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miércoles, 1 de agosto de 2012

HELL ON WHEELS (2012) - SERIE TV

Hace poco en el especial de series que publicamos en el blog, comentábamos la nueva juventud que está viviendo el western con la aparición de varias series ambientadas en el oeste americano y donde destacaba esta nueva propuesta de la cadena AMC (responsable de The Walking Dead entre otras). Es de agradecer la explotación de series históricas que buscan por un lado entretener y por otro el reflejar un momento crucial en la historia de los Estados Unidos. La serie arranca en el año 1866, al finalizar la Guerra de Secesión, en la que se enfrentaron los bandos del Norte (La Unión) a favor de la abolición de la esclavitud y el Sur (Los Confederados) que pugnaban por su continuidad. Cullen Bohannon (Anson Mount), un soldado confederado, vuelve a su casa tras la guerra para encontrarse a su mujer y a su hijo brutalmente asesinados a manos de un grupo de soldados norteños. A partir de ese momento su única meta será la de vengarse, empezando una cruzada implacable para darles caza a todos ellos. Su misión le llevará a trabajar como capataz en la construcción del primer ferrocarril transcontinental de EE UU de la Union Pacific Railroad Company, conocido como "El infierno sobre ruedas".


En la que ha sido su primera temporada, la serie ha abierto varios frentes: se hace referencia a la difícil situación de los recién emancipados afroamericanos, dejando bien claro que una cosa era la abolición de la esclavitud y otra muy distinta el gozar de los mismos derechos de los blancos que hasta hacía bien poco eran sus amos. La época expansionista también tenía otras víctimas en la carne de los nativos americanos, diezmados ya, pero aún con una multitud de tribus dispuestas a plantar cara al enemigo con continuas incursiones. Asistiremos a alguna de las negociaciones entre un senador de los EE UU y un jefe de una de las tribus cheyenne, dando lugar sin duda a uno de los mejores diálogos de la serie, donde quedan en evidencia todos los argumentos esgrimidos por el dignatario americano para convencerles que se replieguen en una de las reservas que les han preparado.

 

Uno de los ejes centrales en los que se cimenta la serie es mostrar la corrupción y avaricia que acompañaron a la construcción del ferrocarril (la lucha entre las dos compañías que pugnaban por su control), destacando el papel de Colm Maney  encarnando a Thomas Durant, propietario de la Union Pacific Railroad Company, un personaje taimado y capaz de cualquier cosa con tal de enriquecerse (recordando ligeramente al gran Al Swearengen de Deadwood pero bastante más refinado). Igual que pasaba en la enorme serie de la HBO en la que veíamos nacer una ciudad de la nada gracias a los pioneros buscadores de oro, aquí también empezamos a ver el nacimiento de una nueva ciudad gracias a la aparición del trazado ferroviario donde antes solo había las grandes planicies y el campamento itinerante que acompaña al tren.
Y otro tema que queda patente es que las cicatrices dejadas tras la guerra entre Norte y Sur todavía no estaban curadas, siendo el punto de arranque con la venganza de Cullen Bohannon por un asesinato sin sentido cometido por mero odio y rencor.


A lo largo de sus 10 episodios, Hell on Wheels va narrando este importante cambio que vivió el país, la dura vida de esos americanos que se aventuraron en tierras salvajes para vivir en unas condiciones  paupérrimas para lograr su cometido, donde imperaba más la ley del más fuerte que las gubernamentales, mostrando que el progreso y la civilización todavía eran una lejana quimera.
Para explicarnos todo ello se sirve de las vidas de los distintos personajes que pueblan el asentamiento que acompaña la construcción del ferrocarril: esclavos liberados con ansias de reafirmarse en su independencia, borrachos, pistoleros, un indio reconvertido al cristianismo, un predicador con un pasado oscuro, prostitutas, una pareja de hermanos irlandeses emprendedores o un extraño jefe de seguridad (El Sueco, espectacular el personaje que ha creado Christopher Heyerdahl), entre muchos otros.


La serie es notable en todos sus aspectos, narrada con un muy buen ritmo, creíble gracias a la gran ambientación que se ha montado a su alrededor (de nuevo Deadwood se erige como una referencia a la hora de crear un oeste americano que rezuma suciedad y brutalidad a partes iguales), con unos guiones interesantes que saben combinar perfectamente la acción pura y dura con ese toque histórico que le da cierta profundidad a la trama y unos diálogos cargados de inteligencia e ironía.
Por cierto, excelente la elección de la música, combinando piezas instrumentales que acopañan a la perfección a las imágenes y alguna que es un puro homenaje al spaghetti western recordando mucho a algunos clásicos de Enrio Morricone  (quedaros con los últimos minutos del décimo episodio).
Una valiente propuesta que huye de los tópicos del género para servirnos una serie que ha tenido una muy buena acogida por parte del público, habiendo sido renovada por la cadena, en breve arrancará su segunda temporada.

2 comentarios:

  1. "Infierno sobre ruedas" es el título que le han otorgado por aquí. Tiene buena pinta, pero parece más sobria que entretenida, no?

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  2. Sí, pero el título en inglés tiene más fuerza para mi gusto. Es muy entretenida, pero además tiene la virtud de no quedarse simplemente allí y poder tocar temas tan contemporaneos como el problema de las minorías étnicas, la codicia y corrupción en la construcción de una obra de tal magnitud, las heridas abiertas que deja una guerra civil, etc...
    No llega al nivel de la HBO, pero a medio camino, la AMC está encontrando una buena fórmula de producción abaratando costes pero con una calidad técnica envidiable. Deja un regusto excelente, además de copiar la fórmula de temporadas cortas que impera en las televisiones por cable, 10 episodios que no dejan lugar a relleno innecesario. Este mes de agosto arranca la segunda temporada, ya tengo ganas de echarle mano.

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