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martes, 4 de octubre de 2011

SEVEN (SE7EN) (1995)

Repasemos ahora uno de los thrillers más formidables que dio la década de los 90, con un director que desprendía ya un talento admirable en su corta filmografía (luego vendrían El Club de la Lucha, Zodiac o La red Social para confirmarle), y de una pareja protagonista de auténtico lujo.
Fue además la primera película del tándem David Fincher-Brad Pitt, que más adelante repetirían en un par de ocasiones más con notables resultados (aunque me reservo mi opinión de Benjamin Button para otra ocasión) y que hace pensar en el típico director con un actor fetiche, como Burton con Depp o Carpenter con Rusell entre muchos otros.
Seven nos sitúa en una ciudad desconocida (no se desvela en ningún momento) de incesante y opresiva lluvia, deprimente y oscura donde un asesino en serie está cobrándose las vidas de algunas personas con macabros juegos bíblicos. El agente Somerset (un excelente Morgan Freeman), es un experimentado policía cansado y muy cercano a la jubilación que advierte en este caso una complicación innecesaria para ser su último trabajo, por lo que en primer término, decide renunciar a éste. Su nuevo y temperamental sustituto, el agente Mills (un Brad Pitt realmente admirable) asume el caso sin llegar a comprender ni la profundidad ni la psicología del asesino, por lo que su carácter impulsivo y arrogante le hará cometer más torpezas que aciertos.
Somerset se convertirá en un repentino confidente de la esposa de Mills, una mujer triste y preocupada por su nueva vida en aquella desangelada ciudad, y que además le hará conocedor de la noticia de su embarazo antes que su colega de departamento. Los agentes comienzan entonces una búsqueda incesante del psicópata, que día tras día, y en el transcurso de una semana exacta (7 días), mostrará las barbaridades que comete en el nombre del cristianismo y sus renombrados pecados capitales, asociando cada asesinato a un pecado en concreto. La gula, la avaricia, la soberbia, la lujuria, la pereza, la envidia y la ira serán los motivos escogidos para justificar su obra de arte, tal y como él mismo la denomina. Un juego peligroso que se acaba convirtiendo en una terrorífica historia de uno de los mayores psicópatas asesinos en serie del celuloide, y con uno de los giros finales más recordados.Sin duda, la ambientación es un personaje más, con esa ciudad lluviosa (llueve todos los días excepto el séptimo y resolutivo) que nos adentra en un sucio terreno repleto de oscuros asesinatos y atroces e indescriptibles torturas tanto físicas como psíquicas.


Desde esos fantásticos títulos de crédito iniciales, sombríos y tétricos, hasta los finales (en dirección contraria además, de arriba a abajo) nos damos cuenta que estamos ante un clásico del género de principio a fin, un film repleto de desasosiego y crueldad pero rodado con maestría y que sorprende por tener un motor narrativo magnífico, que aún siendo una película tremendamente dura, no se entromete en el mundo gore ni en la asquerosidad cinematográfica sin razón. Contiene además, decenas de anécdotas interesantes que seducen de manera especial al espectador husmeador como yo, como por ejemplo que el personaje de Mills recibe la noticia de un asesinato en el minuto 7 de metraje, comenzando intencionadamente un meticuloso juego entre espectador y asesino repleto de posibilidades, hecho que se agradece muchísimo.
Los casos a estudiar son de una crueldad sin parangón, dignas de las peores torturas inquisidoras y que sacian las mentes más perversas, dotándolas incluso de una extraña sensación de plenitud en lo que respecta a la dosis de cine grotesco humanamente digerible. El obeso reventado, la prostituta sidosa acuchillada vaginalmente o el encamado esquelético son un ejemplo de lo fuertes que pueden resultar algunas propuestas para el público que no esté preparado, ya que aún sin verse los asesinatos en ningún momento, las escenas resultantes hablan por sí solas.El trabajo actoral resulta interesantísimo, comenzando por un colosal Morgan Freeman bordando el rol de Somerset, un tipo taciturno, muy cansado y envejecido física y anímicamente que ha dedicado su vida al cuerpo y que se desvela como un hombre cultivado y sensato capaz de aguantar un caso más, por duro que resulte. Un trabajo fabuloso el de Freeman, para quitarse el sombrero.
El papel reservado para Brad Pitt es, si se me permite, casi tan seductor como el de su compañero. Un agente recién ascendido, con más ilusión que profesión y con un matrimonio descuidado que transmite un continuo nerviosismo (sus gestos incontenibles de desesperación son memorables), dueño de un carácter exaltado y temerario, impropio de un agente policial.Una oportunidad para desvelarnos a un gran actor con una injustísima etiqueta de niño guapo como es el caso de Brad.
El lado más inconsistente del reparto seria para Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, que como mucho y en comparación, están simplemente decentes. Debo resaltar la pequeña pero notable aportación de Leland Orser como el obligado cliente que penetra con un falo de cuchillas a la prostituta y que, para representar bien el estado de inquietud extrema del papel, no durmió en varios días, hiperventiló a propósito y se metió más cafeína de la saludable tan sólo para unos minutos de escena. Un actor de método en toda regla.
Nominada al mejor montaje por la Academia de los Oscars en 1995, fue injustamente tratada y debería haber sido mejor recompensada, pero evidentemente estaba lastrada por su crudeza y una personalidad fílmica de connotación muy macabra. Tal vez pierda cierta efectividad y fuerza en su segundo visionado, una vez desvelado el factor sorpresa y la intriga no sea tan palpitante, pero es innegable que tiene un potente primer visionado y eso ya es muchísimo.
Sólo nos queda disfrutar de esta joya porque las hay poquitas, y menos en la década de los 90.

1 comentario:

  1. Es un clásico sin discusión, una película que te sorprende varias veces a lo largo de su visionado, dándote donde más duele una y otra vez, para acabar con un final sorpresivo y que me dejó clavado en la butaca del cine. A medida que iba leyendo la reseña te iba a decir lo mismo con que la cierras, su segundo visionado pierde el factor sorpresa aunque se puede disfrutar perfectamente, pero en cambio sirve para poder fijarse en ciertos detalles que se podían haber pasado en la primera ocasión. Excelente thriller y con unas buenas interpretaciones. ¿Qué más podemos pedir?

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