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domingo, 22 de enero de 2012

VIERNES 13 (1980)

En la larga lista de psicópatas que el cine nos ha ofrecido en las últimas décadas, no podemos pasar por alto uno de los más prolíficos de todos (con el permiso de Freddy Krueger) y el que probablemente haya liquidado a más adolescentes que ningún otro en pantalla. Hablo del niño ahogado que se venga de sus irresponsables monitores de campus en un viernes y 13, Jason Voorhees.
Con más de una decena de secuelas a sus espaldas, otras tantas parodias (la más original, una titulada "Sábado 14") y un innecesario y pobre remake en 2009, han sido suficientes para empañar la que originó toda esta vorágine del terror juvenil americano.
Influenciado por la excelente aportación de John Carpenter al género dos años antes con su "La Noche de Halloween", el neoyorkino Sean Cunningham prolongó la fórmula que tan bien funcionó con aquella pero aportando pequeñas alteraciones de guión. La idea no era otra que crear un psycho-killer de penumbra, atroz y despiadado sin más que hiciera sentir al público verdaderos escalofríos en la butaca y experimentar en primera persona la carnicería que sucedía en pantalla al vulnerable e inocente grupo de jóvenes monitores.
Pero sumerjámonos nosotros también en la escabechina del campus de New Jersey y veamos que sucesos narra el film.
Un grupo de jóvenes responsables del campus veraniego Crystal Lake están ultimando los preparativos para la reapertura de las actividades, pero lo que no se imaginan es que alguien no está del todo de acuerdo con esa decisión. Años antes, un joven murió (¿o no?)ahogado en el lago del lugar por negligencia de los cuidadores, lo que provocó el enfado de nuestro asesino y buscará de nuevo su venganza personal como ya sucedió esa vez. En el transcurso de una sola noche, viviremos consecutivamente los asesinatos del grupo de "scouts" (a cada cual más hostiable, por cierto) y asistiremos a una matanza sin límite de un asesino tan sanguinario como diestro en sus hazañas (se las ingenia con todo tipo de armas, desde flechas a hachas, pasando por el clásico cuchillo). Este panorama tan amontonado de tópicos ya en nuestros días, supuso algo novedoso a principios de los ochenta y seria el verdadero pistoletazo de salida para proyectos de similares características. Para el que disfruta con el género (culpable) representa un clásico indiscutible, dentro de sus limitaciones, como no, pero dignamente construido y precursor de las comentadas reglas del cine de horror, tales como que la pareja que tiene sexo siempre es presa fácil, que no hay que separarse del grupo o te matarán seguro o que el coche no arrancará más, y evidentemente estando a kilómetros de distancia de ningún sitio y claro, sin cobertura.
En el film de Cunningham, ese torpedeo de reglas están presentes y no hay quién se salve de ellas, pero utiliza varios distintivos menos usados, como una posible protagonista femenina (por ambos bandos), un factor musical precursor de una atmósfera malsana o incluso que casi nos pongamos de parte del asesino en algunos momentos, de insufribles que llegan a ser las víctimas.


Las interpretaciones del reparto son escandalosamente malas, indignas de tal obra y carentes de mayor relevancia, siendo el aspecto más descuidado del film. El papel de Betsy Palmer fue incluso nominado a los Razzie (los anti-Oscars) con todo merecimiento, y ni tan siquiera un novato Kevin Bacon sale bien parado con su aportación, todas tan caricaturescas como incompetentes.
El factor sorpresa tiene cabida en esta primera parte de la saga, y mucho me temo que su desenlace final no será el prefabricado que ahora mismo tenéis en mente, por lo que el que se anime con ella, verá algún que otro giro reconfortante.
También hay tiempo para los auto homenajes de Cunningham (el cartel de su película anterior decorando una pared), improvisaciones de guión (una serpiente que se coló en realidad en la tienda del guionista es usada en pantalla, y además, mutilada sin trucos) o un repertorio amplio de efectos gore firmados por Tom Savini, reconocido especialista y hoy en día de culto.
Viernes 13 nos ofrece en definitiva, una buena dosis de psicópata al uso, sangre adolescente por doquier, gritos de pánico en la oscuridad y tormento ajeno, todo envuelto en una atmósfera deliciosamente inocentona y menos escabrosa de lo que hoy en día nos tienen acostumbrados.
Una joya de género capaz de marcar un antes y un después en el tono de las horror movies venideras y que poco o nada tiene que ver con sus decadentes secuelas, que exprimen los aciertos de ésta para sangrarle inmerecidamente, por irónico que esto suene.

2 comentarios:

  1. Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!

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  2. Señor David, he curioseado el asunto de la seducción sobre el que escribes y se me antoja, cuanto menos, curioso. Me reconforta que nos sigan personas de marcadas inquietudes románticas, algún dia compartiremos información privilegiada.....un saludazo

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