ¿qué está pasando?
Para poder desarrollar un poco la crítica me veo obligado a revelar algunos detalles de su desarrollo, por lo que si pretendéis verla y seguís leyendo, se puede perder cierto efecto sorpresa que nos mantiene a la expectativa durante la primera parte de la película (la más interesante).
Dejando claro de entrada que tenemos que aceptar una trama bastante descabellada y que cuesta creérsela, el film se deja ver bastante bien principalmente por un ritmo narrativo que no deja ninguna pausa para el aburrimiento, un muy buen arranque que logra mantener la intriga que rodea la aparición de los primeros cuerpos y nos llena de dudas al no saber por donde van los tiros. De igual manera que la angustia que nos trasmiten algunas escenas son destacables, junto a unas buenas dosis de misterio.

Una de las muertes más impactantes, una mujer lanzándose a un tanque de agua...
Sin embargo cuando descubrimos el origen del problema, casi es imposible no arrugar la nariz y pensar: "No sé yo si esto lo van a saber manejar bien..." y ese acaba siendo el principal problema, por ser algo pretenciosa e intentar hacer de ella una obra comparable a Contagio (2011), la cual pudimos ver el año pasado en el festival.
Finalmente se le escapa un poco de las manos al director Park Jung-Woo, en una obra que tiene sus buenos momentos, pero que en cómputos globales no acaba de funcionar como sería deseable. Ya que cuando un film se hace largo a pesar de no llegar a las 2 horas y tener un ritmo endiablado, es que presenta algunas carencias importantes que la acaban lastrando: como el excesivo abuso para remarcar hasta la saciedad el sufrimiento de los infectados, con una sensibilería un tanto cansina e innecesaria en el tramo final o la poca verosimilitud de algunos hechos, que hace que acabe cargándonos un poco.

Algunos de los infectados que saben que tienen las horas contadas...
El film pretende subrayar la falta de escrúpulos a la hora de lograr el beneficio propio sin ningún tipo de miramientos aún sabiendo las terribles consecuencias que sus actos acarrean, una crítica que va más allá de la industria farmacéutica (utilizada aquí como brazo ejecutor de un macabro experimento), sino con un trasfondo en el que se puede leer las consecuencias de la actual crisis del modelo económico mundial, y la falta de miramientos de grandes corporaciones y bancos... ¿o no le veis un paralelismo?
Con todo un buen entretenimiento para acabar el día, que arrancó buenos aplausos en el cine Retiro (aunque también alguna deserción puntual...).


23:00h. Tras perdernos el estreno ayer de lo nuevo de Rob Zombie (Los Renegados del Diablo, La casa de los 1000 cadáveres..), asistimos hoy impacientes a su segundo pase en el acogedor cine Retiro, a una hora mucho más adecuada para un film de brujería, todo sea dicho de paso.
Con "The Lords of Salem", el quinto film del controvertido músico-cineasta, Zombie vuelve a contar con el protagonismo de su esposa Sheri Moon (con sus todavía espléndidos 42 años) tal y como viene siendo costumbre en todos sus films, convirtiéndose claramente en su diva e inspiración cinematográfica.
Antes de que empezara la proyección, el plagado Retiro de Sitges tuvo el placer de ver nuevamente a la actriz Dee Wallace (como ya hiciera horas antes con el pase restaurado de E.T.), también actriz en el film y que según parece, no se encontraba del todo bien, llevándose un sincero y bonito aplauso por parte del público, que supo valorar su esfuerzo.
Dee estuvo simpática y sonriente como parece ser su costumbre (un verdadero encanto de mujer), llegando a confesarnos abiertamente que su personaje en The Lords of Salem dista mucho de sus registros anteriores (sobre todo del de la dulce madre de Elliott), considerándolo directamente como el de una "puta bruja" (algo que, una vez visto el film, sólo es cierto relativamente).
Exactamente a las 21:15h, y con puntualidad pasmosa, comenzó por fin el esperado film del rockero(algo que no era costumbre en el Festival, todo hay que decirlo), apagándose las luces completamente y haciéndose el silencio en la sala.
Heidi Hawthorne (Sheri Moon, que no tardó ni 5 minutos en mostrarnos su fantástico trasero) trabaja como DJ en una emisora de radio en Salem (Massachusets), donde pincha cada noche rock duro y similares.

