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domingo, 8 de abril de 2012

ILSA, LA TIGRESA DE SIBERIA (1977)

Insustancial prolongación del mito erótico Ilsa, bastante menos interesante que sus dos "suculentas" películas previas (Ilsa, la loba de las SS e Ilsa, la hiena del harén, de 1975 y 1976 respectivamente), que sitúa a la pechugona por excelencia Dyanne Thorne de nuevo en una posición privilegiada para azotar y desmembrar a insensatos insubordinados.
El director Ivan Reitman (Los Cazafantasmas) fue el principal responsable de producir este film para cerrar una trilogía desquiciada y subida de tono que hizo estragos en círculos menos comerciales y que quiso aprovechar de nuevo el tirón de la Thorne para alegrar la existencia de sus incondicionales más necesitados, dándole una vuelta de tuerca más a sus despendoladas aventuras.
Esta vez nos situamos en Siberia, año 1953. En el gulag 14 (campo de concentración ruso) está la temible Ilsa y sus etílicos compañeros cosacos, que obligan a los presos a realizar trabajos forzados sin descanso y les lavan el cerebro para que adoren al despreciable Stalin, entre otras torturas sin más explicación.
Sus métodos son francamente inhumanos, llevados a cabo con una frialdad sobrecogedora y una ausencia absoluta de moralidad ni ética, demostrando un impulso despiadado sin precedentes. Tan sólo un preso, Chikurín, se mantiene firme en sus ideales y son incapaces de pervertirlo (pese a los incombustibles intentos sexuales de Ilsa para tal propósito).
Tras el fin de la dictadura de Stalin, Ilsa y su grupito de seguidores huyen a Montreal, donde vuelven a las andadas pero esta vez en un puticlub (de cadena de hoteles nada, es un burdel llamado Aphrodit), reencontrándose inesperadamente con Chikurín, uno de los pocos supervivientes de sus extremas torturas en aquél gulag. La sed de venganza de éste junto con las ideas macabras de Ilsa desembocarán en un "ardiente" combate de idealismos y mutuas venganzas.
Los primeros 40 minutos de metraje situados en el frío clima siberiano son los más ricos del film, con una sucesiva galería de torturas sádicas y libertinaje sexual del todo arrolladores, convirtiendo esa franja de película en la verdadera esencia de las Ilsas anteriores.
Mazazos cerebrales, disparos a bocajarro, empaladas gore, presos desobedientes que sirven como carnaza para un hambriento tigre llamado Sacha, o artefactos diseñados para una tortura extrema (ese pozo que te sumerge en aguas ultra frías o la mesa de pulsos con sierras laterales) son un claro ejemplo del día a día de los desafortunados prisioneros, que corren peligros constantes hagan lo que hagan. Paralelamente y tras esos festines de sangre y vísceras, un par de afortunados compinches se pasan por la piedra a la fogosa Ilsa, que les regala placer de dos en dos. Las escenas de tríos o de sexo en grupo son el pan nuestro de cada día en ese gulag, con dosis de lesbianismo fugaz o incluso bailes regionales de cortejo (momento WTF) que hará las delicias de los más sensibles al soft porn pero que nos dejará con la miel en los labios a los más atrevidos en la materia, no saciando nuestra hambre de carne.
Una vez situados en Canadá, la cosa se vuelve menos gamberra, con conversaciones estériles y muy poca chicha (aunque hay sexo interracial), lo que acaba por ser un despropósito sin sentido ni forma. Una cámara casi siempre mal colocada, un sonido terrible y unas interpretaciones de juzgado de guardia convierten esa mitad en un batiburrillo de deshecho insalvable, indigno de una saga tan avivada.


Sus últimos 20 minutos son verdaderamente insufribles, sin ningún interés y con un bajón narrativo tan llamativo que da vergüenza ajena, amén de tener a una Ilsa más tapada que nunca, causando el enfado del aquí presente (aunque se supone que han pasado 24 años, con el consiguiente envejecimiento de ésta).
Destacando algún que otro momento, me quedaría con los intentos de seducción de Ilsa al preso Chikurín, ambos de una contención imposible por parte del actor, que debió ser un manojo de nervios ante esa situación tan complicada o la ducha erótica de Dyanne Thorne mostrándonos sus encantos, secuencias cumbre en esta tercera entrega (véase foto inferior).

Los efectos grotescos no están mal y los recursos de sus comentados primeros 40 minutos son dignos (caballos por la nieve, el gulag en sí, vestuario, saunas...), pero sufre tal pérdida de interés en su segunda mitad que la percepción es de desencanto total, con una nula capacidad para trasladar la "magia" de sus anteriores entregas, que por lo menos, eran satisfactoriamente entretenidas.
En fin, una desmejorada tercera entrega que cierra la trilogía original bajando mucho el listón pero que da paso a una cuarta película "no oficial" filmada por nuestro prolífico Jesús Franco ese mismo año titulada "Ilsa, the wicked warden", cambiándole ocasionalmente el nombre a su protagonista para evitar pleitos (Greta en Europa, Wanda en USA...).
Que no os quepa duda que volveré para terminar lo que empecé, Dyanne Thorne me esperá en nuestro cuarto encuentro....

6 comentarios:

  1. Terrible aporte... todavía estoy chocado al descubrir al director de Los cazafantasmas firmando esta mediocre cinta erótico-sádica, lo que hace la necesidad... si tú, todo un fan de la Ilsa de marras, la puntúas así, creo que va a haber muy poca gente que sea capaz de aguantarla. Con esta nueva entrada ya has agotado tu cupo mensual de fotos subidas de tono...

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  2. Pues aún queda más Ilsa. Y sorpresa!....he visto ya la cuarta...

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  3. Mientras mas mala es la película mas calidad tienen las crónicas de Jesus!

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  4. Angel, seguiré rescatando films infectos solo para alimentar mi curiosidad. La cuarta parte (en proceso) de Ilsa, cae todavía más bajo, asi que....

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  5. ¿Peor aún? Ya me esforzaré para encontrar un título que compense semejante esperpento. No me lo pones fácil, tendré que buscar una de las mejores de mi dvdteca...

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