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lunes, 30 de abril de 2012

HOWARD, UN NUEVO HÉROE (1986)

La segunda película que vimos en este Little Phenomena la podemos afrontar de dos maneras bien distintas: la primera sería desde la óptica crítica de un espectador que quiere valorarla en su justa medida como la producción millonaria que fue, contando, a pesar de estar dirigida por William Huyck, con todo un George Lucas detrás del proyecto. A pesar de eso, se estrelló en taquilla siendo un rotundo fracaso, vilipendiada mereciamente de forma unánime por la crítica y público por culpa de una historia bochornosa en casi todos y cada uno de sus aspectos (guión, actuaciones, música, efectos... vamos que no se salva ni el apuntador), por lo que solo podríamos echar pestes de ella. Pero por otro lado uno se la puede tomar con la perspectiva de los más de 25 años que han pasado desde su estreno, verla como una gamberrada de cine de barrio que con ese paso del tiempo ha adquirido un regusto añejo y de nostalgia al recordarnos nuestra infancia, y que compartida con amigos en el ambiente que se genera en una de las sesiones de Phenomena, puede acabar resultando divertida si intentamos reírnos con sus carencias (ojo, y de algunos logros). Así es como este domingo por la tarde y tras ver la siempre estimulante El secreto de la pirámide, nos enfrentamos a lo que sabíamos podía resultar una dura experiencia, no en vano Howard fue nominada a 7 premios Razzie y acabó arrasando al llevarse 4 (peor película, peor guión, peores efectos especiales y peor actor principiante para un Tim Robbins que da auténtica grima), además de ser nominada a posteriori a la peor película de la década... que no se llevó, menuda lástima, con el currículum que arrastraba.
Howard y Beberly
La película está basada en un cómic de Marvel creado por Steve Gerber y Mayerik Val, del que nunca he leído nada (no me suena que llegara a nuestras tierras) y después de lo que supuso la película, casi puedo asegurar sin riesgo a equivocarme, que nunca me sentiré lo suficientemente tentado como para hacerlo.
En cuanto a la historia, nos presenta a Howard, un pato, que vive en un lejano planeta casi idéntico al nuestro, pero en el que la escala evolutiva ha situado a los patos como a los seres más inteligentes del planeta. Un día y tras llegar a casa después del trabajo, es arrastrado hasta la Tierra por culpa de un experimento con un láser de gran potencia generado en un laboratorio de nuestro planeta. Desorientado y perdido entre humanos, es recogido por una joven cantante de un grupo de rock llamada Beberly que se encariña con él (y de que manera...), y quiere ayudarle a regresar a su planeta natal. Sin embargo cuando el doctor Jenin, responsable del láser, vuelve a ponerlo en marcha, de nuevo se repiten los problemas, trayendo esta vez hasta la Tierra a un ser demoníaco llamado Señor de las Tinieblas al que Howard tendrá que enfrentarse. Y esto es lo que hay chicos... para lo bueno y para lo malo.

Dos escenas que demuestran ese "cariño" de la chica por el pato...
Si ya nos metemos en materia y empezamos a analizarla, hay que decir de entrada que los primeros 15 minutos son sosos, lentos y aburridos de narices, casi le entran ganas a uno de coger el mando y avanzarla a cámara rápida, pero en una proyección de cine eso no es posible y aguantamos estoicamente como pudimos esos minutos carentes de ritmo y nada destacable, en los que Howard está por su casa, es arrastrado y acaba en un callejón de Cleveland... pero todo se anima a partir del momento en el que Beverly se lo lleva a su casa y el pato de marras se muestra deslenguado, gamberro y nada apto para niños pequeños, los que estaban en la sala debían alucinar con un dulce patito que hablaba como un macarra.
Más desconcertante es el toque zoofílico que a punto está de tener lugar cuando Beverly en ropa interior tienta y acosa a un Howard que no da crédito a lo que está pasando (mis acompañantes tenían los ojos como platos...), y que acaba siendo una de las mejores secuencias del film.

Jennin en plena metamorfosis...
Odioso y nefasto Tim Robbins
La parte central de la película le deja a uno medio adormecido al carecer casi siempre de gracia (salvo algún chiste por parte del plumífero que es lo único rescatable), contando con la participación de un jovencísimo Tim Robbins insufrible en todo momento, que aquí da toda una lección de lo que nunca debe hacer un actor, regalándonos la que es sin lugar a ninguna duda la peor actuación de su vida (Razzie merecidísimo). Cualquiera después de verle aquí le habría recomendado que se dedicara a otros menesteres, pero con el tiempo ha demostrado su valía, llegándose a llevar un Oscar por Mystic River. Son en estos minutos que parece que esto no va a ninguna parte poniendo en evidencia sus lagunas de guión, cuando por fin remonta un poco al entrar en juego el otro personaje, que junto a Howard, es lo más apreciable del film, el poseído doctor Jennin. Su transformación en el coche es de risa, con su relato de las sensaciones que experimenta mientras conduce (quiero pensar que está hecho expresamente, como una parodia de una posesión, no me creo que sea en serio...), para empezar de esta forma los minutos más divertidos con esos diálogos en el restaurante de carretera o su posterior visita a la central nuclear. Su transformación, movimientos, forma de hablar y en general todo el personaje, nos recordó bastante al hombre de Men in Black al que se le introduce la cucaracha espacial, más que un guiño, un calco de Howard (y hay quien dice que no tiene nada bueno...).
Poco más que comentar, si acaso que en el apartado de los efectos especiales, estos son más que pobres teniendo en cuenta que detrás estaba nada menos que Light & Magic, y que aquí tanto en el diseño del demonio como los efectos de energías y explosiones varias, suspenden holgadamente.

Y esto señoras y señores es un Señor de las Tinieblas luchando con un pato... ver para creer...
En definitiva, se trata de una película mala, por supuesto, pero no sé que tiene que me acaba resultando simpática, desconcertante (cuesta por mucho que la veas acostumbrarte a un pato marrullero), a la que le tengo un cariño especial ya que cuando la vi de pequeño me asustó bastante la escena en que el doctor Jennin saca una extremidad por la boca para alimentarse (que mal lo pasé...). Todo esto logra que a pesar de sus múltiples deficiencias, pueda verla sin demasiados problemas... ¿Recomendarla? Hombre, es toda una experiencia que compartida con amigos puede llevaros a otro nivel cinematográfico. Si os atrevéis con ella podréis sacar pecho la próxima vez que quedéis con vuestros conocidos diciendo: "Yo vi Howard... y sobreviví..."


1 comentario:

  1. Debería recuperarla una tarde de domingo para comprobar si me desconcierta o no todavía. Recuerdo esos guiños cinéfilos a Indiana Jones y pequeños detalles divertidos, ya que de por sí, la propuesta te hace sonreís antes de ver la película.
    Sonrojante imagino que será, y un fracaso (obviamente), pero si de alguna manera la recordamos con cariño (a mi también me pasa), es que algo ofrece....trataré de descubrir qué es....

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