Rituales agotadores que no consiguen atraparnos

                                                                  Cierto día, Heidi recibe una extraña caja de madera con un vinilo dentro de parte de un grupo denominado "The Lords of Salem". Lejos de desinteresarse como era habitual en ella, lo escucha al llegar a casa y descubre que su perturbadora melodía le transmite una rara sensación hipnótica, regalándole además un fabuloso dolor de cabeza y ahogando los planes a su compañero Whitey, forzado entonces a dormir en el sofá.
Al día siguiente, Heidi lo pone en las ondas y advierte estupefacta que tampoco es capaz de soportarlo allí, lo que le obliga a silenciarlo, agriándole a su vez el carácter y preocupando a sus compañeros de fatiga (pasando de ser una dulzura de chica a una cabizbaja e intratable taciturna).
De todas formas, la difícil sintonía acaba por invadir los hogares de la ciudad despertando algo que estaba oculto hasta el momento. Resulta que los verdaderos "Lords of Salem" no eran sino que una agrupación antigua de brujería y satanismo que despierta de su letargo a través de ése cántico ritual y se adueña de una de sus descendientes más directas, nuestra apetecible Heidi.
Desde ese momento, el infierno se acercará a ella de manera literal, poseyéndola lentamente y rodeándola de brujas y demonios, entre otras criaturas de las sombras.

Heidi poseída y embrujada

Una vez visto, diría que el film de Zombie decepcionará más que entusiasmará, y quizás estemos ante su obra más endeble hasta la fecha, descubriéndose mucho menos brutal que el resto (y menos atrevida), y que acaba por convertirse sin remedio en una cinta de terror más, por añadidura convencional.
La presentación de personajes y ambientación nocturna están narradas correctamente, e incluso las primeras percepciones paranormales de Heidi son realmente interesantes (esa puerta del rellano que nos perturba acaba siendo lo mejor del film), pero carece de estimulos suficientes como para estirar una historia que, de por sí, no daba para más.
La aparición del séquito de brujas (ya sea en el presente o en los flashbacks del pasado) no son gran cosa, y se nos pegan los párpados al tratar de aguantar los minutos de rituales que nos proyectan, ciertamente aburridos.

Una versión "midget" del Diablo, otro chirriante desatino en el film
Ni la música rock ni los encantos de Heidi (que tampoco se realzan siquiera) sirven como para evitar el naufragio global de un film condenado al olvido, vacío de encanto y huero de ideas. Analizándolo concienzudamente uno puede tal vez atreverse a resaltar su narrativa oscura (a veces conseguida pero no siempre) y la relativa atmósfera que le envuelve (incluso aceptar que ese cántico es realmente hipnótico), pero no funciona ni en ritmo ni en interés y se convierte en una experiencia poco convincente para el espectador.
Al finalizar su proyección, los aplausos fueron más comedidos que de costumbre en Sitges, quién sabe si por respeto a los allí presentes o porque medio público se terminaba de despertar de la experiencia.


