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martes, 5 de abril de 2011

CALLEJÓN SIN SALIDA (1947)

Domingo, primera hora de la mañana, un muchacho va gritando "compren el periódico de la mañana" mientras la oscuridad aun cubre gran parte de las calles de la ciudad. Buscando la protección de las sombras vemos a un hombre con el sombrero calado y una gabardina, en un aparador se refleja su rostro ensangrentando, sí, es el gran Humphrey Bogart y huye a la desesperada de la policía para acabar metiéndose en una iglesia, donde empezará a contarle una historia de asesinatos, chantajes, engaños y traiciones a un cura. Así arranca esta joya del cine negro y desde el primer minuto te atrapa. Enseguida enlazaremos con un largo flashback para explicarnos como se ha llegado hasta esa situación. La historia nos cuenta el regreso a casa de dos paracaidistas, Rip Murdock (Bogart) y su compañero de combate después de una exitosa misión. Al enterarse de que van a ser condecorados, su amigo huye incomprensiblemente y Rip se lanzará en su búsqueda para encontrarle; al enterarse de que alguien le está intentando cargar un asesinato, investigará su pasado para limpiar su honor. Con todos los ingredientes del cine negro y un muy buen guión, vamos a disfrutar de una de las joyas menos conocidas tanto del maestro Humphrey como del género negro.
Un Bogart deslenguado, que cada vez que abre la boca es para soltar una réplica cargada de cinismo o una sentencia mortal a la femme fatale, Coral Chandler (bien interpretada por Elisabeth Scott), con frases del estilo: "todas las mujeres son iguales cuando se lavan la cara", o la conversación que tienen en el coche, si la oyera una feminista hoy en día... lo dicho, jugando muy bien su papel como ya hiciera en Casablanca o en El sueño eterno.
Otro ingrediente típico que tampoco falta en esta ocasión es la voz en off (la del propio Humphrey) que narrará con mucho acierto ciertas situaciones de esta historia con la misma ironía y desfachatez que el personaje principal.


Todo con una firme dirección, un guión complejo pero no enrevesado y que se disfruta en todo momento por el buen hacer tanto de actores principales como de los que encarnan el policía que irá tras nuestro hombre y el mafioso de turno. En resumen, con unos buenos ingredientes, agitado pero no revuelto como diría el mismo Bond, tenemos como resultado una cita casi ineludible para todo amante del cine negro.

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