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lunes, 12 de noviembre de 2018

AFTER MY DEATH (2017)

En una cinematografía coreana cada vez más comercializada y algo repetitiva (aunque cada año localicemos 4 o 5 joyitas interesantes), se agradece una aproximación a lo mejor que ofrece el cine independiente, cada vez más oculto, del país del soju.
"After my death (Choe Manheun Sonyeo, 2017)" venía precedida por varios premios de gran importancia en festivales coreanos, y ha sorprendido gratamente a un servidor, encontrándose con toda una experiencia, incómoda y por momentos inquietante, pero muy interesante.
Una chica de instituto muere una noche, y al día siguiente la policía empieza a investigar los pormenores del trágico suceso. Una compañera de clase es sospechosa de haberla estado molestando y sale a la luz un posible bullying en clase. Mientras, la madre sufre buscando respuestas y el instituto intenta hacer todo lo posible por volver a la normalidad y salir adelante. El arranque del film engancha de primeras con la policía investigando el supuesto suicidio y a los posibles sospechosos de ello, que bien podrían encontrarse, fácilmente, en su propia clase.
Ahí es cuando asistimos a un cúmulo de pistas falsas, caminos que no llevan a ninguna parte y un misterio que parece crecer cada vez más a medida que nuevos descubrimientos se van conociendo. Una película que como ya afrontaron con gran acierto clásicos del reciente cine coreano como "Princesa (2013)" o "Un monstruo en mi puerta (2014)", se adentran en la parte más oscura y violenta de la difícil etapa del adolescente.



"After my death", a pesar de su calidad, se queda un escalón por debajo de las previas mencionadas, pero es capaz de introducirnos durante un par de horas en una atmósfera rara, agónica y asfixiante, con sorprendentes momentos inquietantes de violencia psicológica y física, además de un final, que a pesar de la primera reacción de insatisfacción que pueda provocar por abstracta, es coherente y acertada, generando más preguntas que respuestas. Una obra que va creciendo con el tiempo y la distancia. Ciertamente interesante.

Adrián Roldán

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