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jueves, 27 de septiembre de 2012

EL ESPANTAPÁJAROS (1973)

En una carretera solitaria por la que apenas pasa un coche de vez en cuando, coinciden dos personajes de lo más peculiares haciendo autostop. Por un lado Max Millan (Gene Hackman), un tipo maduro, brabucón, extravagante y pendenciero que acaba de salir de la cárcel y que tiene decidido encaminarse hacia Pittsburg donde quiere abrir un negocio de lavado de coches que lleva años planeando; por el otro Francis Lionel (Al Pacino), un joven de una gran inocencia y buen carácter que pretende, tras haberse pasado 5 años trabajando a bordo de un mercante, dirigirse a Detroit para intentar recuperar la relación con la que fuera su novia y conocer por primera vez a su hijo (o hija, ya que no sabe ni eso tras haber huido asustado al saber que iba a ser padre).
Tras unos primeros momentos en que ambos personajes chocan por ver quien es el afortunado que caza al primer autoestopista, las largas horas de espera en medio de ninguna parte acaban por acercarles gracias a la insistencia de un simpático Lionel que va haciendo bromas y explicando chistes, hasta que consigue despertar algo en el rudo y frío Max, que hasta entonces se había mostrado desconfiado y distante. Esa primera chispa de complicidad hará que se acaben decidiendo a compartir parte del camino juntos, y no mucho después le propondrá al bueno de Lionel que sea su socio en el negocio que tiene en mente.

El inicio de una buena amistad en medio de la nada...
De esta manera empieza un largo viaje donde estos dos vagabundos sin dinero usarán todo tipo de medios de transporte para acercarse a su objetivo, un camino plagado de anécdotas y situaciones que generará una gran amistad entre ellos.
Y este es realmente el tema central sobre el que gira el film, la amistad, tocándola desde varios ángulos para poder desarrollar la historia de estos dos personajes. De esta forma el arranque de la película se centra en mostrarnos como se genera una relación de amistad entre dos desconocidos que por azares del destino coinciden en medio de ninguna parte, pasando del recelo inicial, a una cierta tolerancia posteriormente, más adelante una cierta camaradería cuando comparten sus primeras vivencias, para finalmente dejar paso a la aparición de la verdadera amistad e incluso de una dependencia con el otro.

Dos vagabundos con un largo trecho hasta Pittsburg, poco dinero, pero mucho ingenio...
Un alto en el camino...
El largo viaje que llevan a cabo Max y Lionel les hace vivir todo tipo de momentos, algunos de ellos felices, llenos de ilusiones, donde ambos se permiten soñar con un futuro prometedor en el que la suerte les sonríe y el negocio marcha viento en popa; pero también teñida de duros momentos que los dos vagabundos tienen que hacer frente a contratiempos de todo tipo, llegando a sufrir algo más que simples palizas, desilusiones al ver somo sus aspiraciones se alejan de ellos y como salen a la superficie sus frustaciones personales.
La película está diseñada para lucimiento personal de estos dos actores, dándoles todo el protagonismo desde principio a fin, pero hay que reconocer que estaban en uno de sus mejores momentos profesionales y resuelven sin problema el reto para convertirse en los dos pilares sobre el que se levanta este interesante, poco conocido y a veces algo desconcertante film.
Un Gene Hackman ataviado con gabardina, un montón de viejas camisas sucias, boina, puro y gafas, para dar vida a un estrafalario buscavidas que nunca ha tenido suerte en la vida debido a su peculiar y agresivo carácter, que ya le ha hecho pasar por prisión una vez. Su actuación es totalmente convincente, siendo creíble tanto cuando se muestra arisco y distante al principio, como a lo largo de todo el metraje en el que se aprecia una evolución en su personalidad cada vez más afable y abierta.
Por su parte Al Pacino sabe estar a la altura de su compañero de reparto, y personifica a un joven alegre, muy incocente y del cual intuimos una cierta limitación en cuanto a sus capacidades intelectuales, por lo que se entiende que se deje arrastrar en una aventura sin mucho sentido y seguramente con menos futuro todavía, pero como un niño al que se le promete un caramelo, Lionel sigue a Max. Un buen trabajo del entonces un actor capacitado y que buscaba buenos papeles, no como en los últimos años en los que casi parece una mala caricatura de sí mismo.