01:00h. Cenando un trozo de pizza fría por el camino nos dirigimos raudos hacia el siguiente pase de la noche, la nueva versión del inmortal Drácula que ha filmado el maestro del terror italiano, Dario Argento. Debo confesaros que era una de las personalidades que más me apetecía ver en persona, ya que lleva más de 30 años de cine a sus espaldas dejándonos grandes clásicos del calibre de El Gato de las 9 colas, Suspiria o Rojo Oscuro, entre otras perlas. Su aportación al "giallo" en la década de los 70 o al terror en los 80 lo convierten en un cineasta renombrado internacionalmente, a la altura ya de directores italianos del tallaje de Mario Bava o Pupi Avati.
El dato curioso de la velada es que, el cada vez más preocupantemente parecido al señor Burns, Dario Argento, vino acompañado del encorbatado Enrique Cerezo, uno de los productores (y guionista!!) de su Drácula 3D, además de ser el actual presidente del Atlético de Madrid. El astuto Cerezo, haciendo gala de un speech mil veces aprendido y que supo a precocinado, dio las gracias a todos los de su séquito, se puso medallas y bla,bla,bla...dejando su particular y aburrido granito de arena cumpliendo con su papel de enamorado del sector, pero robándonos por unos minutos esa atmósfera cinéfila que todos queríamos respirar. Dario (que es quién nos importa), presentó el film como una propuesta interesante y de difícil realización técnica (una película en riguroso 3D estereoscópico aún novedad en Italia), pero nos transmitió una sensación desconcertante, como si supiera que el resultado final distaba mucho de su idea inicial, concebida 3 años atrás.
De entrada, las gafas tridimensionales que nos dieron en la entrada eran de un modelo muy obsoleto, de peso inadecuado, demasiado oscuras y de un tamaño molesto, lo que incomodó el visionado de buen inicio.
La historia ya la sabemos todos: Johnathan Parker (un Unax Ugalde del todo desorientado), es un bibliotecario que llega al pueblo de Passo Borgo para trabajar con el conde Drácula (aquí encarnado por el alemán Thomas Kretschmann, quién arrancó más risas que escalofríos, lamentablemente). Ya será demasiado tarde cuando descubra que el conde es la maldad personificada, un ser de las tinieblas que anhela recuperar a su amor pasado y que tiene atemorizado a todo aquél que no le rinda pleitesía absoluta.
La bella mujer de Parker, Mina (una anecdótica Marta Gastini) es la viva imagen de la póstuma esposa del conde, lo que aumentará el espíritu de reconquista del vampiro enamoradizo hasta límites empalagosos. La oportuna llegada del famoso cazador de vampiros Van Helsing al poblado (un inútilmente esforzado Rutger Hauer) servirá para enfadar aún más a Drácula, que ya sólo piensa en recuperar su tan ansiado pasado y dominar a todo ser viviente.
En sí, la historia es la misma resobada de siempre, y los pocos elementos diferenciales que contiene son del todo irrelevantes (véase, en vez de Transylvania ahora están en Italia, personajes menos concurridos o ninguneados como el bibliotecario, mayor contenido de carne femenina que en adaptaciones más serias...) y en ningún momento parece que el sistema 3D (un atraso todavía en mi opinión), sirva para mejorar el resultado final, muy mediocre en cualquier caso.

Estacazos que no falten, como marcan los cánones vampíricos

Ambientada con decorados de sonrojante cartón piedra (menudo tren...), con un reparto tan variopinto como imposible (españoles, italianos, holandeses y alemanes hablando entre sí en un inglés de mercadillo) y diálogos propios de novelas de bolsillo, Argento nos golpea con la que quizás, sea ya su obra más decepcionante, y eso que las 3 últimas eran de juzgado de guardia.
La única manera de no salir huyendo tras sus primeros minutos es dándole la vuelta a su propósito y convirtiéndolo en una experiencia tristemente divertida (¿dónde se ha visto que al salir Drácula el cine rompa a carcajadas?), traduciendo así sus imágenes en puro vodevil y creándonos nuestra propia diversión ante tal desbarajuste, aunque no sea lo pretendido por Dario.

Un engañado Rutger Hauer y su impotente Van Helsing

Ni tan siquiera los esperados (y aireados) encantos de sus protagonistas (nos vendieron escotes y cachas para seducirnos) son destacables, ya que nos lo da todo al principio y el resto de metraje es de un puritanismo que espanta las aves.
En definitiva, un escarmiento para un público que aún confiaba en el genio de Argento y que, como muchos pronosticábamos ya, salimos completamente desencantados, incapaces de haber vivido la historia gótica por excelencia y sin más ganas de vampiros en décadas.
Sino la peor película del Festival del 2012, poco le queda......buenas noches!!

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