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jueves, 2 de agosto de 2012

PSICOSIS 3 (1986)

Innecesaria prolongación de la saga Psicosis  a manos del propio Anthony Perkins  (estrenándose esta vez tras las cámaras también), que se resiste a dejar a su personaje más célebre y lo estruja en esta tercera parte hasta convertirlo en una caricatura del que fue, sin duda, uno de los mejores personajes/asesinos de los 60.
La secuela de 1983 aún podríamos decir que mantuvo cierto interés (atmósfera, banda sonora, interpretaciones en general...) si le perdonamos sus continuos trucos comerciales derivados del fantástico film original (repetir la escena de la ducha, su misma puesta en escena, decorados...), pero era ya forzar mucho la máquina el que por tercera vez, nos colaran una vuelta de tuerca más a la misma historia.
Aquí, Norman Bates (como no, el propio Perkins) sigue atascado en su motel de siempre esperando clientela asesinable, pero con la novedad de que en esta ocasión ha colgado un cartel donde indica que necesita un ayudante.
Paralelamente, nos muestran como una monja que acaba de perder la fe mata por accidente a una compañera y es expulsada del convento donde residía. Con una simple maleta y sin medio de transporte, Maureen (así se llama la susodicha) deambula sin rumbo por el desierto Californiano esperando ser socorrida por alguna alma caritativa que le lleve a la ciudad.
Para variar, un joven charlatán con aires de estrella del rock la recogerá en su coche, pero pronto descubrirá sus nulas posibilidades de desahogo sexual y acabará por deshacerse de ella, dejándola en medio de ninguna parte (demostrando una caballerosidad sin límites). Por extraño que parezca, ella acabará hospedándose en el motel Bates (ese giro no lo esparábais, ¿eh?) y el presuntuoso rockero será su ayudante de fatigas en el horario diurno (Norman prefiere trabajar de noche), con lo que tenemos el menú del film servido. De todas maneras, el desencadenante será una periodista entrometida que perseguirá a Norman para sonsacarle su complicada historia y, según dice, verificar que es posible la reinserción de un psicópata en la sociedad (cogiendo el relevo del Dr. Raymond de la segunda parte de la saga).
Será entonces cuando el entrecruzado de estos cuatro personajes dará lugar a otra matanza más, esta vez con más carga sexual e incluso visceral, pero mucho menos interesante para el espectador, que ya no se deja embaucar más.
De entrada, Perkins  descubrió que era portador del virus VIH en un chequeo rutinario durante el film, por lo que su concentración (ya no digo su salud) no eran los óptimos (fallecería años después de esa misma enfermedad). Su carente suspense, su guión insustancial y una música irritante dejan al descubierto un muy limitado film de terror, ya movido por rutinarios asesinatos con arma blanca y un desfile absurdo de disfraces de abuela.

Si bien nos deleita con ciertos guiños cinéfilos (la protagonista vuelve a ser rubia y de pelo corto, como le gustaba a Hitchcock, la habitación nº 1 es la más citada o que el bueno de Norman vuelve a disfrazarse y retoma su hobby taxidermista), ya nos coge tan enojados que no entraremos en su juego, agotado ya por todos los frentes.
El personaje de Bates se centra aquí un poco más en sus frustraciones sexuales (según la madre, todas son unas fulanas que le quieren robar a su hijo), y propone ir más allá en su relación con una mujer, tonteando con la citada Maureen (revolcón incluido). Lo más sugerente del asunto es que la monja de clausura a su lado parece una ardiente estrella del porno sedienta de placer (además de poseer un cuerpo de escándalo), rompiendo con la absurda creencia que tenemos todos de que el celibato es algo malo (Válgame Dios).


Si tuviera que destacar algo de este irregular slasher  sería la estupenda nueva escena de la ducha (y esta vez, no bromeo), puesto que le saben dar un giro muy ingenioso (casi cómico) a una secuencia tan manida (esta vez, el sorprendido será él, con eso lo digo todo).
También el hecho de mostrar más pechuga y mucha más sangre satisface levemente mis expectativas, pero lamentablemente son motivos insuficientes ante tanta carencia general, ya que más que una continuación de la saga, parece una irrespetuosidad cinematográfica.
Por mi parte, seguiré la inercia que llevo y terminaré de devorar la cuarta y última parte, que por lo menos, tiene la pinta de ser la más insufrible de todas, y eso amigos míos, siempre es un reto.

1 comentario:

  1. Es que hay secuelas en las que ya no hay casi ni guión, solo repetir los clichés que le dieron su éxito inicial a la franquicia. Poner a Norman ataviado como una verdulera de 70 años, una escenita de ducha, el siniestro motel de por medio y para de contar.
    Como curiosidad respecto a lo que comentabas de la enfermedad de Perkins, me ha venido a la cabeza el reciente caso de Patrick Swayze, recientemente fallecido a causa de un cáncer, el caso es que siguió trabajando hasta el final en la serie "The beast", logrando un notable trabajo y destacado incluso por la crítica, en el que la evolución de su personaje también era físico debido a su deterioro progresivo. Simplemente por ello la tengo apuntada para ver en algún momento.

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