Momento del robo frustado y un Max que se queda de piedra ante lo que está viendo...
La evolución de ambos personajes es lo más interesante de la historia, consecuencia en parte por la relación de amistad que entablan y los lazos afectivos creados, y también por las muchas cosas por las que tienen que pasar. Todo ello les cambia de una forma lenta pero inexorable, haciendo que practicamente tengamos un intercambio de carácteres entre ellos.
Hay grandes momentos en la película, aquellas escenas que a uno le quedan muy marcadas en su memoria y que tiempo después de visionarla y al rememorar el film, vuelven a nuestra cabeza de forma clara. Algunas tan divertidas como la escena del streptease de Max en un bar de carretera, es memorable y pone de manifiesto el cambio que se ha originado en su personalidad gracias al permanente contacto con Lionel, pues la espontaneidad y alegría con la que se pone a bailar y despojarse de toda su ropa para regocijo de todos los presentes, hubiera sido impensable para él solo unas semanas antes.

Cena con la hermana de Max y una amiga muy necesitada...
Pacino quizás tiene la mejor escena de todas, la del intento de robo de un bolso y la peculiar maniobra de distracción perpetrada por Lionel a petición de Max, sin ninguna duda el momento más hilarante del film dejando estupefacto a todos los presentes de la tienda, pero sobre todo al mismísimo Max, que no da crédito a lo que está viendo, siendo incapaz de llevar a cabo su plan y renunciando al darse cuenta que en lugar de distraer a la dependienta ha sido él quien se ha quedado estupefacto, me parto de risa solo con escribir sobre ella. También hay lugar para durísimas escenas que mejor dejo en el aire para que las descubráis, ya que estas tienen mucha más influencia en el desarrollo de la trama.
Pero no solo tenemos grandes momentos cuando se centran en ambos actores, me ha gustado el retrato general de perdedores que podemos observar a lo largo de toda la historia, desde la calenturrienta amiga de la hermana de Max, una mujer falta de cariño, solitaria que ve en él un oasis en su triste vida; o la ex pareja de Lionel, otra perdedora aprisionada en una vida que la hace infeliz, sin salida posible para huir de allí y empezar desde cero.

Incluso los amigos pasan por malos momentos...
Lionel y su momento de inflexión en esta historia...
El film fue dirigido por Jerry Schatzberg, hombre con una filmografía en la que practicamente solo podemos rescatar la película que tenemos hoy entre manos y Pánico en Needle Park, rodada un par de años antes que ésta y en la que ya contó con Al Pacino para protagonizarla dando vida a un drogadicto. De todo lo rodado a posteriori nada realmente destacable y solo señalar que en 1984 también volvió a trabajar con Hackman en el film Elliot.
Poco conocida, a pesar de llevarse en 1973 la Palma de Oro en el Festival de Cannes, una peculiar road movie que fracasó en su momento en taquilla, personalmente creo que de forma totalmente inmerecida y quizás merece ser recuperada y valorada en su justa medida como una obra más que interesante que combina el drama y la comedia de una forma inteligente, que a buen seguro a todos nos hace reflexionar después de acabar de verla, pues dificilmente dejará a nadie indiferente con su cierre.
Por cierto, si os intriga su título El espantapájaros, no os preocupéis, pues en los primeros minutos queda bien claro y explicado por uno de los dos personajes. Os invito a verla y que nos contéis que os ha parecido.


martes, 25 de septiembre de 2012

LA TUMBA DE LA MOMIA (1942)

Dos años después del estreno de la más que notable La mano de la momia (1940), la Universal Pictures decidió darle continuidad con la que sería la primera de las tres secuelas que la siguieron. Personalmente a pesar de lo mucho que aprecio este tipo de clásicos de serie B, el cariño que les profeso y el que haya disfrutado muy agradablemente con su visionado, tengo que reconocer que aquí se empiezan a notar los primeros síntomas de agotamiento de la franquicia. Lagunas y cierta simpleza de guión, la recuperación de algún personaje al que ya se había liquidado, etc...
Sin embargo, y eso la salva, está bien rodada y mantiene ese toque clásico que la convierte en una inofensiva obra menor de terror, pero perfectamente disfrutable.
La historia arranca 30 años después de los hechos narrados en la La mano de la momia, encontrándonos en el salón de la mansión de un ya entrado en años Stephen Banning (el arqueólogo que descubrió la tumba), quien comparte velada junto a su hijo John, su prometida Isobel y su querida hermana Jane, quien lleva años cuidando de él desde que su esposa Marta murió (la chica de la primera, para que nos entendamos). Stephen les está contando por enésima vez la historia de la momia cuando él era arqueólogo, para desespero de los más jóvenes que ya están pensando: "otra vez los cuentos del abuelete...". De esta manera y mediante varios flashbacks, nos recuerdan como se desarrolló la primera entrega con todo detalle, más si tenemos en cuenta que la película dura 60 minutos pelados y 12 son reaprovechados para este efecto. Una buena prueba de que no tenían demasiadas ideas y necesitaban llenar minutos como fuera.

