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sábado, 29 de octubre de 2011

AQUELLA CASA AL LADO DEL CEMENTERIO (1981)

Última parte de la conocida "Trilogía de la muerte" que Lucio Fulci realizase a finales de los 70, principios de los 80,  conjuntamente con "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" y la más famosa "El Más allá".
Una vez visionadas las 3, puedo advertiros que esta "Quella Villa acanto il cimitero" tal vez sea la más floja de todas, la que menos personalidad tiene y más apresurado parece su montaje, visto lo visto.
El Dr. Freudstein (¿Frued + Frankenstein?) murió en extrañas circunstancias mientras seguía sus investigaciones escondido en el sótano de su caserón de Nueva Inglaterra. Su colega, el Dr. Peterson se trasladó más tarde junto a su amante al lugar para conocer de primera mano los hechos, pero enloqueció y tras matar a su acompañante, se acabó ahorcando.
La investigación de tales sucesos llaman la atención de Norman Boyle, un académico neoyorkino (como no, Fulci y su querida Nueva York) que no se le ocurre otra cosa que trasladarse junto a su mujer y su hijo a la mansión, inconsciente de todo lo que les podía suceder.
La sucesión de momentos terroríficos están a merced de un misterioso zombi (el profesor Freudstein, el mejor personaje del film), los típicos sustos de sótano en una casa encantada, el mal rollo que puede dar la oscuridad en sí misma y gritos a destajo de todo el reparto, niño incluido (sin entrar en comparativas con El Resplandor, por favor). Lo primero que Fulci ofrece en sus primeros fotogramas son tetas. La escena en flashback del primer asesinato (con un impresionante cuchillazo craneal incluido, homenajeado por Piquer en Pieces, por cierto) abre nuestro apetito sanguinario con auténtica maestría, dándonos una lección de cine de terror en sus escasos minutos iniciales. La explicación de la trama en su primer tercio resulta un poco boba, confusa y aburrida, pero aguantamos como espartanos por respeto a Lucio. Una vez inmiscuidos en la historia (con cierto esfuerzo de nuestra parte), y viendo adonde nos estaba llevando, solo nos quedaba dejarnos arrastrar al submundo infernal tan propio de Fulci (cameo suyo incluido) y vivir a su lado una más de sus "tablas de carnicero" como le gusta llamarlo al maestro Aguilar.
Detectamos un montaje por debajo de su estilo habitual, con músicas cortadas sin sentido, brusquedades de cámara y deficientes localizaciones exteriores (nosotros pensamos que jamás tuvo permisos en realidad, y filmaba sin ellos) que nos golpean las retinas alejándonos del oscuro mundo ideado por el italiano. Lástima de oportunidad perdida esta vez, ya que el título prometía mucha sustancia dentro del cine italiano de género, que al final se quedó en una más dentro de las miles que se produjeron en aquellos años. Si bien contiene apariciones fantasmales clásicas (la niña repelente no sé si debería contar como tal), seres de ultratumba y secuencias para el recuerdo (ese niño atrapado pidiendo clemencia a su madre, que no puede abrirle la puerta), en general no resulta ni atmosfericamente acertada, ni bien actuada ni singularmente terrorífica, sino que consigue cierta indiferencia y algo de somnolencia en el espectador, que no acaba de disfrutar, ni para bien ni para mal.
Si además sumamos una edición en DVD insufrible (un sólo audio, sin subtítulos), nuestra percepción del film no pudo ser peor, y eso que nuestro entusiasmo era un punto a favor.
Únicamente el hecho de que el profesor putrefacto del sótano necesitara partes frescas de cuerpos jóvenes para restablecer sus células resulta interesante y original, pero se desvanece en un conjunto desordenado y poco afinado.
Con todo y con eso, aún siendo una obra menor de uno de los mayores realizadores de cine de terror italianos, constituye una película de cierto renombre (el título es conocidísimo sin merecerlo tanto) y debe verse desde el prisma de aquella época para disfrutarla, con trucos sanguinolentos por doquier y señuelos cinematográficos pasados de moda, porque si intentamos profundizar en ella, saldremos irónicamente desencantados.

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