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domingo, 5 de junio de 2011

WOLF CREEK (2005)

Al cineasta australiano Greg McLean se le sigue con detenimiento en los festivales de terror de todo el mundo (incluido Sitges) por su habilidad para filmar cintas de bajo coste con resultados sorprendentes. Esta Wolf Creek fue su primera incursión al mundo de los largometrajes, y le siguió la estimulante Rogue (el territorio de la bestia en nuestras tierras) en el 2007 para consolidar su acertada condición de calidad. Greg nos sitúa en Australia, y se hace eco de hechos reales para traernos a 3 mochileros de viaje que quieren visitar el cráter de Wolf Creek (el lugar existe en realidad, pero se llama Wolfe Creek), donde hace años cayó un meteorito y creó una forma muy peculiar. Al terminar su visita no consiguen arrancar su automóvil y deciden pasar la noche ahí hasta que llegue alguien. Ese alguien llega, un lugareño con risa burlesca (John Jarrat, el más destacable) que les echará una mano y les llevará hacia un lugar lejano con cobijo y agua pero que desgraciadamente esconde macabras ideas de tormento y suplicio para los viajeros. Se descubre como un perturbado que lleva años matando a turistas y que disfruta coleccionando sus pertenencias, como fotos, llaveros o cámaras de video. Es entonces cuando los tres, intimidados y extremadamente asustados, tendrán que escapar del desquiciado australiano y sus desquiciantes torturas.Recuerda en su primera mitad al estilo documental extendido por aquella bruja de Blair (que mareado me sentí en el cine, dichoso movimiento realista) pero que antes de vernos afectados por el exceso de ajetreo visual, se vuelve más estático y nos procura una sensación de estabilidad fílmica aterradora (escenas como cuando Liz despierta amordazada y empieza el cambio de registro hacia el terror). Lugares tétricos, pausas terroríficas (el asesino se toma su tiempo para que lo pasemos psicológicamente mal...) y secuencias realistas convierten esta mezcla de terror, gore y road movie en una cinta con innegables capacidades cinematográficas. Incluye además una fotografía de paisajes contrastados, por un lado nos muestra las impresionantes vistas del lugar con unas imágenes increibles y por otro, las siniestras localizaciones de la segunda mitad. Un despliegue austero para conseguir una recreación de unos supuestos asesinatos reales que ponen la piel de gallina al respetable, y más cuando te enteras que seguramente siga haciendo de las suyas, porque nadie encontró nada incriminatorio.
Mick Taylor divirtiéndose
Considerándola una ópera prima y tratando estos temas tan escabrosos, pienso que alcanza un resultado muy acertado, loable y mejor que sus interminables copias estadounidenses, con bastante menos presupuesto pero más lograda, sin duda.
Una opción del cine de horror digna de elogio, que incluye además, algunos guiños a Cocodrilo Dundee y su enorme cuchillo.
Como anécdota diré que mientras el equipo de rodaje se encontraba cerca del cráter de Wolfe Creek trabajando, se les acercó un tipo en una camioneta con espectaculares semejanzas con el personaje de Mick Taylor, quedándose todo el mundo petrificado por la horrible coincidencia.

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