Un veterano Banning contando viejas historias de momias que andan a la nueva generación...
Kharis intacto, primera sorpresa de la velada...
Paralelamente desde el lejano Egipto nos llegan dos revelaciones ciertamente chocantes para los que vimos la primera entrega de la saga, pues sorprendentemente Andohep, el sumo sacerdote que devolvió a la vida a la momia, no murió por culpa de los disparos de Babe en el clímax final, sino que solo fue herido en un hombro... Bueno, aquí tenemos que hacer un acto de fe y concederle esta licencia para creernos que de todos los disparos efectuados desde una distancia muy corta, solo le alcanzó uno y de forma tan leve, pero vamos a intentar seguir disfrutando de la función, que tan solo acaba de empezar. Como sea, Andohep está agonizando a causa de su avanzada edad en el templo secreto de su orden y pasando el testigo a Mehemet Bey, el que será el nuevo encargado de tomar las riendas y ejecutar la venganza sobre el gran responsable de haber profanado la tumba de la princesa, Stephen Banning y su familia. Y aquí llega la nueva revelación, que sin tener demasiado sentido no nos sorprende en absoluto: Kharis a pesar de que vimos como era devorado por el fuego, no tan solo no fue destruido, sino que luce intacto como en sus mejores tiempos. Vaya por Dios... pero como quería ver una película de momias decidí darles un poco más de margen a los guionistas y tirar valientemente adelante...

Recibiendo las órdenes de Mehemet Bey... mata a los Banning, Kharis...
Y empiezan las misteriosas muertes en la tranquila Mapleton...
Y a partir de aquí arranca el hecho más diferenciador respecto a su predecesora, pues la venganza tiene lugar en territorio americano, concretamente en Mapleton (Massachusetts), donde viven los Banning, y no en Egipto como suele ser habitual en producciones de este género. Personalmente habría preferido que siguiera desarrollándose en medio de templos, las arenas del desierto, las pirámides y la exótica ambientación de El Cairo, pero por otro lado entiendo que buscaran este cambio para recortar costes (siempre es más barato rodar escenas en un pueblo tipo americano sin necesidad de grandes decorados).
Pues bien, tras una travesía por el Atlántico sin nada remarcable que destacar, Mehemet Bey llega a Mapleton, donde se las ha apañado para hacerse con el trabajo de cuidador del cementerio del pequeño, y hasta ese momento, tranquilo pueblo. Desde allí y con toda la tranquilidad que concede ese lugar tan poco concurrido, no tiene problema en empezar a poner en marcha su venganza e ir despertando a la momia que ha traído consigo, para ir liquidando a sus enemigos...

Investigando unos extraños trozos de tela que pueden pertenecer a alguien de ¿3.000 años...?
La prensa conmocionada con la sucesión de muertes de la familia Banning...
También tenemos la oportunidad de ver que Babe Henson, compañero de fatigas arqueológicas de Stephen en su juventud, sigue vivo y que regularmente se pasa a hacerles una visita por su ciudad (aquí se deja completamente de lado la vertiente cómica que demostró en la primer película). Un personaje al que se le saca bastante partido, al ser quien ponga sobre la posible pista de la momia a todos los periodistas e investigadores que están en el pueblo tras la serie de asesinatos ocurridos allí.
Como comentaba más arriba, la película se deja ver perfectamente y está suficientemente cuidada como para que nunca tengamos la sensación de ver un trabajo indigno y nada estimulante, todo lo contrario, es una más que correcta cinta de terror típica de la década de los 40, pero que ve lastrada en parte por ser una producción de menor presupuesto en la que ya no se cuidaban todos los detalles con mimo como en las mejores épocas del estudio.

Imagen clásica, la bella capturada por el malo de la función...
El pueblo se moviliza para acabar con el asesino...
Uno de sus mayores problemas llega a ser que el metraje tan y tan reducido que tiene, obligando a ir al grano e impidiendo que se puede llegar a profundizar en ninguno de las subtramas que plantea, por ejemplo, la investigación policial que sigue a los distintos asesinatos, así como la labor de los forenses, queda muy desdibujada y casi anecdótica, cuando podía haber sido uno de los puntos más interesantes del film.
De esta forma tampoco se llega a perfilar a ninguno de los personajes más allá de lo estrictamente necesario e imprescindible, siendo simples en cuanto a su definición muchos de ellos (ese matrimonio que ha visto cruzar una sombra por la ventana, por ejemplo).

Kharis huyendo por el bosque con la joven Jane...
En el apartado de puntos positivos podemos destacar la buena ambientación que se llega a dotar a la película, se tuvo cuidado y esmero con la fotografía, logrando así unos más que oscuros y sugerentes escenarios tanto en el pueblo como en los bosques que lo rodean, creando una atmósfera que remite a algunos de los clásicos como Frankenstein. De hecho el tramo final podríamos decir que es un puro homenaje a la gran película de James Whales, o un calco en su desarrollo, con la persecución a través de los bosques con la momia huyendo, los pueblerinos tras ella en plena noche con las antorchas y el clímax final emulando el incendio en el molino que teóricamente ponía fin a la vida de la criatura creada por el doctor. Un cierre de la película que funciona a la perfección, deja buen regusto y nos hace esbozar una sonrisa al descubrir esta nada disimulada similitud que comentábamos.

Persecución en plena noche que nos remite a la eterna "El Doctor Frankenstein"...
Otro homenaje más, el fin en el molino, aquí adaptado a la gran mansión...
También hay que destacar el ritmo de narración ágil, vivo y muy conciso, que no deja momento para el aburrimiento (y yo que criticaba la falta de metraje, pues aquí se agradece). Además la banda sonora es muy notable y logra darle el punto justo en cada una de las situaciones. Como podéis ver, un buen número de detalles que la convierten en una nada desdeñable opción para teneros entretenidos a lo largo de una hora con las andanzas de una momia vengativa que fue encarnada convincentemente gracias a una buena labor de maquillaje, por uno de los actores clásicos de la casa, Lon Chaney Jr.
Por último quería comentar lo curiosos que resultan los títulos elegidos para estas películas, y el poco acierto que pienso que tuvieron a la hora de elegirlos. Por ejemplo, esta segunda entrega se llama La tumba de la momia y lo más normal es que la primera hubiera llevado ese título, pues es cuando es descubierta dicha tumba y empieza la historia. Quizás a la segunda le pegaba más el título de La mano de la momia, pues es mediante la asfixia producida con su mano el método utilizado en todos los asesinatos, en fin, misterios sin resolver y tampoco pasa de ser una mera curiosidad.

Aquí tenéis la lista con todas las obras que componen esta saga:

LA MANO DE LA MOMIA (1940)
LA TUMBA DE LA MOMIA (1942)
EL FANTASMA DE LA MOMIA (1944)
LA MALDICIÓN DE LA MOMIA (1944)


jueves, 20 de septiembre de 2012

LA CABINA (1972)

Reconocido mediometraje español emitido directamente por televisión en el ya lejano 13 de diciembre del 72 (recordemos, se nos castigaba con dos únicos y "rígidos" canales), cuyo significativo y más que astuto mensaje aún sería lamentablemente extrapolable a nuestros días, incluso habiendo pasado ya casi 40 años de incesantes cambios en el país.
Un hombre madrileño de clase media (interpretado por el gran José Luis López Vázquez) se queda encerrado dentro de una cabina telefónica que recientemente han colocado cerca de su casa. Lo que en principio parece una anécdota sin importancia en la vida de este ejemplar caballero, se va agravando a medida que pasan los minutos y nadie es capaz de sacarlo (lo intentan policías, vecinos, niños, bomberos...), hasta que los mismos responsables de su instalación (¿Telefónica?), vienen a "rescatarlo".
Su desesperación será máxima cuando observe atónito como lo montan encima de su camioneta con cabina y todo, y lo trasladan a muchos kilómetros de ahí, a las afueras de la capital, sin explicación alguna.
No conocerá su destino hasta el fin del angustioso trayecto, y creedme si os digo que no podía haber sido más trágico (y agónico, porqué no decirlo).
De la mano del cineasta guipuzcoano Antonio Mercero (co-autor junto a José Luis Garci aquí también del guión), nos adentraremos en una historia (no por corta, menos cautivadora), que abraza sin pudor varios registros cinematográficos con un oficio y maña destacables. Contiene acertados toques de humor (ese gorrón que se come las pastas, comentarios fuera de cámara casi inaudibles...), de surrealismo (su propia esencia), de intriga (sabemos tanto como él o menos) o incluso de terror (en su vertiente más claustrofóbica, con incluso algunos momentos realmente angustiosos), que se combinan magistralmente ofreciendo una breve pero inmensa aportación al cine español, incisivamente necesaria en aquellos años, si se me permite.
La lectura que uno extrae del film (35 minutos que pasan volando), es casi unánime, ya que constata claramente el poder que ejercen ciertas entidades (empresas, sociedades,etc...) sobre el impotente y afectado individuo, privándonos de voz (una vez dentro, no se le vuelve a oír), de libertad y por supuesto, de nuestro poder de decisión.
Los últimos 10 minutos del mediometraje, en mi opinión, son lo mejor del asunto, con un desenlace muy magnético y un final en absoluto convencional (raro de ver incluso en nuestros días), tremendamente valiente y sobre todo, terriblemente cínico.
De todas maneras, será cuando perdamos de vista al misterioso helicóptero que nos vigila durante todo el trayecto por carretera (en forma de alegórica esperanza), cuando nuestro hombre tenga la obligada entereza de afrontar por fin su triste realidad, que evidentemente, no pienso desvelar por el bien del espectador.
Perfectamente acompañada musicalmente (de los nervios estamos al final), y muy bien construida técnicamente (entendiendo la época), tan sólo se le pueden achacar algunos puntos menos geniales, como esas imágenes reiterativas (el flashback de su hijo con la pelota), cierta falta de espontaneidad global (pese a que López Vázquez esté genial) o un tratamiento demasiado epidérmico de su personaje central (aunque quizás esa sea la intención, dibujar a un ciudadano lo más "estandarizado" posible).
En cualquier caso, "La Cabina" de Mercero ofrece un planteamiento de lo más original que abre un debate infinito y que sorprende por su esencia desazonada, y que además, contribuye a la causa con un final memorable donde los haya (ha sido galardonada nacional e internacionalmente durante años, consiguiendo un Emmy y dejando prestada la "cabina" original a un museo neoyorkino como simbolismo de las artes escénicas españolas).
Tres años después, el tándem Mercero-López Vázquez repetirían experiencia con el largo "Manchas de sangre en un coche nuevo", que recuperaba el espíritu crítico de ésta y su interesante concepto de la conciencia adulta, pero que según parece (no he tenido el placer todavía) no tuvo la misma resonancia.
Como dato curioso, mentar que Telefónica modificó meses después su diseño de las cabinas, ya que la gente ponía el pie en la puerta para no quedarse encerrada. El poder del cine, amigos.

 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

LA MANO DE LA MOMIA (1940)

Después de interpretar a la criatura creada por el doctor Frankenstein en 1931, Boris Karloff se consagró como una de las imágenes más relevantes e identificativas del cine de terror de aquellos tiempos. Solo un año más tarde tendría la oportunidad de repetir éxito dando vida a otro clásico como la momia, y la verdad es que repitió éxito al conseguir la que para mí es sin duda la mejor película hecha hasta hoy sobre este personaje.
Sorprende que a pesar del buen resultado que supuso, junto al interés que existía en esa época por todo lo relacionado con Egipto, la Universal tardara casi una década en volver a rodar una historia donde el protagonista fuera esta criatura.
La única explicación que os puedo dar es que coincidió con los años más fructíferos y creativos del estudio, dando a lo largo del resto de la década de los años 30 multitud de exitosos títulos: El hombre invisible (1933), El lobo humano (1935), La novia de Frankenstein (1936), El hijo de Frankenstein (1939), etc... haciendo innecesario recurrir a éxitos pasados en la mayoría de los casos.
Pero llegando la década de los 40, a pesar de algunos éxitos de nivel en los primeros años: El hombre invisible vuelve (1940), El hombre lobo (1941) o El Fantasma de la ópera (1943), gran parte de sus producciones fueron secuelas de menor calidad artística. La Momia no fue una excepción y en 1940 se decidió volver sobre sus pasos para darle continuidad merced de una saga que tendría cuatro partes.

Entrando en el templo para recibir instrucciones del sacerdote supremo...
Afortunadamente para los seguidores de la obra original, no se continuó en el punto donde ésta lo dejaba, principalmente porque Karloff moría al final de la misma, y aunque nada es imposible en el cine y si hubiera sido imprescindible resucitar a alguien que se convirtió en polvo, se hubiera hecho sin ningún problema, los guionistas decidieron hacer algo que hoy en día se denominaría reboot.
Como quien no ve la cosa copiaron descaradamente las bases en las que se sustentó la obra original, pero sin que esta nueva saga tuviera relación alguna con la versión de 1932, bueno, si no tenemos en cuenta que para reducir costes, se reutilizaron secuencias de ésta.

En pleno funeral de la Princesa Ananka...
Kharis, aterrorizado tras cortarle la lengua y a punto de ser enterrado vivo para la eternidad...
Arrancamos en el siempre sugerente desierto de Egipto, donde en un templo semi derruido, abandonado y remoto, el anciano gran sacerdote del culto de Karnak está traspasando todos sus secretos al que será su sucesor, un tal Andohep, antes de morir.
Así, en lo que sería un flashback en lenguaje moderno, realizado aquí a través de la aguas sagradas de Kar, nos permiten viajar en el tiempo hasta situamos en el lejano Egipto de hace 3.000 años, conociendo la trágica historia de la joven princesa Ananka, quien murió prematuramente. Kharis, un joven príncipe de la casa real, negándose a aceptarlo sin más, intentó robar los secretos de la vida eterna del templo de Isis (aquí cambian un poco al introducir las hojas de Tana en lugar de un pergamino como método de resurrección).
Pero cuando se encontraba preparando la poción en plena noche para devolverle la vida, es descubierto por los guardias reales, por lo que tras ser juzgado, recibe el peor castigo imaginable: condenado a ser enterrado vivo en un emplazamiento secreto con la misión de proteger la tumba de la princesa Ananka para el resto de la eternidad. Obviamente el anciano le explica a su acólito como preparar dicha poción y despertar a Kharis justo antes de estirar la pata, porque sino nos quedamos sin película.

Comprando un viejo jarrón roto que esconde muchos secretos...
Situados de nuevo en el presente donde se desarrolla el film, dos arqueólogos americanos (Banning y Jenson) se encuentran dando un paseo por un mercadillo de El Cairo, allí en uno de los tenderetes Banning compra un viejo jarrón que intuye es realmente antiguo y en el que posteriormente descifran un jeroglífico incompleto que habla sobre la tumba de una princesa desconocida hasta entonces, Ananka...
Aquí la película tiene unos minutos interesantes en el que se molestan en desarrollar una trama en la que los arqueólogos tienen que buscarse la vida para lograr una subvención que financie la expedición (como la vida misma), esto se agradece por no ir tan al grano como me esperaba con el descifrado de la posible localización de la tumba de la princesa e inmediatamente verlos en la siguiente secuencia excavando. El segundo punto que sorprende y que puede que no guste a todo el mundo, es la introducción dentro de una historia que inicialmente presuponía completamente de terror clásico, de una cierta carga cómica a partir de la presentación del personaje de Solvana (un mago que está de gira por esos lares junto a su preciosa hija Marta) y que acabarán uniéndose a la expedición tras aportar el capital necesario. Personalmente no me ha molestado en exceso, ya que en general supieron concentrar el humor a ciertas escenas más bien de transición, evitando hacerlo en las que la momia es la protagonista, pero como todo es cuestión de gustos, puede que haya quien lo encuentre un sacrilegio. También depende del ánimo con el que uno se siente a verla, yo no me esperaba mucho sinceramente y me sorprendió positivamente en lineas generales.

Abriendo el ataúd en la tumba...
Pero para su desgracia no es la princesa, sino Kharis, su guardián inmortal...
Volviendo a la historia, la excavación avanza y encuentran lo que parece ser una tumba con el sello intacto donde se puede leer la típica maldición disuasoria "Todos aquellos que osen entrar morirán, bla, bla, bla...", por lo que ya se frotan las manos esperando encontrar a la princesa y los tesoros mortuorios que la acompañaban en su viaje al más allá. Pero la decepción es enorme cuando descubren una sencilla tumba en la que solo encuentran la momia de un hombre que como ya os podéis imaginar, es la de Kharis.
Y aquí empieza a desarrollarse según lo esperado con la aparición del sumo sacerdote Andohep, que siempre les ha estado vigilando, el despertar de la momia y la tan ansiada venganza sobre aquellos que amenazan con descubrir la tumba de la princesa... ¿Qué esperabais de La Momia?

Kharis escuchando las órdenes del sacerdote Andohep... empieza la venganza.
Uno tras otro reciben el castigo por violar la tumba...
Dejando claro que la obra no llega ni de lejos a la altura de la primera entrega realizada por los estudios, se le tiene que reconocer que es muy correcta en todos sus aspectos: Bien estructurada, ambientación bastante digna, mantiene intactos la mayoría de ingredientes de los mejores títulos de terror clásico para que todo funcione y es distraida de principio a fin usando los personajes arquetipos del cine de aventuras tradicional y actual (el héroe soso, su amigo gracioso, el villano enfrentado al mundo, la valiente heroína o su padre, un simpático bobalicón que parece no enterarse de mucho).

Grandioso decorado para el clímax final de la película...
Si hasta aquí he destacado sus mejores bazas, ahora llega el momento de tocar los puntos menos acertados y en este sentido principalmente le veo un problema de base que afectará de igual manera a toda la saga, mermando sus posibilidades. Este no es otro que las grandes diferencias que se decidió darle a la momia respecto a la original de 1932, allí una vez Inhotep (Karloff) despertaba, tenía un completo control sobre su persona y un perfecto uso de la razón, siendo uno de sus mayores alicientes era ver como mostraba toda la maldad acumulada a lo largo de milenios encerrado en su ataúd y decidía cumplir sus planes a cualquier precio. Pues bien, en cambio aquí se pensó en que el arma de la venganza sería la momia, pero estando siempre controlada por uno de los sacerdotes, que son los que dictaminan sus actos y la mantienen bajo su poder y viva gracias a la poción de hojas de Tana. Este hecho diferencial aquí no se acusa en demasía porque el guión está desarrollado y no se centra solo en su venganza, pero en las futuras entregas tras unos cuantos asesinatos, el comportamiento de la momia pierde casi todos sus alicientes al no tener ninguna evolución en su registro, una lástima que no supieran verlo.
Si tenemos en cuenta estas limitaciones y nos sentamos con buena predisposición para disfrutar, no os quepa ninguna duda que La mano de la momia es una más que notable oportunidad de pasar 60 minutos muy agradables, arrancando de forma meritoria una saga que daría lugar a tres secuelas más. Aquí tenéis la lista de todas ellas:

LA MANO DE LA MOMIA (1940)
LA TUMBA DE LA MOMIA (1942)
EL FANTASMA DE LA MOMIA (1944)
LA MALDICIÓN DE LA MOMIA (1944)




lunes, 17 de septiembre de 2012

LA MANSIÓN DE DRÁCULA (1945)

Tercero y último crossover tras Frankenstein y el hombre lobo (1943) y La zíngara y los monstruos (1944) en el que compartieron pantalla Frankenstein, El hombre lobo y Drácula (este solo en las dos últimas), y que constata que la fórmula de meter con calzador a las criaturas más famosas del repertorio de terror de la Universal, ya estaba más que agotado.
Aún así los estudios intentaron exprimir hasta las últimas consecuencias a sus preciados monstruos, que una década antes nos dejaron clásicos imborrables y que aquí no son ni la sombra de lo que lucieron.
De esta manera, con el mismo director y guionista de la anterior entrega, pero sin ideas claras ni frescas, y lo que es aún más triste, traicionando las propias raíces históricas de alguno de los personajes (luego os comento), rodaron una película que se ve lastrada desde buen principio.
Para empezar, el engañoso título de la película La mansión de Drácula, en un intento de llamar la atención al espectador, que tal vez se esperaba recuperar la ambientación gótica del Drácula original de Lugosi en su castillo en los Cárpatos o una nueva morada acorde a la magnitud del personaje. Pero nada más lejos de la realidad, porque la mansión en la que se desarrolla practicamente toda la acción pertenece a un tal Dr. Edelman (primer gol que nos cuelan antes de empezar tan siquiera a ver el film y no será el último).

La más que clásica entrada de Drácula, seguida de su transformación...
Ya en las dos anteriores entregas habíamos tenido ocasión de ver el sufrimiento por parte de Lawrence Talbot (el Hombre Lobo) por cargar con el estigma que cada noche de luna llena le transforma en una horrible bestia de instintos asesinos, por lo que no nos extraña que se vuelva a repetir el mismo esquema con su personaje, aunque se habría agradecido que el guionista hubiera pensado algún cambio para hacerlo más interesante, pero cuando ya no hay muchas ganas...

La mansión donde tiene lugar nuestra historia...
El film arranca presentándonos al Dr. Edelman, una reconocida eminencia, que ya intuimos va a tener que ayudar a Talbot con sus consabidos problemas. Pero la sorpresa es mayúscula cuando a la casa se presenta en primer lugar el Barón Latos, alter ego del Conde Drácula (un John Carradine al que no le pega mucho el papel), y tras mantener una más que interesante conversación en la que hablan sobre la inmortalidad, la posible existencia de poderes sobrenaturales y cosas del estilo, le confiesa su verdadera identidad, para pedirle que acepte su caso para liberarle de su maldición, vamos, que se quiere curar...
De verdad que uno se queda de piedra ante tal petición y aún más cuando tras los primeros exámenes realizados por Edelman, nos sueltan una pseudo-explicación científica para intentar justificar el vampirismo, como si de una infección vírica se tratara.
No sé a vosotros, pero me perece que ir por este camino es peligroso, y se tuerce aún más con la llegada de Talbot, pues tras las pruebas, el doctor se saca una extrañísima justificación acerca del origen de la transformación licántropa... agarraros fuerte que vienen curvas: el problema viene a ser que unos puntos del cerebro reciben una alta presión por parte del cráneo y se origina el cambio. ¿De verdad? ¿Es todo es todo lo que se les ocurrió? ¿Creeis que es una broma por mi parte? Pues no, lo siento, pero así nos lo venden y pierde toda la magia, pues una de las gracias de estas criaturas es ese punto sobrenatural e inexplicable, y así debería haber seguido.
Y os recuerdo que aún falta que aparezca el monstruo de Frankenstein por allí, veamos que gran ocurrencia tuvo Edward T. Lowe Jr., perpretador de este guión: Unos minutos más adelante, en plena crisis existencial de Talbot, encarnado nuevamente por un Lon Chaney Jr. que ya iba con el piloto automático con ganas de que acabara el rodaje para embolsarse su cheque, se lanza desde un acantilado al mar para poner fin a su vida antes de que anocheciera y volviera a liberar al lobo.
De repente vemos como organizan una especie de operación de rescate, descolgando lentamente al veterano Dr. Edelman (ya podía haber bajado alguno de los jovenzuelos que se quedan mirando), quien al llegar abajo ve que hay una cueva y allí está Talbot transformado que le ataca, pero de golpe revierte a su forma humana (los tratamientos del doctor funcionan, ¡¡que bien!!), y entre ambos se ponen a explorar por allí (lo que todos haríamos en plena noche). Y como quien no ve la cosa se encuentran al monstruo y el esqueleto de Niemann junto a él (ligando este hallazgo con el final de la anterior entrega, aunque sea muy cogido por los pelos). Y de esta forma ya han salido los tres de siempre, aunque cada uno lleve su historia por separado. Ah, se me había olvidado, encuentran un oportuno pasadizo secreto para volver a la mansión...

Las verdaderas intenciones del Conde quedan claras aquí...
Empezando una inesperada transformación tras ser contaminada su sangre...
Muchos estaréis pensando que es una película infumable, pero a pesar de que hasta ahora os pueda parecer que todo es malo, voy a romper una lanza a su favor, pues también hay momentos interesantes, bien intencionados y sugerentes, por lo que nunca se hace pesada seguir la historia con cierta simpatía por nuestra parte. Como por ejemplo, cuando a raíz de uno de los experimentos que realiza con Latos, el Dr. Edelman se contamina con la sangre del vampiro y sufre una serie de sueños excelentemente plasmados en imágenes para expresar sus deseos ocultos, y que convierten al afable doctor en un sujeto paranoico, peligroso y asesino. Una poco disimulada copia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, cuyos derechos pertenecían a otra compañía en esa época.

Lucha entre su parte malefica y su parte noble en el sueño que comentaba...
Por extraño que pueda parecer, el doctor se erige en el tercio final como la estrella de la película, muy por encima de los teóricos invitados de lujo, que van un poco por libre y poco dan de sí.
Drácula fingiendo querer curarse para así poderse llevar a una de las ayudantes del Doctor; Talbot deambulando por allí con sus problemas, y como ya pasara en las anteriores, a la pobre criatura de Frankenstein la vemos tan solo unos breves momentos hacia el final cuando Edelman pasa a tomar el ya típico papel de mad doctor y se empeña en devolverle la vida, casi calcando la breve intervención que se le dio a la segunda entrega y cerrar definitivamente la saga que ya pedía a gritos un final. En este tramo el ritmo mejora ostensiblemente y logra salvar con cierta decencia el conjunto.

El que da más miedo es este desagradable y sudoroso pueblerino, el peor de todos los monstruos...
Edelman transformado junto a la criatura una vez reanimada...
Con una ambientación bastante cuidada dentro de las limitaciones al tratarse de una producción de relativo bajo presupuesto, una iluminación que aun estando a años luz de las mejores de la trayectoria de los clásicos de terror de la compañía, al menos intenta sacar partido del juego de luces y sombras creando una atmósfera más que digna, junto a una banda sonora muy funcional, sirven para que al menos en lo que es el marco donde se desarrolla la trama todo funcione correctamente.
Por cierto, si alguien echaba en falta a Daniel, el jorobado que salía en La zíngara y los monstruos, lamento deciros que murió realmente en dicho film, pero para compensarlo el guionista se saca de la manga a una segunda ayudante del Dr. Edelman muy guapa, pero que también es una jorobada y que el destino tampoco le guarda muchas bondades, el que quiera descubrir que le ocurre, tendrá que sumergirse en esta cinta de terror clásico de aprobado justito, que solo recomendaría a los muy fans y a los que hayan visto las dos anteriores.
Con ésta se cierra la intervención de Frankenstien con la Universal a lo largo de 7 películas que os detallo a continuación, en breve espero poderme dedicar a la franquicia del hombre lobo o a completar la del hombre invisible, que también acabaron dando bastantes secuelas:

EL DOCTOR FRANKENSTEIN (1931)
LA NOVIA DE FRANKENSTEIN (1936) - pendiente -
EL HIJO DE FRANKENSTEIN (1939)
EL FANTASMA DE FRANKENSTEIN (1942)
FRANKENSTEIN Y EL HOMBRE LOBO (1943)
LA ZÍNGARA Y LOS MONSTRUOS (1944)
LA MANSIÓN DE DRÁCULA (1945)